A fin de que no sirvamos más al pecado
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Dios llama a los cristianos a que sean una nueva creación. Nuestro viejo hombre es crucificado con Cristo (Gálatas 2:20). El bautismo por agua simboliza esta muerte, y a través de ella el cristiano es libertado de la esclavitud al pecado. Una vez libertados, no debemos permitirnos a nosotros mismos ser esclavizados de nuevo. Pablo dice, “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias” (Romanos 6:12). Si lo hacemos, volvemos otra vez a ser esclavos del pecado (versículo 16).
El cristiano convertido, el nuevo hombre, anda de acuerdo al Espíritu (Romanos 8:1). Como cubrimos previamente en Romanos 5:5, el Espíritu Santo hace posible que el amor y poder de Dios sean derramados en nuestros corazones.
Si usted desea más información acerca de cómo un cristiano convertido vive en nueva vida, vea nuestro artículo titulado “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Cristo en usted?”.