Para dar arrepentimiento y perdón de pecados
Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
La dramática historia en Hechos 4 y 5 es un testimonio asombroso de la inspiración y poder de Dios a través de su Espíritu. Primero, Pedro y Juan fueron arrestados y severamente amenazados para que no predicaran en el nombre de Jesús (Hechos 4:18-21). Después aparentemente todos los apóstoles fueron puestos en prisión y fueron libertados milagrosamente por un ángel (Hechos 5:17-20).
En vez de esconderse, ellos obedecieron el mandato del ángel de ir a predicar en el templo otra vez (Hechos 5:20-21). Los oficiales y el concilio judío no supieron que hacer con el hecho de que la prisión estaba todavía cerrada, y los guardias estaban todavía custodiando las celdas vacías. Parece ser que ellos no supieron que los apóstoles habían escapado.
Pedro y los otros apóstoles fueron llevados ante el concilio otra vez y ellos hablaron audazmente. Pedro no sólo acusó al concilio de homicidio, él proclamó que Jesús estaba a la diestra de Dios y es nuestro Salvador. Como resultado del sacrificio de Jesús, Dios concede arrepentimiento y está dispuesto a perdonar nuestros pecados. Jesús mismo había explicado que el gran amor de Dios hace esto posible, como lo cubrimos en nuestro comentario acerca de Juan 3:16.
No sólo los apóstoles fueron testigos de las acciones y de las palabras de Jesucristo, los milagros llevados a cabo por medio del poder del Espíritu Santo de Dios también dieron testimonio de que es el Hijo de Dios. Dios dio su Espíritu a los que se arrepintieron y fueron bautizados (Hechos 2:38) —a los que se comprometieron a obedecerlo, lo cual implica que el concilio judío no se había arrepentido.
Lea acerca de cómo Dios salvó a los apóstoles del enojo del Sanedrín en Hechos 5:33-42. Y lea más acerca del Espíritu Santo en “¿Cómo saber si tiene el Espíritu Santo?” y “¿Es el Espíritu Santo una persona?”.