El significado de Mateo 4:4: “No sólo de pan vivirá el hombre”
Necesitamos alimento físico para vivir, pero éste sólo nos puede sustentar por algún tiempo. La Biblia contiene las palabras de Dios —¡alimento espiritual que nos lleva a la vida eterna!
La batalla había comenzado.
Jesucristo había estado ayunando. Durante 40 días no había ingerido ningún alimento. El Evangelio de Mateo registra uno de los mayores eufemismos de la Biblia: “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre” (Mateo 4:2).
Después apareció Satanás y trató de aprovecharse de su necesidad física de alimentarse.
Satanás desafió a Cristo diciendo, “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (v. 3).
Satanás no sólo se estaba aprovechando de la necesidad física de alimento de Jesús. Satanás estaba intentando llevar a Cristo hacia su trampa y que pecara contra Dios al anteponer sus necesidades por encima de lo que Dios esperaba de Él.
Cristo no cayó en la trampa.
Ante el desafío de Satanás, Jesús le respondió con las palabras escritas de Dios, “Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (v. 4). ¿Qué significa este versículo y por qué Jesús lo citó en ese momento tan crucial?
Nuestra dependencia de Dios
Cuando nuestras necesidades físicas de alimento, agua, vestido y refugio están suplidas, no tendemos a pensar mucho de la dependencia que tenemos de esas cosas. Simplemente lo damos por sentado. Pero sin alimentos o agua, no podemos vivir por mucho tiempo. Sin ropa y un refugio contra los diferentes elementos, las temperaturas extremas terminarían por afectarnos.
Esto resalta una importante verdad: no somos completamente autosuficientes. Sin importar nuestra riqueza o habilidades, eventualmente moriríamos. No hay ninguna cantidad de alimentos o refugios que puedan prevenir nuestra muerte. En primer lugar, Dios es el que nos dio la vida. Es Dios quien nos provee con el aire que respiramos y el alimento que ingerimos.
Sólo Dios puede darnos una vida sin final.
En primer lugar, Dios es el que nos dio la vida. Es Dios quien nos provee con el aire que respiramos y el alimento que ingerimos. Sólo Dios puede darnos una vida sin final.
Curiosamente, Cristo citó un versículo del Antiguo Testamento: Deuteronomio 8:3. Analicemos el contexto de este versículo. Moisés se dirigía a los antiguos israelitas poco antes de que entraran en la Tierra Prometida, una tierra donde tendrían acceso a abundantes alimentos y recursos.
Moisés les recordó cómo Dios había provisto para ellos durante los 40 años que habían deambulado por el desierto. Dios era quien los alimentaba, les daba agua, evitaba que sus ropas se desgastaran y los protegía de las inclemencias del clima.
Veamos lo que dijo Moisés: “Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que el Eterno prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el Eterno tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca del Eterno vivirá el hombre” (Deuteronomio 8:1-3, énfasis añadido).
El contexto de este pasaje es acerca de la importancia de la obediencia. En esencia, Dios les estaba diciendo que debían depender más de sus bendiciones para obedecer que de los alimentos. Cuando Cristo citó este versículo, estaba reafirmando que obedecer a Dios es más importante que tener el estómago lleno.
Pero, ¿por qué la obediencia es más importante que el alimento físico?
Jesucristo y el pan del cielo
El pan es quizás el alimento más común en el mundo. De hecho, durante miles de años la gente ha asociado el pan con el alimento.
Como leemos en Deuteronomio 8, Dios proveyó milagrosamente de comida a los israelitas. Seis días a la semana, durante 40 años, los israelitas encontraron “pan del cielo” en el suelo por la mañana. El único día en que no llovió maná fue el sábado, pero los israelitas recibieron una ración doble el sexto día para que les durara hasta el final del séptimo día (Éxodo 16:4-35).
Cristo utilizó esto como una herramienta de enseñanza durante su ministerio. Sabiendo que su audiencia entendía esta parte de su historia, se llamó a sí mismo el pan del cielo y el pan de vida (Juan 6:32-35, 48-51).
¿Cómo es posible?
El apóstol Pablo dejó claro que el que condujo a los israelitas a la Tierra Prometida fue Jesucristo (1 Corintios 10:1-4). (Si usted desea saber más acerca de este tema, lo invitamos a leer, “¿Jesús en el Antiguo Testamento?”.)
Ésta es una de las razones por las que Cristo puede afirmar que Él es el pan de vida.
En su explicación acerca del pan del cielo, Cristo dijo a los presentes que todos los que comieron el maná se mantuvieron sólo durante 40 años. El maná no les dio vida eterna; al final todos murieron (Juan 6:49).
Jesús les dijo que sus palabras eran el verdadero pan del cielo porque conducen a la vida eterna (vv. 51, 63). Las Escrituras señalan que el camino hacia la vida eterna es por medio de Jesucristo y sus palabras.
Buscar la justicia de Dios
A diferencia de la mayoría de los que escucharon a Jesús, Pedro mostró cierto grado de entendimiento. Afirmó que Jesús tenía “palabras de vida eterna” (v. 68).
En el Sermón del Monte, Cristo dijo que los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados (Mateo 5:6). Cuando uno tiene hambre o sed, quiere satisfacer esas necesidades. De la misma manera que queremos satisfacer nuestras necesidades físicas, Dios quiere que deseemos saciar nuestras necesidades espirituales viviendo según sus palabras y mandamientos.
Así como las personas no pueden crecer físicamente si descuidan el alimento y el agua, nosotros no podemos crecer espiritualmente si descuidamos estudiar y vivir de acuerdo con la Palabra de Dios.
Sí, el pan —el alimento— es importante porque no viviríamos mucho tiempo sin él. Pero sin importar cuantos alimentos ingiramos, al final moriremos, como murieron los israelitas hace siglos. Pero el pan del cielo, la Palabra de Dios, es el alimento espiritual que conduce a la vida eterna.
Así como el pan físico debe ser digerido por el cuerpo para que pueda ayudarnos a crecer, la Palabra de Dios debe ser digerida espiritualmente —puesta en práctica— para que podamos crecer espiritualmente (Santiago 1:22-25). Cuanto más estudiemos y apliquemos las Escrituras, más creceremos espiritualmente (Hebreos 4:12).
Sí, cuando nos alimentamos constantemente de las Sagradas Escrituras, no vivimos sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Fecha de publicación: Enero 3, 2025