Dios comenzó su Iglesia con el milagro de hablar en lenguas. Más tarde, Pablo corrigió errores acerca de este tema. ¿Qué significa el hablar en lenguas para nosotros hoy?
Algunos milagros extraordinarios ocurrieron en el día de Pentecostés en el año 31 d.C. Primero vino un estruendo del cielo “como de un viento recio que soplaba” (Hechos 2:2). “Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos” (v. 3).
Hablar en lenguas, Hechos 2
Luego, según Hechos 2:4, los apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo y “…comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Entonces, ¿qué era hablar en lenguas? ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Qué ocurrió exactamente? La palabra griega para “lenguas” es glossa. Tal como se utiliza en Hechos 2:4, glossa se refiere al “don sobrenatural de hablar en otro lenguaje sin haberlo aprendido antes” (Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y el Nuevo Testamento, de Vine).
En Hechos 2:4-13, las circunstancias se narran de acuerdo con el punto de vista de los oyentes; para aquellos que escucharon las declaraciones en sus lenguas esto les pareció un fenómeno sobrenatural” (ibid.). El versículo 8 nos demuestra lo milagroso que fue: “¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?”.
Entonces, el milagro ese día significaba sencillamente que cada miembro de la audiencia—partos, medos, elamitas, romanos, cretenses y árabes, etc.—escuchaba hablar a los apóstoles en su propia lengua “las maravillas de Dios”, sin importar en qué lengua estuvieran hablando los apóstoles.
Hablar en lenguas en 1 Corintios 14
Muchos años después de que este suceso ocurriera en Jerusalén, algunos miembros en Corinto habían recibido el don de hablar en diferentes lenguas (idiomas). Sin embargo, en lugar de utilizar este don para el beneficio y la ayuda de otros, ellos se llenaron de orgullo. El apóstol Pablo entonces escribió 1 Corintios 14 para solucionar el problema. En el versículo 9, Pablo les recordó: “así también vosotros, si por la lengua [aquí glossa se refiere simplemente al órgano del habla] no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire”.
Más tarde, en los versículos 27 y 28, Pablo dio ésta instrucción: “Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios”.
O sea, que la lengua que se hablara en la iglesia debía ser de valor para los oyentes. Para ilustrar el punto, una audiencia que hable español no se beneficiaría de alguien que hablara alemán, a menos que ellos también supieran alemán o hubiera un intérprete entre ellos.
Cómo aplicar hoy las instrucciones de Pablo acerca de hablar en lenguas
Por lo tanto, nuestros miembros no hablan en la iglesia lenguas ininteligibles, que nadie más entienda o pueda beneficiarse de ellas. Sin embargo, algunos en la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, hablamos diferentes idiomas tales como francés e inglés, y hay traductores también.
El don de “hablar en lenguas” no es el único criterio que prueba si alguien tiene el Espíritu Santo. También hay otros dones espirituales, tales como la palabra de sabiduría y la palabra de ciencia (1 Corintios 12:8), que vienen por medio del Espíritu Santo de Dios. Además, el fruto—el resultado de tener el Espíritu Santo—es que uno demostrará amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza en su vida (Gálatas 5:22-23).