Arrepentíos y convertíos
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.
El mensaje de la Iglesia del Nuevo Testamento fue un llamado al arrepentimiento. Éste fue el mensaje que Jesús predicó (Marcos 1:14-15). Y éste fue el mensaje que los apóstoles continuaron predicando. Previamente cubrimos el primer sermón de Pedro en el Día de Pentecostés (Hechos 2:28, “Un llamado al arrepentimiento”). Hechos 3 describe un segundo sermón que Pedro predicó a una multitud atraída por la sanidad de un hombre cojo en el templo.
¿Qué es arrepentimiento? Veamos una descripción dada en el inciso “9. Arrepentimiento” de nuestro artículo titulado Creencias Fundamentales: “El arrepentimiento es un don de Dios —un don que es necesario para la salvación y la correcta relación con Dios. Todos los que quieran ser perdonados de la pena de muerte que merecemos por el pecado, deben arrepentirse genuinamente de sus pecados, rendir completamente sus vidas a Dios y obedecer sus mandamientos. Ellos deben aceptar por fe a Jesucristo como su Salvador personal, su Señor y su Maestro, su Sumo Sacerdote y su Rey venidero. Estas personas son justificadas, sus pecados son perdonados y como un acto de gracia divina, son bautizadas y reciben el Espíritu Santo por medio de la imposición de manos. Con el bautismo ellos se convierten en parte del Cuerpo espiritual de Cristo, la verdadera Iglesia de Dios”.
Pedro continuó con una alusión a las grandes promesas del Reino de Dios —los tiempos de refrigerio que este mundo necesita tan desesperadamente.
Si usted desea más información acerca del arrepentimiento y conversión, vea nuestro artículo titulado "¿Qué es el arrepentimiento?". Para más información acerca del Reino de Dios, vea nuestro artículo titulado El Misterio del Reino.