No se preocupe por su vida

¿Cómo pretendía Jesucristo que sus discípulos no se preocuparan? Las imágenes de las palabras en su Sermón del Monte nos ayudan a entender una fuente de preocupación —y la solución.

Jesús caminó y enseñó en medio del turbulento y peligroso mundo del primer siglo controlado por el poderoso —y en ocasiones despiadado— Imperio Romano. Y a pesar de esto, en medio de lo que conocemos comúnmente como el Sermón del Monte, les dice a las multitudes que dejen de preocuparse (Mateo 6:25-34).

¿Cómo esperaba Cristo que la multitud viviera sin preocuparse por las cosas físicas?

La respuesta está en las metáforas que Él utilizó para abordar al tema de la preocupación.

Tesoros en el cielo

La primera metáfora que Jesús utilizó nos muestra la diferencia entre dos tipos de tesoro:

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (vv. 19-21).

Jesús no describió explícitamente los tesoros que se guardan en el cielo ni los terrenales. Se enfocó más en cómo esos tesoros se pueden perder.

La referencia a las polillas identifica un peligro para las telas, en especial la ropa. Es posible que no veamos la ropa como un tesoro, pero en ese momento en Judea y Galilea, la ropa era hecha a mano y muy costosa. En ese entorno, la persona del común tenía menos prendas para vestir y la moda cambiaba con mucha menos frecuencia.

Por estas razones, cuando una persona moría y tenía ropa que no se había desgastado, podía pasar a sus herederos. De hecho, cuando Jesús fue crucificado, los soldados romanos echaron suertes para decidir quien se quedaba con su ropa (Mateo 27:35). Por lo tanto, las polillas representaban una amenaza para la riqueza, de una manera que el lector moderno no consideraría. El punto es que, los tesoros en la tierra son vulnerables a la corrupción.

Los objetos más duraderos pueden ser objeto de robo. Los hogares comunes del primer siglo ofrecían poca seguridad para alguna persona que guardara unas monedas o un ungüento costoso en casa. Un ladrón decidido podía irrumpir en una residencia y llevarse lo que quisiera. En pocas palabras, Jesús estaba señalando la temporalidad de todas las cosas de este mundo material.

En lugar de identificar los tesoros terrenales, Jesús señaló su vulnerabilidad a las polillas y al orín, refiriéndose al deterioro y a los ladrones. El énfasis parece ser mayor en el lugar donde se almacena, que en el tesoro en sí.

¿Las riquezas o Dios?

Jesús utilizó otra metáfora en Mateo 6:24:

Una vez reconocemos que el aspecto espiritual es más importante, el valor que le damos a nuestros recursos físicos cambia.“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.

Para comprender esta metáfora, primero debemos saber que son las riquezas. La palabra es aramea y se refiere a los ricos o riquezas materiales. Este versículo en Mateo personifica la riqueza, planteándola como uno de los dos posibles señores —las riquezas o Dios.

La palabra amo significa señor, gobernante o dueño de un esclavo —alguien que puede decirle que debe hacer. (Durante el primer siglo, la esclavitud era común en todo el mundo romano.) Discípulos, súbditos y esclavos le debían lealtad absoluta al amo.

El Comentario bíblico del expositor cita al teólogo John R. W. Stott: “detrás de la elección entre dos tesoros (el lugar donde los almacenamos) y dos visiones (donde fijamos nuestra mirada) yace la decisión más básica para elegir entre dos señores (a quién vamos a servir)”.

Reunir las imágenes

Lo que hizo Jesucristo fue centrar nuestra atención en el panorama completo. Debemos decidir si los tesoros en la Tierra (representados por lo físico o material) son más importantes que los tesoros en el cielo (representados por las cosas espirituales).

Una vez reconocemos que el aspecto espiritual es más importante, el valor que le damos a nuestros recursos físicos cambia. Ese cambio, ese giro, afecta la manera en que tratamos y vemos a las demás personas. Básicamente, vemos nuestra riqueza terrenal como un regalo que Dios nos da, no sólo para nuestras necesidades, sino como un recurso que nos permite amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31).

Esta habilidad se convierte en un tesoro celestial, porque por medio de este amor hacia el prójimo demostramos nuestra voluntad de servir y amar al Padre:

“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).

En este punto del Sermón del Monte, la persona puede pensar: “Yo no hago de los tesoros terrenales mi objetivo principal en la vida” o “No soy codicioso”. Lo que dice Jesús después, cuando plantea una discusión de 10 versículos acerca de la preocupación, hace que esa sea una evasión imposible.

Versículos de la Biblia acerca de “no preocuparse”

En Mateo 6:25-34, Jesús dijo:

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.

“¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

“¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

“Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

“Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

Preocupación y codicia

En Mateo 6:25, Él comienza con un término que se traduce como “por tanto”. Esta expresión nos permite saber que Jesucristo vio una conexión entre lo que Él acababa de decir y lo que iba a discutir en ese momento. Además, al mencionar la ropa (vv. 28-30), Jesús hizo una referencia muy clara a los tesoros terrenales que se habían comentado previamente (vv. 19-21).

¿Qué conexión hay entre la preocupación, con la codicia, el egoísmo y la falta de cuidado por las otras personas? La relación se hace evidente cuando empezamos a considerar la motivación principal de cada una. La codicia, la lujuria y la avaricia provienen de un deseo por controlar nuestras necesidades y deseos materiales. Sucede lo mismo con la preocupación por las cosas materiales. Básicamente, la codicia y la preocupación pueden ser las dos caras de la misma moneda.

En el fondo, la codicia es impulsada por un deseo de acumular suficiente riquezas para establecer cierto control sobre las circunstancias personales de cada cual. Puede ser un esfuerzo por crear una defensa contra la pobreza o puede ser un intento por construir un estatus. La motivación principal —el control— es el mismo.

Por otro lado, preocuparse por cosas físicas es el temor de perder el control que conlleva a circunstancias indeseables, tales como la pobreza o la pérdida de prestigio. Debemos soltar todos esos miedos desmedidos de perder el control y el deseo excesivo de obtenerlo.

Buscar primero el Reino de Dios

Gran parte de la audiencia de Cristo en el primer siglo debió llegar a la conclusión de que no eran codiciosos. Muchos de nosotros haríamos lo mismo en este momento. Sin embargo, muy pocos de nosotros podríamos asegurar que llevamos una vida sin preocupaciones.

A través de esta transición de la codicia a la preocupación, Jesús dejó claro que todos nosotros necesitamos pensar realmente en dónde están nuestros tesoros y a quien le debemos nuestra lealtad. El hecho de que ya no codiciemos bienes materiales no quiere decir que no le sirvamos a las riquezas.

Esto no significa que debamos vivir sin una disciplina financiera, sin planeación o sin trabajar arduamente. Lo que significa es que después de que hacemos todo lo que podemos hacer, confiamos en que Dios nos proveerá. Jesucristo les aseguró a sus seguidores que el Padre conoce todas nuestras necesidades (v. 32), y luego los exhortó a que: “buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia” (v. 33).

Reconocer que no podemos tener el control absoluto sobre nuestra vida requiere de humildad. Por esta razón, más adelante el apóstol Pedro animó a los cristianos a que: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).

Si desea conocer los consejos bíblicos para vencer la preocupación, lo invitamos a ver nuestros recursos en línea, “Cómo vencer la ansiedad”, “Cómo enfrentarnos a la ansiedad” y “Cómo encontrar la paz mental”.

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