Ante a condiciones que empeoran día tras día, la ONU estimó que para octubre del 2018, cerca de tres millones de venezolanos ya habían huido de su desolado país.
Colombia, Perú, Ecuador, Argentina, Chile y Brasil corren el peligro de una crisis como ésta, que se ha convertido en la migración más masiva de la historia de Latinoamérica.
Una pesadilla de hiperinflación
Según la revista The Atlantic, Venezuela está sufriendo “la clase de implosión que casi nunca ocurre en un país de mediano ingreso como lo es éste”.
Aunque fue bendecida con la reserva de petróleo más grande del mundo, Venezuela ahora se encuentra en una tormenta financiera perfecta: economía en desastre, inflación galopante, dictadura, migración en masa, criminalidad, enfermedad y hambruna. Como resultado, para fines del 2018 la economía se había encogido a casi la mitad durante los últimos cinco años.
Los precios de los productos se duplicaron aproximadamente cada 25 días durante el año pasado y, en una medida desesperada, Venezuela oficialmente borró cinco ceros de sus precios y su moneda, generando lo que se ha descrito como la devaluación más grande de la historia.
Sufrimiento que aumenta
La limitada cobertura de los medios internacionales se enfoca en la escasez de bienes básicos, desde papel higiénico hasta pasta de dientes. Pero los ejemplos del desastre financiero del país van mucho más allá. Apagones de cuatro horas y falta de acceso a agua limpia son cosa de todos los días.
Una epidemia de violencia ha sacudido a la capital, Caracas, con la tasa de homicidios más alta del mundo. Los centros comerciales, supermercados y camiones de comida son blancos de saqueo, mientras que los alimentos del país son transportados bajo el cuidado de guardias armados.
Según la revista Foreign Affairs, el tráfico de drogas ha surgido, junto a la producción de petróleo, como una fuente de ingresos para los más cercanos a la élite reinante. “Las oficinas de Hacienda, el banco central y la compañía nacional de petróleo”, continúa Foreign Affairs, “se han convertido en laboratorios donde se traman complejos crímenes financieros” (Moisés Naím y Francisco Toro, “Venezuela’s Suicide” [El suicidio de Venezuela], noviembre/diciembre 2018).
Un “holocausto sanitario”
Lamentablemente, las peores consecuencias de una implosión financiera siempre recaen sobre los pobres del país. Los servicios sanitarios y médicos de Venezuela han retrocedido a las condiciones del siglo XIX, con el primer caso registrado de polio en 30 años y un verdadero “holocausto sanitario” de enfermedades sin tratar (El Nacional).
Si bien en 1961 Venezuela fue el primer país certificado por erradicar la malaria en su área más poblada —incluso antes que Estados Unidos— la enfermedad ahora ha vuelto para vengarse, junto con el sarampión.
La tasa de mortalidad infantil se ha multiplicado por cien, y trágicos informes describen a un creciente número de padres venezolanos que abandonan a sus hijos en la frontera colombiana u orfanatos, debido a que ya no pueden cuidar de ellos.
Afectada por la nacionalización de terrenos agrícolas y controles de precio y moneda, Venezuela ya no puede alimentar a su gente. Los campos están sin cultivos debido a la falta de fertilizantes y maquinaria. Pero, a pesar de la escasez, el gobierno venezolano ha rechazado la ayuda de muchos países. El régimen de Maduro está usando el hambre como un hábil arma para suprimir el descontento.
Y aún si hubiera comida disponible, 61 por ciento de los venezolanos vive en extrema pobreza, y nueve de cada diez ciudadanos dicen no tener dinero suficiente para alimentarse. La mitad de los niños venezolanos está dejando de ir al colegio por hambre.
¿Cómo se empobreció Venezuela?
La economía venezolana no siempre fue un caso perdido. En 1914, el descubrimiento de las reservas de petróleo de Venezuela le trajo grandes riquezas. Para 1950, se había convertido en un líder mundial de exportación de petróleo, con el cuarto ingreso per cápita más alto del mundo. En el 2001, aprovechando un alza en los precios del petróleo, el país además se enorgulleció de ser el más rico de Latinoamérica.
Pero, aunque el socialismo ya había demostrado sus falencias a nivel mundial, Hugo Chávez supo aprovecharse del descontento tras su elección para la presidencia en 1999, y prometió redimir a los oprimidos, aplastando centenarias tiranías percibidas con su propia forma de socialismo.
El señor Chávez se benefició de aproximadamente un billón de dólares en ventas de petróleo durante sus 14 años de presidencia. Esto le permitió lanzar programas de gasto social masivos para asegurar votos e “incluso”, afirma el historiador Daniel Pipes, “fue capaz de matar a la gallina de los huevos de oro, remplazando a profesionales competentes de la compañía gubernamental petrolera por sus propios agentes, secuaces y aduladores” (“Venezuela’s Tyranny of Bad Ideas” [La tiranía de malas ideas de Venezuela] Wall Street Journal, 26 de agosto de 2018).
Las riquezas obtenidas de los recursos naturales —el petróleo generaba 96 por ciento de los ingresos de Venezuela— se convirtieron en una maldición cuando el precio del petróleo se desplomó.
Nada más que robar
Cuando el señor Chávez asumió el poder, había más de 800.000 negocios privados en Venezuela. Actualmente quedan menos de 230.000. Los venezolanos ricos, universitarios y emprendedores han dejado el país. Y con el paso de los años, el gobierno expropió industria tras industria.
Tras la muerte del señor Chávez, su sucesor, incluso más déspota (elegido a dedo), Nicolás Maduro, tomó el mando en el año 2013. El señor Maduro duplicó los esfuerzos socialistas, nacionalizando gran parte de la economía venezolana para luego devastarla.
Pero, como Margaret Thatcher dijera una vez sobre el socialismo: “siempre se les acaba el dinero de los demás”. Sin más compañías que confiscar, el gobierno ha optado por fabricar dinero para acortar la brecha entre ingresos y promesas políticas.
Esto se ha traducido en una considerable inflación, la devastación de la economía y moneda venezolanas, y la reciente confesión del presidente Maduro de que el modelo económico socialista ha “fallado”.
Esto se ha traducido en una considerable inflación, la devastación de la economía y moneda venezolanas, y la reciente confesión del presidente Maduro de que el modelo económico socialista ha “fallado”.
¿El socialismo como salvador?
El socialismo —donde teóricamente todos los miembros de la sociedad poseen los factores de producción por igual— sonaba muy bien para la numerosa clase desfavorecida. Se les prometió que los “malvados capitalistas” y las corporaciones ya no podrían explotarlos. Pero Venezuela se ha convertido en una advertencia de cómo la política socialista se derrumba y destruye naciones.
A pesar de esta realidad, una portada de la revista Newsweek en agosto del 2018 anunció: “Crisis del capitalismo: ¿está Estados Unidos volviéndose socialista?”. Esto fue luego de que una reciente encuesta Gallup al parecer indicara que los estadounidenses (especialmente una generación joven que ha vivido en gran opulencia) están encantados con el socialismo.
Ha pasado sólo una generación desde la caída del comunismo soviético —la más extrema forma de socialismo. Pero a pesar de la historia, Gallup muestra que el socialismo se está volviendo cada vez más popular entre los jóvenes, quienes ahora tienen “una imagen más positiva del socialismo que del capitalismo”.
Algunos proponen a los países nórdicos como ejemplos de socialismo exitoso, pero no olvidemos que ellos sustentan sus programas sociales con vastos recursos naturales. Y su versión de socialismo podría más bien describirse como un “capitalismo compasivo”, según Jeffrey Dorfman en Forbes —muy diferente al socialismo venezolano.
El peligro del encanto superficial del socialismo es que, si no vemos más allá, podemos olvidar sus defectos inherentes.
Los problemas del socialismo
Aunque el socialismo a menudo comienza con grandes ideales y parece compasivo, su aplicación en el mundo real no ha generado la utopía deseada porque contradice tanto las leyes de la naturaleza humana como los principios de la Biblia.
El socialismo se basa en una visión materialista donde el sufrimiento se atribuye casi exclusivamente a la distribución desigual de recursos.
Pero Venezuela es un ejemplo gráfico del mayor peligro potencial de esta teoría política: el surgimiento de dictaduras tiránicas y corruptas. Cuando el estado adquiere más control sobre los recursos económicos de un país, hay más oportunidades y tentaciones para los gobernantes de explotar ese control para su propio beneficio. Muchos ejemplos históricos demuestran la tendencia inherente del socialismo hacia la tiranía (considere la Unión Soviética, China, Corea del Norte, Cuba, etcétera).
Jesucristo condenó específicamente el abuso de autoridad por parte de quienes están en el poder (Marcos 10:42-43). Para ser justos, es verdad que las tiranías también pueden surgir en regímenes no socialistas, pero la historia demuestra que los gobiernos socialistas o comunistas son particularmente susceptibles a este mal.
El factor más determinante de la falencia del socialismo, sin embargo, es el hecho de que intencionalmente saca a Dios de escena, remplazándolo por un falso mesías humano que promete seguridad y bendiciones.
La Biblia es muy directa con respecto a la necesidad de que cada persona y sociedad se preocupe por los pobres y desvalidos (Éxodo 23:11; Proverbios 14:21). Dios además condena la avaricia y el egoísmo ante los necesitados (Lucas 6:30-31; Proverbios 22:16). Sin embargo, las Escrituras también dicen que los trabajadores son dignos de su salario y deberían poder disfrutar del fruto de su trabajo (1 Timoteo 5:18; Salmos 128:2).
Otro problema con el socialismo es que no toma en cuenta, y no puede controlar, la codicia y avaricia humanas —el deseo de obtener los bienes de los demás (Éxodo 20:17). De hecho, podría decirse que éstas son las verdaderas motivaciones del socialismo, así como del capitalismo y cualquier otro modelo de gobierno humano.
La realidad es que nuestra tendencia humana a ignorar a Dios y autogobernarnos, por medio del modelo que sea, inevitablemente conduce a la decepción y decadencia. Si hablamos del socialismo en particular, podría decirse que la advertencia de Winston Churchill acerca de sus falsas promesas y peligros era cierta. Él dijo: “La virtud inherente del socialismo es la distribución igualitaria de la miseria… El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, el evangelio de la envidia”.
¿Aprenderán otros países la lección de Venezuela?
La sabiduría de Winston Churchill es cada vez más ignorada, especialmente en Gran Bretaña y Estados Unidos, donde muchos de nuestros lectores se encuentran. Las generaciones más jóvenes se han criado en sistemas educativos defectuosos, llenos del concepto de ambivalencia moral y una perspectiva subjetiva de la historia de su país. Como resultado, no aprenden de la historia de la teoría económica que está haciendo tanto daño al pueblo y la economía venezolanos.
La Palabra de Dios nos dice que las personas serán bendecidas por obedecer o maldecidas por desobedecer, tanto a nivel personal como nacional (Levítico 26). ¿Aprenderán Estados Unidos y Gran Bretaña la lección de la historia y buscarán a Dios, o escogerán el camino del socialismo? Sólo el tiempo puede decirlo. Pero cualquiera sea su decisión, si no es buscar a Dios, estos países enfrentarán consecuencias terribles debido a sus pecados.
Para más detalles acerca de la increíble historia y futuro de los Estados Unidos y Gran Bretaña, lea nuestro folleto gratuito Estados Unidos, Gran Bretaña y la Mancomunidad en la profecía.