Que habléis todos una misma cosa
Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente en en un mismo parecer.
El apóstol Pablo estaba triste y preocupado por las noticias que había recibido acerca de miembros fieles en la iglesia en Corinto. Algunos estaban aceptando diferentes doctrinas que eran falsas y les habló acerca de algunos pecados y comportamientos que no eran correctos y que estaban siendo tolerados por la congregación.
Las facciones se formaron porque algunos reclamaban un trato diferente diciendo que habían seguido y/o habían sido bautizados por líderes de mayor perfil, incluyendo a Pablo, Apolos y Pedro. ¡Incluso, algunos reclamaban un estatus especial porque decían que habían seguido a Cristo (dando a entender que ellos estaban haciendo mucho más que otros cristianos)!
Pablo les explicó que él no quería sus propios seguidores —ellos debían seguirlo a él de la misma forma en que él seguía a Jesucristo (1 Corintios 11:1). Cristo no está dividido y los seguidores de Cristo deben esforzarse por tener su mente y su juicio. La unidad y la armonía cuando hablan las mismas cosas son frutos de seguir la guía del Espíritu Santo y de permitir que Jesucristo viva en nosotros. Si desea más información acerca de la unidad, lo invitamos a ver “Manifestaciones de la unidad”. Para más información acerca de cómo Cristo vive en nosotros, lo invitamos a leer “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Él en usted?”.