Ninguno busque su propio bien
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
El asunto relacionado con comer carnes limpias que hubiesen sido sacrificadas a los ídolos era muy serio para los cristianos del primer siglo. Si bien Pablo enseñó claramente que uno no debía “participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”, haciendo referencia a la participación de una fiesta dedicada a un dios pagano, también les enseñó que los miembros que iban al mercado a comprar carnes limpias no tenían que preguntar si el animal había sido sacrificado inicialmente a un ídolo pagano (v. 25).
Cuando el apóstol Pablo se dio cuenta de que comer carne sacrificada a los ídolos podía traer problemas de conciencia para algunos creyentes —especialmente para las personas que acababan de salir del paganismo— les advirtió que no hicieran nada que pudiera ofender a los demás hermanos.
El principio que Pablo quería recalcar era que los miembros deben hacer lo que sea “edificante” para sus hermanos en la fe (v. 23).
Una enseñanza fundamental del cristianismo es buscar el bienestar de los demás. La mente de Cristo es vencer la “vanagloria” y “antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3-5)
Si usted desea aprender más acerca de cómo Dios quiere que nosotros mostremos amor, lo invitamos a leer “Los Diez Mandamientos en la actualidad”.
