¿Dónde está Dios?

¿Por qué Dios no se le aparece a la humanidad? ¿Por qué no se manifiesta a sí mismo para que todos puedan verlo y saber con certeza que existe? La Biblia nos da la respuesta.

La existencia de Dios es uno de los temas más controversiales de debate hoy en día. ¿Evolucionamos por casualidad o fuimos creados por un Ser divino? Si hubiera un Dios —particularmente si Él se preocupara por aquellos que creen en Él— entonces Él se aparecería ante la humanidad para que las dudas de su existencia se disiparan.

Cuando los seres humanos están airados y maldicen a Dios, ¿por qué Él no les responde abiertamente para que el desafío carnal sea visto como algo pecaminoso e irracional? ¿Por qué no se le manifiesta a la humanidad para que no siga siendo engañada por el diablo, cuya influencia lleva a los seres humanos al extravío (2 Corintios 4:4; Apocalipsis 12:9)? ¿Qué padre traería hijos al mundo para después esconderse de ellos?

Estas preguntas se han hecho durante miles de años. ¿No sería de gran beneficio para toda la humanidad que Dios se apareciera y resolviera tantas preguntas?

Dios se oculta

Puede sonar sorprendente pero la Biblia nos muestra que Dios se esconde de la humanidad. El profeta Isaías lo registra en Isaías 45:15: “Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas”. Isaías está reconociendo que Dios está escondiéndose de sus escogidos. ¿Por qué Él haría eso?

El rey David, un hombre según el corazón de Dios (Hechos 13:22), se lamentaba de que en ocasiones pareciera no encontrar a Dios en momentos de dificultad. En Salmos 10:1 dijo: “¿Por qué estás lejos, oh Eterno, Y te escondes en el tiempo de la tribulación?” De nuevo escribió en Salmos 13:1: “¿Hasta cuándo, Eterno? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?”. Vemos más adelante el mismo sentimiento en Salmos 89:46: “¿Hasta cuándo, oh Eterno? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego?”.

¿Por qué Dios haría algo así? ¿Por qué no mostrarse? ¿Por qué es tan difícil encontrarlo? Esto es algo muy confuso tanto para los no creyentes como para los creyentes.

De regreso al principio

Si regresamos al momento en que Dios creó la humanidad, vemos que inicialmente Él si se aparecía ante su nueva creación. En los capítulos 2 y 3 de Génesis, Dios se comunicaba personalmente con Adán y Eva. Dios interactuaba con ellos en un ámbito muy familiar, muy similar a la forma en que dos individuos conversarían hoy en día. Dios estaba presente en el Jardín del Edén y hablaba abiertamente con el primer hombre y la primera mujer. ¿Por qué no haría lo mismo hoy en día?

Dios hablaba directa y personalmente con Adán y Eva. Él proveía un ambiente maravilloso y los instruía como un padre amoroso. Parte de su enseñanza era advertirles de comer de un árbol en particular que estaba en el Jardín del Edén —el árbol de la ciencia del bien y del mal. Tomar del fruto de ese árbol iba a dar como resultado el final de las bendiciones que Dios les estaba ofreciendo y la eventual muerte. Este árbol representaba un camino de autodeterminación en el que se prefería la voluntad propia en lugar que la de Dios.

Adán y Eva cedieron ante la tentación de la serpiente y probaron del fruto prohibido de este árbol. Bajo la influencia del adversario, ellos rechazaron el camino que Dios quería que ellos vivieran—representado por el árbol de la vida. En lugar de esto, ellos escogieron el camino que iba a satisfacer sus propios deseos —el camino de decidir por sí mismos qué es bueno y qué es malo, como lo representaba el árbol prohibido.

¿Quién se esconde de quién?

Veamos lo que encontramos después en Génesis 3:8: “Y oyeron la voz del Eterno Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Eterno Dios entre los árboles del huerto”.

Después de haber cometido el pecado, vemos que Dios estaba buscando a Adán y Eva. Ellos fueron los que se escondieron de Dios y en esencia estaban diciendo: “No nos encuentres”. Ellos trataron de ocultarse de su creador. Él no se estaba escondiendo de ellos.

El pecado había entrado al mundo, y ahora una brecha se había abierto. La comunicación libre e inocente que antes había sido tan natural e inmediata, había sido corrompida por el pecado. Dios ya no era bienvenido en sus vidas como lo fue alguna vez.

Como resultado, el primer hombre y la primera mujer debían ser puestos fuera del Jardín del Edén porque sus mentes y sus corazones habían cambiado (Génesis 3:22). La humanidad, como un todo, ha seguido el mismo camino de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (Romanos 5:12). Debido a la influencia continua de Satanás (Efesios 2:1-2), nosotros no queremos que Dios gobierne nuestra vida (Romanos 8:7).

En Romanos 3:10-11, el apóstol Pablo escribió acerca de lo que hay en los corazones de todos nosotros como humanos: “No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios”.

Ningún hombre ni ninguna mujer tiene una mente convertida por sí mismo.

Falsa adoración

La Biblia muestra que incluso las personas religiosas pueden tener la misma mentalidad básica que Adán y Eva. Leemos en Oseas 5:6: “Con sus ovejas y con sus vacas andarán buscando al Eterno, y no le hallarán; se apartó de ellos”.

Pero, ¿por qué Dios no se muestra a las personas que lo buscan? Es porque nosotros buscamos a Dios a nuestra manera. “Entonces clamaréis al Eterno, y no os responderá; antes esconderá de vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malvadas obras” (Miqueas 3:4).

Dios parece escondido porque nuestros pecados nos quitaron el acceso a Él (Isaías 59:1-2). Además, buscamos a Dios de acuerdo a nuestros propios deseos y de nuestra propia manera, no de acuerdo a su verdad (Marcos 7:6). Satanás ha engañado incluso a los religiosos de este mundo para que no reciban la verdad del evangelio que los lleva a encontrar a Dios (2 Corintios 4:4).

Nosotros, en esencia, nos estamos escondiendo de Dios. Nosotros queremos la libertad de escoger nuestro propio camino, para complacer nuestra naturaleza humana, incluso con respecto a cómo adoramos a Dios. Nuestro Creador se da cuenta de eso, y Él no va a obligar a la humanidad en este momento.

Dios se revela a si mismo

De una manera interesante, Dios el Padre se reveló a si mismo al mundo de una forma muy personal. Él envió a su propio hijo al mundo como testigo. Jesús les dijo a sus discípulos: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9). Entonces, Dios si se le apareció a la humanidad. Dios estuvo con nosotros en la forma humana de Jesucristo (Emanuel —ver Mateo 1:23), pero fue rechazado y asesinado. El rechazo a Cristo ilustra como la mente carnal no quiere que Dios nos revele su voluntad. Aunque Dios el Padre si se reveló ante la humanidad a través de su Hijo, nosotros los seres humanos lo rechazamos. Y tristemente muchos de nosotros seguimos escondiéndonos de Dios.

Tenemos que cambiar nuestra mente y nuestro pensamiento para que recibamos con agrado su presencia. En Proverbios 1:24-25 Dios habla a través de la personificación de la sabiduría: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, Sino que desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis”.

Las buenas noticias son que Dios no se va a ocultar para siempre… Después de que Jesucristo regrese para restaurar el Reino de Dios en la Tierra, Él va a hacer que el conocimiento de Dios esté al alcance de todos (Isaías 11:9). Dios trató de revelarse a sí mismo a la nación de Israel, pero ellos no tuvieron el corazón para buscarlo. Dios no le dio a Israel como un todo, el ingrediente necesario para tener ese tipo de corazón (Deuteronomio 29:2-4). El ingrediente que le hizo falta a Israel y a la humanidad es el Espíritu Santo. Desde los tiempos de Adán y Eva, Dios le cortó a la humanidad, como un todo, el acceso a su conocimiento espiritual acerca del propósito de la vida —el conocimiento representado por el árbol de la vida. (Para más información acerca de ese importante atributo del Espíritu de Dios, vea el artículo “El espíritu de verdad”.)

Letargo espiritual ininterrumpido

Satanás es llamado el “príncipe de este siglo” (2 Corintios 4:4) porque actualmente fomenta un espíritu de rebelión hacia Dios, tal como lo hizo con Adán y Eva. El diablo le ofreció a Jesús todos los reinos del mundo durante la prueba en el desierto, mostrándole que tenía a la humanidad bajo su influencia y éste es su mundo (Mateo 4:9; 1 Juan 5:19).

El apóstol Pablo explicó una verdad fundamental en Efesios 2:1-2: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. Pablo confirmó que vivimos en una época que no es la de Dios. La gran mayoría de la humanidad ha seguido la corriente de éste mundo. El conocimiento de la verdad de Dios —su amor y su Espíritu— son desconocidos a no ser que Dios específicamente nos llame a salir de este mundo de maldad (Juan 6:44; Gálatas 1:4). Los verdaderos cristianos estaban espiritualmente muertos antes de que Dios los llamara, pero ahora están vivos. Dios ya no se está escondiendo de ellos.

Debido a que Dios sabe que la humanidad, bajo la influencia de Satanás, lo va a rechazar como lo hicieron Adán y Eva, Él permite que se mantenga una ceguera espiritual. Él no se le va a aparecer a una humanidad rebelde en este momento, ni tampoco le va a responder a los hombres airados cuando maldicen su nombre.

Sólo aquellos que Dios llama ahora entienden los misterios del Reino de Dios (Mateo 13:11) y reciben el Espíritu que permite que puedan luchar contra el poder de Satanás (1 Juan 4:4) y el letargo espiritual (Romanos 11:8). Entonces, por amor y para cumplir su plan, Dios se oculta a si mismo de su creación hasta que su hijo establezca el Reino de Dios en la Tierra. Dios permite que muchas personas experimenten una ceguera espiritual ahora, para más adelante poder tener misericordia de ellos. Si no lo hiciera, tendrían un mayor grado de responsabilidad. Él elige llamar a las personas en el mejor momento para ellos. Si desea profundizar acerca de este importante llamamiento, lea el artículo “Dios llama”.

Dios puede ser encontrado

Las buenas noticias son que Dios no va estar oculto para siempre. En este tiempo Dios les da acceso a su Espíritu a algunos —aquellos que Él está llamando. Pero en el futuro, después de que Jesucristo regrese para restaurar el Reino de Dios en la Tierra, va a hacer que el conocimiento de Dios esté al alcance de todos (Isaías 11:9).

Entonces, cuando Dios nos dé ojos para ver y oídos para escuchar y un corazón para percibir a través de su Espíritu, Él ya no estará escondido. Dios no está tan lejos de nosotros. “Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27).

Aquellos que responden al llamamiento cristiano se dan cuenta que Dios ya no está escondido. A través de su Espíritu se han sometido a la voluntad de Dios. Por consiguiente sus corazones han cambiado. Un día ése será el caso para el mundo entero. Ezequiel 39:29 habla del Reino de Dios en la Tierra cuando dice: “Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice el Eterno el Señor”.

Para más acerca de este tema, lea los artículos en la sección: “¿Quién es Dios?”.

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