La advertencia de Dios para Caín —y para nosotros

Génesis 4:7  

Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

Dios le habló estas palabras a Caín después de que Él viera que Caín se había enojado porque Dios había rechazado su ofrenda (Génesis 4:5). En lugar de responder al disgusto de Dios con una actitud arrepentida y un deseo de cambiar, Caín respondió con enojo celoso y amargura hacia su hermano. Dios, quien conoce el corazón, pudo discernir que el enojo de Caín estaba aumentando hasta un punto peligroso.

Así, Dios le habló a Caín animándolo y advirtiéndolo:

  1. Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” Si bien es cierto que Dios había rechazado la ofrenda de Caín debido a la actitud detrás de la misma, Él todavía le ofreció a Caín esta palabra de aliento diciéndole que Caín podía cambiar. Él todavía podía arrepentirse y “hacer bien” y “ser aceptado”. Esto es lo que Dios quería que Caín hiciera. La voluntad de Dios es siempre que las personas deben arrepentirse (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9). Si Caín hubiese reaccionado apropiadamente al rechazo de Dios, su enojo se habría convertido en “la tristeza que es según Dios [que] produce arrepentimiento para salvación” (2 Corintios 7:10).

  2. Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta”. Dios le advirtió a Caín que estaba muy cerca de pecar —transgredir la ley de Dios. El pecado empieza con lo que está en nuestra actitud y mente. En este punto, a menos que él se detuviera, arrepintiera y comprometiera a cambiar, la actitud y mente de Caín iban en la dirección del odio hacia su hermano, lo cual es la raíz de homicidio (Mateo 5:21-22). Estudie usted Santiago 1:14-15 detenidamente para entender el proceso de cómo los pensamientos pueden precipitar el pecado.

  3. A ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Para concluir, Dios le advirtió a Caín que si él continuaba por el camino al pecado, el pecado finalmente gobernaría sobre él. El pecado se convertiría en su amo y él se convertiría en su esclavo.

Jesús enseñó que “todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). El pecado es comparado con la esclavitud porque nos atrapa en comportamiento negativo que destruye nuestra vida (física y espiritualmente), a menudo conduce a otros pecados, se convierte en una adicción que es extremadamente difícil de controlar para los seres humanos, y nos lleva a estar bajo el control opresivo de Satanás.

Si usted desea aprender más acerca del pecado como esclavitud, estudie las siguientes escrituras: Proverbios 5:22; Romanos 6:6, 12, 16, 19-20; Efesios 2:2.

Si usted desea aprender más acerca de cómo detener la progresión del pecado en su vida, lea el artículo titulado “Las consecuencias del pecado”.

Ask a Question