“Tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Estos versículos tienen mucho significado. Los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento fueron un tipo físico del papel espiritual que Jesucristo desempeñó y desempeña. Ellos presentaban sacrificios de animales en el templo como un recordatorio de los pecados, pero Jesús se presentó a sí mismo como el sacrificio verdadero que puede quitar la pena del pecado. Como el Hijo de Dios, su vida tuvo más valor que todas las otras vidas combinadas, y se presentó a sí mismo como un sacrificio directamente a Dios en el cielo.
No obstante, el hecho que Él es nuestro Dios y Creador, Jesús vino a la Tierra para vivir como nosotros vivimos de tal manera que puede sentir empatía con nuestras fallas humanas, enfrentándose a la magnitud completa de la tentación y no obstante siempre escogiendo no pecar.
“De hecho, el único sin pecado conoce la fuerza de la tentación en una forma que nosotros quienes pecamos no la conocemos. Nosotros nos rendimos antes de ser expuestos a la magnitud completa de la tentación; únicamente Él quien no cede conoce su magnitud completa” (Comentario de la Biblia NIV de Zondervan, Vol. 2, 1994, p. 959).
Jesús entiende nuestras debilidades y tentaciones y está idealmente equipado para ayudarnos a vencerlas. Para más información acerca de vencer la tentación, vea los artículos “La tentación” y “Siete pasos para vencer al pecado”.