Mateo 28:19: ¿prueba de la Trinidad?

Para algunas personas, la fórmula bautismal de Mateo 28:19 es la única base bíblica clara de la Trinidad. Pero, ¿realmente comprueba este versículo la Trinidad?

En el artículo “La trinidad: ¿qué es?”, hemos analizado la enseñanza bíblica en cuanto a la naturaleza de Dios, demostrando que la idea de la Trinidad no provino de las escrituras. Más bien, esta doctrina fue desarrollándose a lo largo de miles de años con la influencia de filósofos griegos paganos.

Sin embargo, Mateo 28:19 a menudo se utiliza como base para comprobar que la Trinidad es una enseñanza de la Biblia. Según la New Catholic Encyclopedia [Nueva enciclopedia católica], “Mateo 28:19 es la única escritura que revela claramente el misterio de la Trinidad”.

Si esta doctrina se sostiene sólo por este versículo, ¿qué pasaría si comprobamos que Mateo 28:19 no confirma la Trinidad?

Análisis de Mateo 28:19

Sí, a primera vista las palabras de Cristo parecieran validar la Trinidad: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Pero hay que tener cuidado: la escritura no dice nada sobre igualdad de naturaleza o tres personas en un solo Ser, ni describe al Espíritu Santo como una persona o entidad. Cristo no estaba hablando de la naturaleza de Dios, sólo estaba dando una instrucción acerca del bautismo. Si realmente hubiera querido establecer la doctrina de la Trinidad, sin duda habría sido mucho más claro al respecto.

No obstante, la traducción de este versículo parece generar cierta ambigüedad. La palabra “en” (“en el nombre de”) utilizada en la versión Reina Valera 1960 proviene del griego eis, que significa “dentro de, hacia, para, y entre” (Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament [Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento de Thayer]). Con esto en mente, consideramos que “dentro de” es una mejor traducción que “en”, pues describe de mejor manera la maravillosa transformación que comienza en un cristiano cuando recibe el Espíritu Santo.

De hecho, los diccionarios griegos aclaran que eis implica movimiento hacia algo. Por lo tanto, “dentro de” ilustra su significado con mucha más precisión. El bautismo nos impulsa enormemente hacia Dios el Padre y Jesucristo, y además nos permite recibir el Espíritu Santo —una porción inicial de la naturaleza divina.

Somos bautizados por la autoridad de Jesucristo, quien pagó por nuestros pecados con su sacrificio, y dentro de la familia divina de Dios, cuya naturaleza es espiritual (Juan 4:24). Es por esto que debemos adorarle en espíritu y recibir su Espíritu en nuestras mentes para dar comienzo a una nueva vida espiritual. Es así como somos bautizados “dentro” del Espíritu Santo como hermanos menores de Cristo e hijos de Dios (Hebreos 2:10-12; Juan 1:12; Romanos 8:14).

Esto sin duda nos recuerda las palabras de Juan el bautista en Mateo 3:11 “Yo a la verdad os bautizo en [del griego en, cuya traducción es correcta en este caso, pues el bautismo se realiza por inmersión en agua] agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en [nuevamente del griego en] Espíritu Santo y fuego” (énfasis añadido). En otras palabras, Juan está haciendo un paralelo entre ser sumergido en agua y ser sumergido en el Espíritu Santo.

Además, todos sabemos que el solo hecho de que algo tenga nombre no significa que sea una persona. Aun los objetos inanimados —como cordilleras, ciudades y países— pueden tener nombres propios.

Es cierto que el Espíritu Santo nos ayuda a ser como Jesucristo, pero esto no significa que sea una persona. Más bien, es la naturaleza de Dios —su poder, la manera en que su presencia llena el universo. (Si desea más detalles al respecto, consulte el artículo “¿Es el Espíritu Santo una persona?”.

El bautismo

Otra escritura que habla sobre el bautismo es Hechos 2:38. Pero su propósito es diferente; este versículo describe brevemente los pasos necesarios para el bautismo y la recepción del Espíritu Santo: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

¿Qué significa ser bautizado “en el nombre de Jesucristo”? Generalmente, hacer algo en el nombre de otra persona es hacerlo por su autoridad. Pedro estaba diciendo que debemos ser bautizados por la autoridad de Cristo.

Además, el apóstol describe al Espíritu Santo como un don. ¿Podría ser un don si fuera una persona? Por supuesto que no. Y en el versículo 18, Pablo cita una escritura del libro de Joel donde Dios dice que “derramará su Espíritu”. ¿Cómo podría derramarlo si fuese un ser independiente?

En resumen, la benignidad de Dios nos lleva al arrepentimiento (Romanos 2:4) y de Él toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra (Efesios 3:15). El Hijo es quien murió por nuestros pecados. Y todo lo que Ellos han hecho hace posible que recibamos el poder de su Espíritu Santo —la naturaleza divina de Dios— en nuestras mentes tras nuestra conversión y bautismo.

Tanto el Padre como el Hijo y el Espíritu Santo son esenciales en la ceremonia del bautismo. El Dios Todopoderoso pone el Espíritu Santo en nuestra mente para unirnos a otros cristianos y darnos una porción de su naturaleza divina. Pero esto no comprueba la Trinidad en lo absoluto.

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