El apóstol Pablo utilizó una expresión en Romanos 8:37: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. ¿Cómo nos convertimos en esta clase de vencedores?
Romanos 8 está lleno de pasajes inspiradores. Aunque Pablo no trató de ocultar los difíciles desafíos que puede enfrentar un cristiano, él también afirmó:
- “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (v. 18).
- “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (v. 28).
- “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (v. 31).
A pesar de todas las pruebas, Pablo dijo que ninguna de esas cosas nos podía separar del amor de Cristo. Y en Romanos 8:37 escribió un versículo fascinante que hace énfasis en la transformación que debemos tener como cristianos:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
Qué significa más que vencedores
La palabra que Pablo utilizó viene de la raíz griega nikao “conquistar” (Thayer), que, como veremos, también significa vencer.
La expresión “más que vencedores” es hypernikao, y Thayer la define como: “ser más que un conquistador, obtener una victoria incomparable”.
Albert Barnes comenta acerca de esta expresión: “Ellos no son los vencedores, somos nosotros. Nuestra fe no es destruida; nuestro amor no disminuye; nuestra esperanza no es pisoteada. Pero no es simplemente una victoria; no es sólo la vida; es más que un simple triunfo; reafirma nuestra fe, aumenta nuestra fuerza, desarrolla nuestro amor por Cristo. La palabra que se utiliza aquí es fuerte, es una expresión enfática, como las que Pablo suele emplear” (Las notas de Albert Barnes sobre toda la Biblia, nota acerca de Romanos 8:37).
Del miedo a la fe
Ésta es una promesa maravillosa, pero la Biblia es muy clara al decir que cuando comienzan su camino los cristianos no son ya vencedores espirituales. Los cristianos no comienzan como los poderosos o sabios del mundo (1 Corintios 1:26), con frecuencia lo hacen como los débiles en la fe y los temerosos.
Pero con la infinita misericordia y fuerza de Dios, somos llamados a cambiar —a ser transformados (Romanos 12:2). Somos llamados a crecer en la fe y convertirnos en vencedores, conquistadores —¡y en más que vencedores!
¿Qué quiere Dios que hagamos?
El que venciere
Dios dice al final de la Biblia: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7). “Venciere” también viene de la palabra griega nikao, “conquistar”.
Esto contrasta con la característica negativa “cobardes” que encontramos en el siguiente versículo. La palabra griega traducida como “cobardes” es delios y Thayer la define como: “tímido, temeroso”. Más adelante mencionaremos otras acepciones de la palabra.
Así que somos llamados a ser vencedores, a vencer todos los pecados e incluso la cobardía. Y, como veremos, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para convertirnos en vencedores.
Así que somos llamados a ser vencedores, a vencer todos los pecados e incluso la cobardía. Y, como veremos, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para convertirnos en vencedores.
Podemos vencer por medio del sacrificio de Cristo, nuestro arrepentimiento y el perdón de Dios, y a través del poder que Dios nos da por medio del Espíritu Santo. (Si usted desea estudiar más acerca del tema, lo invitamos a leer nuestro folleto ¡Cambie su vida!)
Esfuérzate y sé valiente
Entonces, si comenzamos como débiles en la fe y en el poder espiritual, ¿qué debemos hacer?
Primero, tenemos que darnos cuenta de que estamos en buena compañía. Pensemos que Timoteo probablemente era un poco tímido (2 Timoteo 1:7) y que a Josué se le encomendó seis o siete veces: “esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:6). ¡Eso es muy animador!
Y nosotros también nos podemos animar con esta instrucción, ya que Dios desea que nos esforcemos y seamos valientes.
¿Por qué estáis así amedrentados?
Analicemos un relato de los Evangelios, en el que los discípulos que Jesucristo había escogido tuvieron miedo (delios, que también puede ser traducido como cobarde). Jesús y sus discípulos estaban en una barca en el mar de Galilea:
“Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:37-40).
¡Reconozco que me habría costado mucho no tener miedo en esa situación! Si estos experimentados pescadores sintieron que ese podría ser el final —que iban a morir— ¡quién soy yo para estar en desacuerdo!
Pero Jesús esperaba que ellos crecieran en la fe. Otras versiones dicen: “¿Cómo no tenéis fe?”.
El plan de Dios es que ellos y nosotros crezcamos en la fe. Sabemos que ellos superaron la cobardía y fortalecieron su fe después de esto.
Nosotros también podemos vencer el temor y la cobardía y crecer en la fe.
Cómo crecer en la fe y vencer
¿Cómo crecemos en la fe, en el valor para vencer? La Biblia nos enseña varios pasos concretos para lograrlo.
- Estudie lo que Dios ha hecho y prometido en la Biblia. Estudie los ejemplos de lo que Dios ha prometido y cumplido, desde apaciguar el mar para los discípulos hasta partir en dos el río Jordán y derrumbar las murallas de Jericó ante Josué.
El ánimo y la ayuda de Dios cumplieron su cometido en la vida de Josué. Se convirtió en un vencedor, en un conquistador. Josué 10:40 dice: “Hirió, pues, Josué toda la región de las montañas”. Los discípulos también vencieron el miedo y se convirtieron en vencedores.
En Hechos 3, Dios utilizó a Pedro y a Juan para llevar a cabo un milagro sobresaliente, esto atrajo una multitud y eventualmente a los líderes religiosos, quienes arrestaron a Pedro y a Juan. Cuando fueron interrogados, los discípulos ya no estaban temerosos y Pedro no negó a Cristo; en cambio, predicó vehementemente que el milagro había sido realizado en el nombre de Jesucristo de Nazaret, cuyos captores lo habían crucificado (Hechos 4:8-10, 13, 19).
Pedro y Juan vencieron el temor y se volvieron valientes. Se convirtieron en vencedores —¡conquistadores!
- Pedir por fe en las oraciones. Presentarse con resolución ante el trono de gracia y pedir por más fe. Algunas personas han orado “aumenta nuestra fe”. Otro hombre pidió en medio de una dura prueba “Creo, ayuda mi incredulidad”. Dios escucha estas oraciones y ayuda.
- Ponerse la armadura de Dios, y así: “fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. Tenemos una serie de excelentes artículos en línea que abarcan todos los elementos de la armadura de Dios y cómo utilizarla.
- Confrontar los pecados personales. La forma de enfrentar el pecado no es escondiéndose o negándolo, es dejar de hacerlo. “El que encubre sus pecados no prosperará. Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).
- Vivir por fe. Trate de que todas sus decisiones sean tomadas con base en el criterio: ¿qué querría Dios que yo hiciera? Debemos hacer los cambios necesarios para vencer al mundo y parecernos cada día más a Cristo. Pídale ayuda a Dios —no permita que el miedo y el desánimo lo paralicen. Dios nunca lo va a dejar o abandonar (Hebreos 13:5). Confíe en Él.
- Vencer con el bien el mal (Romanos 12:21). Cuando llenamos nuestra vida con buenos pensamientos y acciones, el mal es desplazado y vencido. Usted puede leer más acerca de este tema en “Llevar todo pensamiento cautivo”.
“Gracia para el oportuno socorro”
Dios sabe que ha llamado al débil, despreciado y temeroso. Pero nos da todo el ánimo que necesitamos para confiar en su fuerza y poder y la valentía que viene a través del Espíritu Santo. Él provee “gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Él quiere que nos esforcemos y seamos valientes, que seamos esos vencedores que Él promete que va a bendecir abundantemente. Él quiere que nosotros venzamos la influencia del mundo y de Satanás.
Dios quiere que venzamos. Él nos va a ayudar. ¡Esforcémonos y seamos valientes y convirtámonos en “más que vencedores”!