Si no anunciare el evangelio

1 Corintios 9:16   

Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!

En 1 Corintios 9, Pablo sintió la necesidad de defender su ministerio y de demostrar que los ministros tienen el derecho a recibir un salario por su labor. Pablo quería que los corintios entendieran que, como apóstol, él tenía el derecho de recibir apoyo económico por parte de ellos, aunque no lo hubiera solicitado. Él no quería que su actitud de abnegación fuera malinterpretada.

Por supuesto Pablo no estaba predicando el evangelio —las buenas noticias del Reino de Dios (Marcos 1:14-15)— para sacar provecho económico o material ni para alardear acerca de sus logros. Pablo sentía la obligación de predicar. Él creía que si no cumplía su misión —si al igual que Jonás trataba de evadir su responsabilidad— “¡Ay de mí!” (v. 16).

Dios le encomendó esa labor a él, y lo mejor que podía hacer era cumplirla de buen agrado (v. 17). Así, tenía la esperanza de ser partícipe del galardón cuando las buenas noticias se cumplieran (v. 24).

Jesucristo le encomendó no sólo al apóstol Pablo, sino a toda la Iglesia que predicara las buenas noticias al mundo entero (Mateo 24:14; 28:19-20). ¡Ay de nosotros si no predicamos el evangelio! Si usted desea leer más acerca del evangelio, lo invitamos a ver nuestro artículo “¿Qué es el evangelio del Reino?”.

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