“Dios es amor” es una de las frases bíblicas más citadas. Pero, ¿sabemos realmente lo que significa? La verdad es que pocos lo saben. Veamos qué dice la Biblia al respecto.
Versículo bíblico "Dios es amor"
“Dios es amor” es una cita directa la Biblia profundamente significativa que vemos en dos pasajes bíblicos diferentes:
- 1 Juan 4:8 "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor".
- 1 Juan 4:16 "Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él".
Otras formas de decir que Dios es amor
Sin embargo, hay muchas otras Escrituras que expresan esta verdad —que describe la esencia de la naturaleza de Dios— de manera distinta.
Algunos ejemplos son Juan 3:16 (otro versículo muy citado): “Porque de tal manera amó Dios al mundo…”; Juan 16:27: “pues el Padre mismo os ama” y 1 Juan 3:1, donde el apóstol Juan también nos habla del amor de Dios diciendo: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre”.
Y éstas son sólo una pequeña muestra de muchas Escrituras que reiteran esta característica fundamental de la naturaleza de Dios. Dios es amor, y expresa su amor hacia nosotros de diferentes maneras.
¿Qué significa “Dios es amor”? Los expertos han tratado de explicarlo describiendo a Dios como “bondad pura” (Comentario bíblico de Barnes). O, como leemos en el Jamieson-Fausset-Brown Bible Commentary [Comentario bíblico de Jamieson Fausset y Brown]): “Dios es fundamental y esencialmente AMOR: no simplemente amoroso”.
Sin embargo, ningún experto nos habla sobre el propósito de Dios —lo que su naturaleza, el amor, le ha motivado a hacer. Y, de hecho, el propósito por el cual nos creó es la mayor expresión de su amor hacia la humanidad.
El propósito de Dios
La increíble verdad de lo que Dios está haciendo por el amor que siente por nosotros es revelada en uno de los versículos anteriores. En 1 Juan 3:1, el apóstol Juan nos dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. Dios creó a la humanidad con el propósito de que seamos sus hijos y conformemos su familia y quiere una familia con hijos e hijas para compartir su naturaleza. Detengámonos un momento para reflexionar en esta maravillosa realidad.
En 2 Corintios 6:17-18, Pablo también nos habla de este increíble hecho cuando escribe: “Por lo cual, ‘Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso’”.
El amor del Padre
El plan de salvación que Dios tiene para la humanidad es ofrecer a cada ser humano la oportunidad de llegar a ser su hijo en su familia y de tener su naturaleza.
Dios es amor. El amor es la esencia fundamental de su carácter —define todo su Ser. Su amor es perfecto y se manifiesta en su deseo absolutamente puro de proteger, dar y compartir.
Dios es amor. El amor es la esencia fundamental de su carácter —define todo su Ser. Su amor es perfecto y se manifiesta en su deseo absolutamente puro de proteger, dar y compartir.
Por ahora, la familia de Dios está compuesta por dos Seres: el Dios Altísimo (a quien conocemos como Dios el Padre) y el Verbo (quien se convirtió en ser humano para convertirse en Jesucristo; Juan 1:1-2, 14). Ambos son miembros de Elohim, la primera palabra traducida como “Dios” en la Biblia (Génesis 1:1). Elohim es la forma plural de Eloha y podríamos decir que es el apellido de la familia de Dios.
En otras palabras, Dios creó a la humanidad para que eventualmente todos llegásemos a ser herederos suyos junto a Jesucristo; para que seamos miembros de la familia gobernante de Dios, sus hijos e hijas, hermanos y hermanas de Cristo (Romanos 8:14-17; Hebreos 2:9-11; Tito 3:7).
En 1 Juan 3:2, el autor continúa diciendo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él [Jesucristo] se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Aunque Dios nos considera sus hijos desde que recibimos el Espíritu Santo, cada uno de nosotros debe pasar por un proceso de desarrollo espiritual antes de poder ser parte de la familia de Dios.
Si obedecemos a Dios y pasamos por el proceso de conversión, nuestro destino será formar parte de su familia, tal como su primogénito. Y, si alcanzamos esa meta, llegaremos a tener la naturaleza de Dios el Padre y Jesucristo. Es por esto que Dios (Elohim) nos creó de la manera en que lo hizo.
En Génesis 1: 26 leemos: “Entonces dijo Dios [Elohim]: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios (de Elohim) porque Elohim, en su amor, quiere que seamos parte de su familia. (Consulte nuestras secciones acerca de “¿Cuál es el significado de la vida?” y “El plan de salvación”.)
Pero todo el poder y autoridad que implica ser parte de la familia de Dios tiene un requisito: que todo sea hecho en amor, sin egoísmo, orgullo, avaricia ni arrogancia. En otras palabras, si queremos ser como Dios, ¡debemos comportarnos como Él!
El amor del Padre y el Hijo
“Dios es amor” no sólo describe la naturaleza de Dios el Padre, también describe la de su Hijo, Jesucristo; ambos miembros de la familia divina se aman el uno al otro profundamente y —amor es su naturaleza.
Como leemos en Juan 3:35 y Juan 5:20: “El Padre ama al Hijo”. Y Jesús también ama al Padre, como lo confirma en Juan 14:31 diciendo: “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago”.
Este versículo también indica que el amor de Cristo por el Padre lo lleva a la acción. Ya que se aman mutuamente, Jesucristo siempre busca complacer al Padre, como vemos en Juan 8:29: “el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”.
Además, el amor entre el Padre y el Hijo los une de tal manera que se consideran como un solo Ser; es por esto que en Jesús expresa: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
El amor: fuerza motivadora de la salvación
Como hemos visto, el propósito final de la salvación es que lleguemos a ser hijos de Dios. En su amor, el Dios Altísimo y el Verbo desean compartir su manera de vivir, todo lo que son y tienen, con sus semejantes.
Para esto, desarrollaron un plan y crearon al ser humano con el objetivo de darle la increíble oportunidad de llegar a ser un miembro de su familia. Éste es el plan de salvación.
El requisito para ser salvo
Lo único que Dios espera de nosotros para darnos el increíble regalo de vivir eternamente como parte de su familia, es que aprendamos a amarlo como Él nos ama. ¿Cómo quiere Dios que le demostremos amor? Él mismo nos da la respuesta en 1 Juan 5:3: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Esta conexión entre “amar a Dios” y “guardar sus mandamientos” es reiterada en muchas partes de la Biblia, como veremos a continuación:
“Éstos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla… Y amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 2:1-5).
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos del Eterno y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” (Deuteronomio 10:12-13).
“Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado el Eterno tu Dios…Y circuncidará el Eterno tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
“…A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Eterno tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró el Eterno a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar” (Deuteronomio 30:1, 6, 19-20).
“Y oré al Eterno mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos” (Daniel 9:4).
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36-40).
“Si me amáis, guardad mis mandamientos… El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él…El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:15, 21, 23).
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:3-6).
Y éstas son sólo algunas de las tantas Escrituras que demuestran la conexión que existe entre la obediencia y el amor.
¿Qué significa “Dios es amor”?
Dios es amor. Y en su amor quiere hacernos parte de su familia como hijos e hijas. Lo único que nosotros debemos hacer para ser sus hijos —para ser uno con Dios— es aprender a amarlo a Él, su familia y su creación como Él nos ama.
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:22-23).
Éste es el significado de “Dios es amor”.
Para obtener más información sobre este tema, lea el artículo "Amor de Dios".
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