El Salvador y Rey prometido
Y reinará sobe la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Porque han visto mis ojos tu salvación.
El ángel Gabriel reveló a María que Jesucristo nacería para ser un Rey —¡un Rey eterno! Los judíos esperaban un Mesías que quitaría los grilletes de sus gobernantes romanos y restablecería el reino de Israel en ese tiempo. Pero una revelación posterior mostraría que el Reino de Cristo no era de esa era, sino que sería establecido a su segunda venida (Juan 18:36; Apocalipsis 11:15).
Dios reveló a Simeón que Jesucristo cumpliría también el rol de Salvador (Lucas 2:30). Parece ser que este rol fue menos entendido por los judíos del primer siglo, pero este rol iba a ser un elemento fundamental de la primera venida de Cristo.
Ana la Profetisa también proclamó el rol de Jesucristo como Redentor: “Ésta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:38). Jesucristo pagó el rescate, la pena de muerte, en lugar nuestro, viniendo a ser nuestro Salvador y Redentor.
Como Simeón y Ana, nosotros podemos estar eternamente agradecidos por ambos roles de Jesucristo —como Salvador y Rey.
Para entender más acerca del plan de Dios y los roles de Jesucristo, vea nuestra folleto El Misterio del Reino.