La lucha contra las obras de la carne: contiendas
En la undécima publicación de esta serie acerca de las obras de la carne, analizaremos varias estrategias que podemos usar para vencer las contiendas en nuestra vida.
No hay ningún pasaje en la Biblia que diga: “Te degradarás a ti mismo y no tendrás aspiraciones en tu vida”. De hecho, la Biblia anima a la gente a tener aspiraciones extremadamente altas. La más alta de todas es convertirse en un ser espiritual en la familia de Dios (1 Juan 3:1) y reinar con Jesucristo (2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 5:10). Dios espera que trabajemos duro en nuestra vida, protegiendo y proveyendo a nuestras familias y creciendo continuamente en sabiduría y conocimiento. Éstas son buenas ambiciones.
Sin embargo, las contiendas se pueden describir como un estilo de vida basado en el “obtener” —el cual típicamente utiliza y desecha a los demás en la búsqueda del progreso personal. Satanás el diablo es el mejor ejemplo de esta actitud, que es también una de las obras de la carne humana. Él permitió que su orgullo y su violento descontento alteraran su mente hasta el punto de llegar a pensar que debía gobernar en lugar de Dios (Isaías 14:13).
Ya que esta obra de la carne está tan estrechamente ligada al problema de Satanás, es importante que todos seamos muy cuidadosos para asegurarnos de que no sea uno de nuestros problemas.
Mentiras acerca de las contiendas
Mentira No. 1: “La competencia ambiciosa contribuye a que haya más movimiento, y es buena para todo nuestro sistema económico. Las personas deberían aspirar a cosas más grandes y mejores para sí mismas; hace que haya un mercado saludable”.
Esta mentira asume que, si algo es bueno para un sistema económico, entonces es bueno para nosotros, incluso si tenemos que desarrollar una mentalidad que sea espiritualmente destructiva y satánica. Esta mentira hace que la gente piense que un sistema mundano basado en la filosofía del “obtener” es de alguna manera normal y hace que comprometerse con la Palabra de Dios sea prescindible.
Los cristianos no deben hacer nada por medio de las contiendas —porque los cristianos deben desarrollar un estilo de vida de servicio y abnegación.
Pero Dios establece un estándar mucho más alto en Filipenses 2:3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. El hecho de que un sistema financiero se construya sobre el egoísmo y la ambición no les da autorización a los cristianos de comprometer el estándar de Dios. Los cristianos no deben hacer nada por medio de las contiendas —porque los cristianos deben desarrollar un estilo de vida de servicio y abnegación.
Debemos tener en cuenta que tratar de mejorar su vida a nivel financiero y tener éxito en una carrera no necesariamente está mal. La Biblia da muchos concejos acerca de cómo tener éxito en la vida y en una carrera (Deuteronomio 8:18). ¡El verdadero punto es la actitud que tenemos!
Mentira No. 2: “Usted se merece todo lo que quiera en esta vida. ¡Tome lo que es suyo!”
¿Realmente nos merecemos todo lo que este mundo tiene para ofrecer? O, más importante aún, ¿deberíamos involucrarnos en todo lo que este mundo tiene para ofrecer? Satanás creía que merecía gobernar el universo en lugar de su Creador —pero estaba muy equivocado. Napoleón creía que merecía gobernar sobre la Europa continental —y estaba equivocado. Hitler tenía la ambición de gobernar el mundo entero. Él también estaba equivocado. Éstos son ejemplos extremos, pero demuestran que no nos está permitido perseguir ninguna forma de ambición que se nos pueda ocurrir en el camino.
Sólo porque queramos algo, no significa que debamos tenerlo o incluso esforzarnos por conseguirlo. ¿Cuál es el punto de adquirir de manera egoísta más poder, dinero y prestigio cuando Dios dice que va a llegar el momento en que la gente va a tirar su dinero en las calles y que estas cosas pueden ser un obstáculo para lo que es realmente importante (Mateo 19:24)?
Estrategias para combatir las contiendas
1. Propóngase a que su característica primordial sea el “dar” y no el “obtener”.
Como se dijo antes, Dios no quiere que nos complazcamos en la autodegradación, sin metas para mejorar nuestra vida. Él quiere que trabajemos arduamente y disfrutemos de nuestra labor (Eclesiastés 5:18) y que nos esforcemos por llevar una vida físicamente abundante (Juan 10:10). Sin embargo, hemos visto que debemos luchar contra el impulso de escalar de manera egoísta a posiciones físicas elevadas que Dios no querría para nosotros o que destruyen nuestro carácter.
Tenemos que practicar el “dar” en lugar del “obtener”. Pregúntese si sus sueños físicos de grandeza, fama o incluso abundancia financiera están más enfocados en conseguir para nosotros mismos que en darle a los demás. En 1 Corintios 10:24, Pablo nos dice: “Ninguno busque su propio bien sino el del otro”.
Por ejemplo, podemos tener el objetivo de iniciar un pequeño negocio. Ésa podría ser una iniciativa totalmente buena y honorable si lo hacemos para tener seguridad financiera personal, para tener dinero y darles a otras personas, para ahorrar una herencia y dejársela a nuestros hijos y para proveer trabajo a la gente de nuestra comunidad. Ése sería un ejemplo de una ambición adecuada y desinteresada. Por otro lado, podríamos tener exactamente el mismo objetivo con el propósito de llevar una vida de riqueza extravagante, conseguir todas las cosas físicas que deseamos y ganar prestigio dentro de nuestra comunidad (y cuidar poco a nuestros empleados durante el proceso).
2. Desear grandeza y abundancia espiritual más que lo físico.
Si usted cree lo que la Biblia profetiza acerca del futuro, usted entiende que este mundo presente es temporal (1 Pedro 3:10). Esta vida pretende ser un período de preparación para el Reino de Dios, un tiempo para crecer en carácter de acuerdo con Dios (2 Pedro 3:14). Por eso Cristo nos enseña “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33) —en lugar de las ambiciones y anhelos físicos.
Después de la primera prioridad de desarrollar el carácter espiritual, Dios espera que trabajemos arduamente, disfrutemos la vida y proveamos una herencia para nuestros hijos. Estas metas están bien —si se priorizan en el lugar correcto y si se hacen por las razones correctas.
3. Aprenda a aborrecer las contiendas.
Orgullo. Descontento. Usar y manipular a los demás. Ingratitud —estas son sólo algunas de las causas y resultados de las contiendas. La imagen de un joven adulto quejumbroso que siente que el mundo le debe todo es un ejemplo de lo repugnante y poco atractiva que pueden ser las contiendas. Dios vio de primera mano la contienda cuando Satanás trató de tomar su trono. Podemos ver cómo destruyó a Lucifer —y debemos aborrecerla porque también puede destruirnos a nosotros.
Las contiendas desvían nuestra energía de tratar de agradar a Dios, ¡hacia tratar de engrandecernos ante nuestros propios ojos!
Para aprender más acerca de cómo llevar una vida de servicio —la antítesis de la contienda— lea nuestro artículo “Un corazón que sirve” que aparece en la edición de septiembre/octubre de 2014 de la revista Discernir.
Ésta es la undécima de una serie de diecisiete partes: “La lucha contra las obras de la carne”. Para leer la parte 10, vea “Iras”. Para continuar la serie, vea la parte 12 “Disensiones”.
Fecha de publicación: Febrero 15, 2015