La Unión Europea está al borde de la implosión otra vez. ¿Qué van a aprender sus líderes? ¿Se va a forjar Europa una vez más en la crisis? ¿Qué consecuencias tiene esto para usted?
Uno de los fundadores de la Unión Europea, Jean Monnet, declaró: “Europa se forjará en las crisis”.
Sólo en la última década, la UE enfrentó y sobrevivió a tres amenazas existenciales: la calamidad de la deuda en los países mediterráneos, una oleada de refugiados y la odisea de la decisión por parte de Gran Bretaña de abandonar el bloque multinacional.
Las tres amenazaron con hundir el proyecto europeo, pero muchos temen que la pandemia del coronavirus pueda ser mucho más destructiva y elimine cualquier posibilidad de alcanzar el objetivo de la UE de “una unión cada vez más estrecha”.
A medida que el epicentro del coronavirus se desplazaba de China a Europa, el frágil marco de la alianza comenzó a derrumbarse. La canciller Angela Merkel describió la prueba como el mayor desafío de Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El ex primer ministro italiano Enrico Letta advirtió del “riesgo mortal” al que se enfrenta Europa. Asimismo, el primer ministro de Portugal, António Costa, dijo: “O la UE hace lo que se tiene que hacer o se va a acabar”.
El presidente francés Emmanuel Macron advirtió que la inacción podría ser la muerte de la UE.
Cada nación por su cuenta
En la fase inicial de la crisis, la UE se esforzó por mostrar un frente unido de cara a la pandemia, con los 27 estados miembros discutiendo acerca de los planes de rescate económico y los suministros médicos.
Cuando Jacques Delors, ex-presidente de la Comisión Europea, advirtió con vehemencia “el germen ha vuelto”, no se refería al coronavirus propiamente dicho. Se refería a los intereses propios de cada país, divisorios y estrechos y a la falta de solidaridad europea que suponen un “peligro mortal para la Unión Europea”.
La política francesa Marine Le Pen fue aún más lejos, al afirmar que la Unión Europea fue la primera víctima del coronavirus y mencionó la falta de solidaridad en la lucha contra el brote.
A pesar de las advertencias, las fronteras nacionales en ocasiones se cerraron repentinamente, ya que los países dieron prioridad a sus propios ciudadanos y al electorado. Alemania y Francia incautaron o bloquearon la exportación de equipo médico vital, como mascarillas protectoras y ventiladores, incluso cuando Italia pidió ayuda.
¿Solidaridad o interés propio?
A medida que el foco de la pandemia y el confinamiento se han transformado en un devastado paisaje económico, se han abierto viejas heridas dejadas por la anterior crisis financiera de la zona del euro. Los estereotipos acerca de una Europa meridional, sobre todo latina, endeudada y despilfarradora, que no recibe ninguna solidaridad o ayuda de parte de una Europa septentrional dura, en su mayoría nórdica y germánica, han resurgido.
Cuando los italianos se sintieron abandonados por los parcos miembros de la zona del euro (entre ellos Alemania, Austria, los Países Bajos y Finlandia) en la fase inicial de la pandemia, la confianza en el proyecto europeo se redujo. Las encuestas dieron un giro muy negativo en Italia, ya que el 88 por ciento de los italianos consideró que Europa había fallado en el momento de ayudarle a su país, mientras que el 67 por ciento determinó que ser miembro de la UE era una desventaja. Los italianos se filmaron quemando banderas de la UE en redes sociales y pronunciando la frase “nosotros nos salvamos”.
Incluso el ex-presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, habló de una “Europa cobarde”. El periódico italiano La Repubblica, que también es pro-europeo, la etiquetó abiertamente como “Europa fea”, y casi el 70 por ciento de los italianos dijeron que Alemania estaba tratando de “estrangularlos”.
La rabia dio lugar a que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofreciera una “sincera disculpa” a Italia, reconociendo que “en los primeros días de la crisis, ante la necesidad de una respuesta europea en conjunto, muchos pensaron sólo en sus propios problemas internos”.
Los problemas económicos de Europa
Todos los países del mundo están sufriendo una fuerte desaceleración económica desatada por la pandemia. Pero el declive va a ser particularmente severo y desestabilizador en Europa, porque las naciones del continente entraron en la crisis del COVID-19 ya en una condición casi recesiva.
Enfrentada a un desempleo rampante y a las caídas más estrepitosas de la actividad empresarial de la historia, la UE se ha sumido en la recesión económica más profunda desde su conformación. Los 27 países miembros —con una población de 446 millones de habitantes y una riqueza de más de 20 billones de dólares— ya están mostrando una caída de más del siete por ciento en el producto interno bruto, y algunos economistas afirman que el “impresionante colapso” podría ser el doble de esa devastadora cifra.
Alemania, la potencia económica de la zona del euro, mantuvo abiertas la mayoría de sus fábricas y tiene más capacidad tributaria para recuperarse con mayor rapidez. España e Italia muy afectadas, con una profunda dependencia en el turismo, ya se encontraban en dificultades financieras incluso antes de enfrentarse a la abrumadora crisis del virus.
Ahora piden a gritos dinero en efectivo bajo la figura de subsidios, no de préstamos que deban ser reembolsados, o la emisión de deudas perpetuas, como las que se utilizan en los esfuerzos de guerra, que tienen unos plazos de reembolso muy cómodos y cuotas supremamente bajas.
Conocidos popularmente como “coronabonos”, estos instrumentos financieros permiten que la deuda sea compartida por toda la UE. Para los alemanes conservadores, estos representan un escenario terrible de una “unión de transferencias” en la que sus impuestos siguen desapareciendo en el pozo sin fondo del sur, debilitando la fuerza industrial de Alemania.
Matar la democracia
En este momento decisivo, el proyecto europeo no sólo está sufriendo de un distanciamiento financiero entre el norte y el sur, sino que también está siendo arrastrado hacia el este y el oeste. Las acciones de los líderes de la UE en la mitad occidental han socavado su posición de que la crisis es paneuropea y requiere de una respuesta conjunta.
Así mismo, en el este, el Primer Ministro húngaro Viktor Orban ha utilizado la crisis para asumir poderes de emergencia y así suspender de manera efectiva la democracia. Pisoteando los principios más básicos del estado de derecho democrático en Europa, el “proyecto de ley del coronavirus” de Hungría le otorga al señor Orban un derecho ilimitado para gobernar por decreto ejecutivo.
“Éste es el momento de matar el coronavirus —no de matar la democracia”, dijo lamentándose Vera Jourova, vicepresidenta encargada de Valores y Transparencia de la Comisión Europea. Sin embargo, los distraídos Estados de la UE sólo expresaron una leve desaprobación con respecto a las medidas adoptadas por Hungría.
El momento del legado de Merkel
Recientemente, en la sede central de la UE en Bruselas, muchos puestos clave de gobierno han cambiado. Se considera que los líderes que no han sido probados en sus nuevas funciones —el presidente del Consejo de la UE Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen y Christine Lagarde del Banco Central Europeo— carecen de la experiencia o el prestigio necesarios para tomar las riendas durante la crisis.
Eso deja a la líder más antigua de la UE, la canciller alemana Angela Merkel, la responsabilidad de asumir lo que el ex-presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, calificó de una “tragedia humana de proporciones bíblicas”.
Después de casi 15 años de estar liderando la mayor economía de Europa, la señora Merkel comenzó el año como una líder que fracasó en su búsqueda de un quinto mandato. Con un historial político menoscabado por la reacción en contra de su política de puertas abiertas para los refugiados y con su partido político desgastado, la canciller de 65 años, con un doctorado en química cuántica, encontró lo que podría ser el momento de su legado.
Presentando con calma los nefastos datos de la pandemia y advirtiendo de manera estoica a sus compatriotas de cuántos podrían infectarse por la enfermedad, la canciller Merkel también se refirió a sus antecedentes en Alemania Oriental. Conociendo las restricciones del estado comunista, estaba reacia a restringir la libertad de movimiento y sólo lo iba a hacer en caso de que fuera absolutamente necesario.
No es una oradora sobresaliente, no se ha apoyado en las palabras o gestos marciales, pero no ha dejado de recalcar los mensajes de que “el interés de todos, y de Alemania, es que Europa emerja más fuerte de esta prueba” y que “la respuesta sólo puede ser: más Europa, una Europa más fuerte y una Europa que funcione bien”.
¿Quién es el próximo líder?
Los índices de aprobación de la señora Merkel se han disparado, pero en una reciente encuesta nacional, el mayor índice de aprobación de un político alemán pertenece a un hombre bastante desconocido fuera de Alemania, pero considerado el principal candidato para ocupar su cargo.
Markus Söder, el carismático líder nacido en Nuremberg hace 53 años, conocido por su instinto político, es el ministro presidente de Baviera y presidente de la Unión Social Cristiana (USC), el partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (UDC) de la señora Merkel.
La tasa de infección por coronavirus ha sido comparativamente alta en la Baviera del señor Söder, y con su estilo decidido de gestión de la crisis en su estado natal —fue el primer líder del gobierno estatal que emitió órdenes de confinamiento— se ha convertido en el favorito de los conservadores.
Su estilo de liderazgo en el orden público y su excelencia retórica son extraordinariamente populares —y podrían dar forma al futuro del país después de Merkel.
Aunque anteriormente ya ha sido considerado un potencial candidato a canciller, el siempre seguro señor Söder, nombrado “el hombre fuerte” de Alemania por la revista Foreign Policy debido a su desempeño en la catástrofe actual —puede que esta vez la gente prácticamente le suplique para que se postule a la oficina nacional.
Europa en la profecía
Una vez más, Europa se está forjando a través de la crisis... Se está preparando el escenario para los acontecimientos profetizados en la Biblia desde hace miles de años.
Una vez más, Europa se está forjando a través de la crisis. De manera simultánea está atravesando por una pandemia y una implosión económica, un vacío en su liderazgo que consiste en funcionarios sin experiencia y líderes veteranos, pero poco convincentes, políticos poderosos que tratan de conseguir cargos más importantes de forma democrática y otros que tratan de gobernar a través de decretos y poderes de emergencia.
Se está preparando el escenario para los acontecimientos profetizados en la Biblia desde hace miles de años.
A lo largo del libro del Apocalipsis y los escritos del profeta Daniel, el Dios eterno —el mismo que declara “el fin desde el principio”, ha revelado un sistema político y económico en los tiempos del fin, dirigido por un líder carismático.
La bestia de la Biblia
En la Biblia, tanto la estructura como el líder humano están representados como la “bestia”, la cual devora a sus opositores. Esta horrible bestia descrita por el apóstol Juan es el resurgimiento del Sacro Imperio Romano que tendrá lugar en los tiempos del fin (Apocalipsis 13:1-8; 17:8-18; Daniel 7:15-27).
Esta “bestia” refleja los detalles proféticos que Daniel identificó más de 600 años antes, de una “imagen” con dos piernas de hierro, pero con pies de hierro mezclados con barro cocido, en una combinación inviable y frágil (Daniel 2:40-43). Esta combinación poco probable de hierro y barro cocido describe de manera acertada muchas de las debilidades inherentes de la Europa actual.
En el momento de una futura crisis, el líder de este sistema de la bestia recibe poderes de emergencia de parte de una coalición de 10 reyes (o líderes) para gobernar no de forma democrática sino por decreto (Apocalipsis 17:13).
Este poder y sistema de la bestia —junto con un poderoso líder religioso— va a traer un breve e ilusorio período de paz y prosperidad que va a asombrar a la gente de todas partes: “y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia... y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis 13:3-4).
Pero este poder y sistema de la “bestia” —acompañado de un poderoso, falso líder religioso y obrador de milagros— va a sumir al mundo en una pesadilla infernal.
Mientras se define quiénes van a desempeñar esos papeles, sabemos que esos tiempos están todavía en el futuro porque este poder de la bestia va a luchar contra Cristo a su regreso (Apocalipsis 17:12-14, 17). Sin la intervención del regreso de Jesucristo, el resultado sería la aniquilación mundial y ninguna vida se salvaría (Mateo 24:21-22, 29-30).
A medida que se va aclarando el esquema de este período catastrófico de la historia humana, el regreso de Jesucristo, que marcará el inicio de un reino de paz y reemplazará un imperio de guerra, estará mucho más cerca.
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