Coherederos con Cristo
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados.
Los cristianos reciben el Espíritu Santo cuando son bautizados y se les imponen las manos (Hechos 2:38; 8:17), y ese Espíritu Santo se une con nuestro espíritu en el hombre para darnos una nueva vida como hijos de Dios. Aquí el apóstol Pablo nos alienta con la asombrosa herencia que Dios nos ofrece como coherederos con Cristo, nuestro hermano mayor. Si bien Cristo hereda todas las cosas, Él está dispuesto a compartir todas las cosas con nosotros, si nosotros estamos dispuestos a sufrir con Él. Pablo continúa y muestra que aun “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Para más información acerca de la increíble herencia que Dios ofrece en el Reino de Dios, vea nuestro artículo “Hijos de Dios”.