En Cristo todos serán vivificados
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Este capítulo —1 Corintios 15— a menudo se conoce como el capítulo de la resurrección. En parte para combatir las enseñanzas de algunos que no creían en la resurrección (v. 12), Pablo mostró la realidad de la resurrección de Jesucristo y cómo ésta demostró el poder y la disposición de Dios para resucitar a todos.
Adán fue el predecesor de toda la raza humana, y su decisión de comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal fue un anticipo de la decisión que todos los seres humanos han hecho desde entonces. Esa decisión fue cometer pecado, el cual conduce a la muerte. Dios le había dicho a Adán que si él comía del fruto prohibido, “ciertamente morirás” (Génesis 2:17).
Pero Jesucristo vino para resolver el problema del pecado humano y la muerte. Él dio su vida para pagar la pena del pecado en lugar nuestro, haciendo posible para nosotros arrepentirnos y ser perdonados. Entonces Él fue resucitado, llegando a ser el predecesor de todos los seres humanos que vivirán otra vez.
Todos volverán a vivir, pero no todos al mismo tiempo (1 Corintios 15:23) y no a todos les será dada vida eterna. Daniel 12:2 explica que todos los que están en la tumba serán resucitados, “unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Nosotros esperamos y oramos que el segundo grupo sea muy pequeño.
Lea más acerca de la resurrección en el artículo “Resurrecciones: ¿Qué son?”.