¿Qué quiere decir la Biblia con un corazón contrito y humillado? ¿Por qué Dios valora y promete morar con aquellos que están abatidos, lastimados o afligidos?
Cuando el rey David reconoció la gravedad de su pecado con Betsabé y su intento por cubrirlo que terminó con la muerte de su esposo, clamó a Dios en profundo arrepentimiento. El Salmo 51 registra sus sinceras oraciones y lo que ha aprendido acerca de cómo Dios quiere que nos acerquemos a él.
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (v. 17).
¿Qué quiso decir con eso? ¿Por qué Dios valora este tipo de sacrificio más que las ofrendas quemadas que había ordenado bajo el Antiguo Pacto?
David usó palabras similares años atrás, cuando estaba alabando a Dios por protegerlo del rey filisteo de Gat. Escribió: “Cercano está el Eterno a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu” (Salmos 34:18).
Dios valora mucho a los que están contritos
En el libro de Isaías, Dios muestra lo mucho que valora a los que están contritos:
- “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).
- “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla [reverencia] a mi palabra” (Isaías 66:2).
Dios nos ama y quiere que dejemos de seguir el camino que conduce a la muerte, y en su lugar sigamos la Biblia y sus leyes que llevan a la vida. Dios quiere que tengamos un espíritu humilde que esté dispuesto a cambiar, así como tener reverencia y amor por su Palabra, la cual revela la esencia de la verdad (Juan 17:17).
Como Jesús le dijera a la mujer samaritana en el pozo, Dios está buscando verdaderos fieles que adoren “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
¿Qué es un corazón contrito?
Las palabras hebreas traducidas “corazón” se refieren a “el ser interior de una persona”. Para los hebreos, el corazón era el centro de los afectos, de la voluntad y de la mente” (NKVJ Study Bible, Wordfocus, “heart”, p. 930) [Biblia de estudio versión New King James, enfoque de las palabras, “corazón”]. En estos pasajes, el espíritu también se refiere a nuestro ser interior, a nuestra disposición o a nuestra vida misma.
Así que tener un corazón contrito significa reconocer que somos pecadores y estamos quebrantados. Significa ser humilde y estar dispuesto a aprender.
La palabra traducida “contrito” en el Salmo 51 significa “ser quebrantado, abatido” (Diccionario hebreo caldeo de Gesenius). La palabra relacionada en el Salmo 34 significa “(1) muy abatido, quebrantado muy pequeño... poeta... para polvo... (2) quebrantado en espíritu, derribado”.
Así que tener un corazón contrito significa reconocer que somos pecadores y estamos quebrantados. Significa ser humilde y estar dispuesto a aprender. Significa tocar fondo y darse cuenta de que Dios y seguir su camino es lo único que puede cambiar las cosas para nosotros. Ser abatido, lastimado y quebrantado es un prerrequisito para ser sanado, perdonado y transformado.
Ejemplos de un corazón contrito y quebrantado
Dios llamó a David un hombre según su corazón (Hechos 13:22). Además del Salmo 51, discutido anteriormente, a continuación, hay algunas citas de otros salmos de David acerca del profundo arrepentimiento y la contrición de los que todos podemos aprender:
- “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Eterno no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al Eterno; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmos 32:1-5).
- “Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí... Por tanto, confesaré mi maldad, Y me contristaré por mi pecado” (Salmos 38:3-4, 18).
- “Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla” (Salmos 40:12).
- “Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria” (Salmos 73:21-24).
Estudie el resto de estas oraciones de arrepentimiento ante Dios para que pueda tener una imagen más completa del corazón contrito de David. Y vea también la oración sincera de Job en Job 42:1-6 y la oración de arrepentimiento de Daniel en Daniel 9:3-19.
Para más información, vea nuestros artículos “Orar con el corazón” y “La tristeza según Dios”.
¿Qué tipo de corazones no quiere Dios?
Para entender más acerca de por qué Dios quiere que tengamos un corazón contrito podemos analizar la clase de corazones que no le agradan a Dios. Todos estos son síntomas de una enfermedad cardíaca mortal a nivel espiritual.
- Un corazón duro. Comencemos con el Faraón que esclavizó a los israelitas y no dejaba ir al pueblo de Dios. Éxodo nos dice seis veces que el Faraón tenía un corazón “duro”. Incluso ante la evidencia del gran poder que Dios demostró por medio de las diez plagas, una y otra vez el “corazón de Faraón se endureció” (Éxodo 7:13 y más).
- Un corazón de piedra. Ezequiel nos dice que Dios nos quiere quitar el corazón de piedra que tenemos (Ezequiel 11:19).
- Un corazón que se llena de soberbia. Moisés advirtió de los peligros que podemos enfrentar cuando somos bendecidos materialmente. Explicó que es fácil olvidar que las bendiciones provienen de Dios y creer que hemos alcanzado el éxito por nuestros propios esfuerzos y justicia (Deuteronomio 8:11-14, 17). La autosuficiencia y el orgullo son características propias del corazón que se “enorgullezca” (v. 14). Nabucodonosor sirve como un poderoso ejemplo de alguien cuyo “corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo” (Daniel 5:20).
Otros corazones que no le agradan a Dios:
- Un corazón perverso (Salmos 101:4; Proverbios 12:8).
- Un corazón vanidoso (Salmos 101:5).
- Un corazón malo (Proverbios 26:23).
- Un corazón falso y rebelde (Jeremías 5:23).
- Un corazón pecaminoso (Jeremías 17:1)
- Un corazón perverso (Proverbios 17:20) y un corazón engañoso (Jeremías 17:9).
- Un corazón fornicario (Ezequiel 6:9).
- Un corazón duro y no arrepentido (Romanos 2:5).
- Un corazón con velo (2 Corintios 3:15).
- Un corazón malo e incrédulo (Hebreos 3:12).
¿Qué se puede hacer con todos estos síntomas de enfermedad cardíaca espiritual mortal?
Dios quiere un cambio de corazón
Dios dijo en Deuteronomio 5:29: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!”.
Ese cambio de corazón comienza con el arrepentimiento. Dios nos lleva a arrepentirnos humildemente con un corazón quebrantado, contrito, abatido y lastimado. Reconocemos que estamos quebrantados y nuestra incapacidad para repararnos. Vemos nuestros pecados y la suciedad que producen en nuestros corazones. Después podemos orar, como David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:10).
Para aquellos que se sintieron “compungidos de corazón” por causa de sus pecados y preguntaron qué hacer (Hechos 2:37), Pedro les hizo un llamado al arrepentimiento y les dio los pasos a seguir para llegar a ser un seguidor de Cristo con todo el corazón:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38).
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Un corazón nuevo y un futuro lleno de gozo
Dios los va a mirar y los va a acoger como niños cuyos corazones se alimentan al sentir que son amados y pertenecen a alguien.
El don del Espíritu Santo y del perdón de Dios limpia nuestros corazones y comienza el proceso de cambiarlos espiritualmente. Como Dios dijo en Ezequiel:
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 11:19).
Nuestro corazón duro y de piedra debe ser reemplazado por un corazón contrito y humillado para que Dios pueda crear en nosotros el corazón limpio, puro y saludable que esté totalmente dedicado a Él.
Él quiere escribir sus leyes en nuestros corazones (Hebreos 8:10) —a través del Espíritu para escribir “en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3:3).
Esta sanación, este trasplante de corazón, sólo es posible gracias al amor de Dios y al sacrificio de Cristo. Jesús dijo: “Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón” (Lucas 4,18).
Al hacer esto, Él cumple la maravillosa promesa del Salmo 147:3: “El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas”.
Los corazones humillados, lastimados y arrepentidos son necesarios para la transformación y sanación que Dios tiene en mente para comenzar. Si nos acercamos a Él contritos, Él puede crear en nosotros corazones puros, sanos, vivos y pacíficos que se regocijarán por siempre.
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). Y Dios los va a mirar y los va a acoger como niños cuyos corazones se alimentan al sentir que son amados y pertenecen a alguien. Juan escribió: “ Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1). Jesús dijo que sus seguidores no debían estar turbados de corazón, porque Él va a “preparar lugar para vosotros” (Juan 14:1-2). ¡El Dios que habita en la eternidad y mora en el lugar alto y santo quiere vivir con nosotros!
Al final nuestros corazones se van a regocijar (Salmos 105:3), van a experimentar “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7) y encontrarán “plenitud de gozo” y “delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11).
Este artículo sólo ha tratado de forma básica el tema de vital importancia del arrepentimiento —una parte esencial del plan de Dios para su salvación. Dé el siguiente paso ahora y estudie el artículo “¿Cómo debemos arrepentirnos?”.