¿Cómo conocer a Dios?

Conocer a Dios es fundamental para vivir una vida cristiana. Pero, ¿cómo puede una persona llegar a conocer al verdadero Dios? ¿Qué dice la Biblia acerca de cuál es el camino para conocerlo?

Cuando pensamos objetivamente, vemos que no hay nada más importante que nuestra relación con Dios —poder conocerlo a un nivel profundo y personal.

Dios nos creó en esta Tierra porque Él quiere una relación familiar con cada uno de nosotros. Él nos creó para poder darnos la asombrosa oportunidad de convertirnos en sus hijos. Dios inspiró al apóstol Pablo para que registrara ese increíble propósito en 2 Corintios 6:17-18:

“Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

En pocas palabras, el propósito y el plan de Dios es hacernos sus hijos e hijas. El tema principal de la Biblia es ofrecerle a la humanidad la oportunidad de convertirse en los hijos de Dios. Dios quiere establecer una relación con nosotros. Realmente Dios quiere que nosotros lleguemos a conocerlo.

Pero, ¿qué debemos hacer para poder conocerlo?

Hoy en día sólo unos pocos están siendo llamados para conocer a Dios

Primero hay que aclarar un punto. En nuestra era, la oportunidad de conocer al verdadero Dios es algo que está controlado por Dios. Esta era —desde los tiempos de Adán y Eva hasta el regreso de Jesucristo a restaurar el gobierno de Dios en la Tierra— es la era de las primicias. Durante este tiempo, Dios le ha dado la oportunidad a muy pocos para que lo conozcan, no a toda la humanidad. (Si usted desea leer más acerca de las primicias, la analogía de la cosecha y el llamamiento de Dios, lo invitamos a leer nuestros artículos: “Las fiestas bíblicas: ¿quiere Dios que las celebremos? ¿Por que?” y “¡Dios llama!”.)

La gran cantidad de conocimiento acerca de quién es Dios, cómo quiere que vivamos y cómo conocerlo, es un conocimiento espiritual. El conocimiento espiritual es un tipo de conocimiento que una persona no puede entender a no ser que tenga acceso al Espíritu Santo de Dios. Lo invitamos a leer nuestro artículo “El Espíritu de verdad”.

Sólo podemos conocer al verdadero Dios si tenemos acceso al Espíritu Santo de Dios. En 1 Corintios 2:9-10:

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

Si usted desea entender lo que se necesita para poder tener el Espíritu Santo de Dios, lo invitamos a leer nuestro folleto ¡Cambie su vida!

Pero si Dios lo está llamando a usted ahora, ¿cómo puede conocerlo?

Cómo podemos conocer a Dios

¿Cómo alguien puede llegar a conocer a otra persona? ¿Cómo se construye cualquier tipo de relación personal cercana? Pasar tiempo juntos es algo necesario para formar una relación estrecha. Sin embargo, este tipo de relaciones necesita más que solo tiempo. Por ejemplo, hay personas con las cuales trabajamos a diario y no las conocemos realmente. No tenemos una relación cercana con ellos.

Conocer realmente a otra persona requiere que aprendamos a identificar como piensa, que valores y convicciones tiene y cuál es la motivación de sus acciones. Eso mismo aplica si queremos conocer al verdadero Dios.Conocer realmente a otra persona requiere que aprendamos a identificar como piensa, que valores y convicciones tiene y cuál es la motivación de sus acciones. Eso mismo aplica si queremos conocer al verdadero Dios.

La pregunta es: ¿cómo podemos hacer eso con Dios? ¿Cómo pasamos tiempo con Dios? ¿Cómo aprendemos sus valores, convicciones y motivaciones? En otras palabras, ¿cómo piensa Él? Dios ha revelado todas esas cualidades en las palabras que ha inspirado para que se escriban en la Biblia. Y más específicamente, en los mandamientos que le dio a la humanidad —los Diez Mandamientos.

¿Dónde se originaron los Diez Mandamientos? Provienen de la mente de Dios. No son ideas arbitrarias que Él concibió o pensó. Los mandamientos vienen de y representan su naturaleza. Y la cualidad que describe a Dios de manera más clara y concisa es el amor. “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16).

Por lo tanto, si queremos conocer a Dios —aprender sus valores— entender cómo piensa, tenemos que estudiar y meditar (o pensar profundamente al respecto) en sus mandamientos, porqué estos representan su mente.

Esto es exactamente lo que dijo el apóstol Juan que había que hacer, en unos términos bastante contundentes: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:3-4).

Claramente, Juan dijo que nosotros podíamos conocer a Dios si guardamos sus mandamientos.

¿De qué forma la obediencia a los mandamientos de Dios nos permite llegar a conocer a Dios?

Para entender esto, necesitamos comprender que hay dos aspectos fundamentales en las leyes de Dios.

Por un lado, está la letra de la ley. Esto es lo que el mandamiento dice que debemos hacer. Por ejemplo: “no matarás” (Deuteronomio 5:17). Mientras que la persona no cometa ningún asesinato, él o ella está guardando la letra del mandamiento. Por lo tanto, la letra de la ley es la que describe lo que debemos o no debemos hacer.

Por otro lado, está el espíritu de la ley. El espíritu de la ley refleja y revela algunos aspectos de la mente de amor de Dios. El espíritu de la ley nos muestra lo que Dios piensa acerca de ese tema. Guardar el espíritu de la ley está en la mente. Jesús vino y reveló el espíritu de la ley.

En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22).

Es necesario entender: el espíritu de la ley describe lo que Dios piensa acerca del tema del mandamiento. Por lo general, un homicidio es producto de la ira, del rencor y del odio. Para guardar ese mandamiento en el espíritu, no podemos darles cabida a esas actitudes negativas en nuestra mente. Debemos guardar el espíritu de la ley de Dios, que es el amor. Por lo tanto, el espíritu de la ley de Dios nos revela como Dios quiere que seamos, no sólo lo que hacemos.

Si queremos llegar a conocer a Dios, el espíritu de la ley nos permite saber cómo piensa Dios. El espíritu de cada uno de los Diez Mandamientos nos muestra algún aspecto de la mente de amor de Dios. El amor de Dios es una cualidad fundamental de la naturaleza de Dios que está detrás de todas sus leyes y mandamientos. Lo invitamos a leer Mateo 22:35-40. Los primeros cuatro de los Diez Mandamientos de Dios nos muestran cómo debemos demostrar nuestro amor hacia Dios. Los últimos seis nos revelan cómo debemos mostrar nuestro amor hacía el prójimo.

Dios dice: “no robarás”. ¿Por qué? ¿Cuál es el espíritu de esa ley? ¿Qué nos revela el espíritu de esa ley acerca de la mente de Dios? Es cierto, Dios no quiere que nosotros le robemos a nuestro prójimo. Pero Él quiere más. Él quiere que nosotros amemos a nuestros semejantes. No solamente no le robamos nada a nuestro prójimo; somos proactivos, de modo que también nos esforzamos por proteger lo que tiene nuestro prójimo por amor a la persona.

Tenemos que meditar en el espíritu de las leyes de Dios. Debemos pedirle a Dios en oración que nos revele su mente de amor, la que está reflejada en el espíritu de sus leyes. A medida que vamos entendiendo la mente de amor de Dios detrás de sus leyes, vamos a ir conociéndolo mejor especialmente si empezamos a vivir de acuerdo con lo que aprendemos.

De esta manera conocemos a Dios.

Si usted desea aprender más acerca del tema, lo invitamos a leer nuestro artículo “Conociendo a Dios” que se encuentra en la serie Viaje.

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