Hacedores de la palabra y el espejo espiritual
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Oír las Escrituras en la Iglesia es una gran bendición. Estudiar la Biblia es una parte esencial de la vida cristiana. Meditar en la Palabra de Dios es agradar a Dios. Pero estas cosas no son suficientes. Los cristianos deben no sólo oír, sino hacer.
Santiago describe el cuadro vívido de un hombre que se mira en un espejo, pero no hace nada después con su cabello alborotado y la cara sucia que vio en el espejo. Olvidar lo que él vio es lo mismo que le ocurre a un supuesto cristiano que olvida que Dios nos dice que cambiemos.
Santiago describe la ley de Dios como “la perfecta ley de libertad”. Esta libertad requiere arrepentimiento (un giro en “U” para salir del camino de Satanás y a cambio ir por el camino de Dios) y perdón de los pecados pasados. El sacrificio de Jesucristo pagó nuestra pena por los pecados y nos liberta de la esclavitud al pecado y la culpa. Entonces estaremos verdaderamente libres para obedecer la benéfica y “perfecta ley de libertad” con la ayuda del Espíritu Santo de Dios.
Si usted desea saber más acerca de examinarnos a nosotros mismos en el espejo de la ley de Dios, vea nuestro artículo “¿Cómo debemos arrepentirnos?”.