En nuestra sociedad, el concepto de una verdad moral absoluta —que se aplica a todos, en todo momento y en toda circunstancia— ha sido rápidamente desprestigiada. En cambio, la idea popular es: “Lo que es bueno para ti, puede no serlo para mí”, y “Si se siente bien, entonces está bien”.
Los límites entre la verdad y la mentira, los hechos y las opiniones, y el bien y el mal, prácticamente han desaparecido.
Los absolutos pasaron de moda
Numerosos libros y encuestas demuestran lo impopulares que ahora son los absolutos morales.
Según uno de los estudios más recientes (publicado en el 2016 por el Grupo Barna), 57 por ciento de los estadounidenses adultos cree que la moral depende de la experiencia personal. Es decir, cree que podemos decidir por nosotros mismos lo que es correcto e incorrecto.
Lamentablemente, la verdad que muchos han decidido ignorar es el código de conducta moral estipulado en la Biblia. Dios es la única fuente de verdad moral absoluta (Juan 17:17). Pero cuando las personas desprecian sus leyes, se sienten en libertad de crear sus propias reglas.
Esto fue lo que sucedió en el antiguo Israel, cuando “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Esta frase sin duda describe al mundo occidental actual. Las personas ya no basan su vida en las verdades éticas, sino que se dejan llevar por sus preferencias, percepciones y circunstancias.
El término que describe dicha manera de pensar es “relativismo moral”.
¿Qué es el relativismo moral?
Quienes apoyan el relativismo moral niegan la existencia de estándares objetivos, invariables y eternos cuyo propósito es regir la conducta humana. Creen que la verdad es subjetiva y que los conceptos de correcto e incorrecto varían según cada persona y cultura. Además, postulan que la verdad es variable: lo que fue inapropiado ayer, puede ser aceptable hoy.
El relativismo afecta todas las áreas de la vida. La gente miente para conseguir trabajo, hace trampa en los exámenes y les roba a sus empleadores sin sentir culpa. Los estafadores engañan a inversionistas y clientes como una forma de hacer negocios. Prácticas como el aborto, el matrimonio homosexual, la cohabitación, el adulterio y el divorcio se consideran socialmente aceptables, y lo mismo sucede con las malas palabras y la pornografía. Además, los padres son alabados por no “imponerles” preferencias sexuales a sus hijos.
Todas estas son consecuencias inevitables de rechazar la verdad de Dios y crear “realidades” propias.
El razonamiento detrás del relativismo moral
Este alejamiento de los absolutos morales no es para nada inesperado. Romanos 8:7 dice claramente que “los designios de la carne son enemistad contra Dios”. La naturaleza humana no quiere someterse a las leyes de Dios ni respetar límites.
El relativismo moral comenzó en el jardín de Edén, cuando la serpiente tergiversó lo que Dios dijo acerca de lo correcto e incorrecto.
El relativismo moral comenzó en el jardín de Edén, cuando la serpiente tergiversó lo que Dios dijo acerca de lo correcto e incorrecto. Pero su verdadero auge vino con la revolución sexual de los años sesenta.
Como explica Steven Garofalo en su libro Right for You, but Not for Me [Bueno para ti, pero no para mí]: “La revolución sexual representó un esfuerzo conjunto para obtener la liberación de cualquier y todo límite moral. Esto luego se convirtió en una negación explícita y culturalmente generalizada de la existencia de absolutos morales…
“A medida que el concepto del relativismo moral se expandió, el matrimonio tradicional, que desde el principio de la historia se había definido como la unión entre un hombre y una mujer, comenzó a ser rechazado como una orden de Dios. Luego, otras grandes instituciones sociales, incluyendo desde gobiernos hasta éticas corporativas, se suscribieron al relativismo moral” (p. 278).
Rechazo a Dios
La manera en que los relativistas intentan justificar su rechazo hacia los absolutos morales es rechazando a Dios mismo. El biólogo evolucionista Richard Dawkings personificó este pensamiento en el 2008, cuando lideró una campaña publicitaria atea en Inglaterra con el eslogan: “Dios probablemente no existe. Deje de preocuparse y disfrute la vida”.
La cosmovisión del relativismo moral se construye sobre una filosofía conocida como naturalismo. En palabras simples, el naturalismo postula que no existe nada más allá del mundo físico. Es decir, que no hay un Dios, un mundo espiritual, ni vida después de la muerte.
Y si Dios no es real, no puede establecer un estándar moral de conducta universal. Si esta vida es todo lo que hay y no existe un poder superior a quién obedecer, los relativistas no ven razón para privarse de sus deseos.
Según la visión relativista, los individuos y las culturas construyen sus propias verdades. No puede existir una verdad universal y objetiva, porque cada persona y grupo social percibe e interpreta el mundo de forma diferente. Todo es relativo, y por lo tanto no existe un punto de referencia absoluto ni una realidad objetiva.
Los relativistas afirman que sólo existen las verdades subjetivas, las cuales dependen de cada individuo, cultura o contexto. Esto implica que nadie puede tildar las creencias o acciones de otra persona como correctas o incorrectas.
Algunos, sin embargo, aceptan que hay verdades objetivas en el plano físico, como la ley de la gravedad, que 2+2=4, que las moléculas de agua contienen dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, etcétera. Pero aún así siguen negando la existencia de verdades morales absolutas.
Problemas con el relativismo moral
Los opositores del relativismo moral rápidamente señalan que éste es un pensamiento contradictorio. Cuando los relativistas dicen que “no existe una verdad absoluta”, lo afirman como un hecho objetivo, pero paradójicamente, su filosofía niega la existencia de las realidades objetivas. Y decir que “todo es relativo” implica que esa misma aseveración debe ser relativa, por lo tanto, no hay razón alguna para aceptarla como un hecho.
Pero no es necesario acudir a argumentos lógicos para saber que el relativismo moral es errado. Como filosofía, contradice las enseñanzas de la Biblia en muchos aspectos.
Para empezar, promueve el egocentrismo. Al determinar su propia verdad y moralidad, las personas buscan complacerse a sí mismas en lugar de a Dios o a otros. Ésta es una violación de Mateo 22:37-40, donde se nos dice que debemos “[amar] al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y “a tu prójimo como a ti mismo”. La manera de amar a Dios es guardar sus mandamientos (1 Juan 5:3), no crear reglas propias sobre cómo vivir.
En 1988, Francis Beckwith y Gregory Koukl escribieron el libro Relativism: Feet Firmly Planted in Mid-Air [Relativismo: pies firmemente plantados en el aire], y sus percepciones se aplican ahora más que nunca: “Las nociones del respeto y la dignidad humanos dependen de la existencia de una verdad moral. Sin ésta, no existe una obligación de sacrificio por los demás y podríamos desechar a la gente tan pronto como se vuelva problemática, costosa, o simplemente sintamos que nos estorba” (p. 12).
Los autores explican que cuando las personas creen en los absolutos morales, estos sirven para limitar sus placeres, como debería ser (“Quiero hacer esto, pero no debería”). Pero cuando el bien y el mal se consideran relativos, el placer define la moralidad (“Quiero hacer esto y buscaré una manera de racionalizarlo”).
Cuando los intereses propios son los que rigen, la decadencia moral es inevitable.
La Biblia dice claramente qué clase de comportamientos son malos y cuáles son buenos. El relativismo moral, en cambio, postula que cualquier ética es válida, y por lo tanto nada puede etiquetarse como “pecaminoso” o “inaceptable”.
Ver pornografía, por ejemplo, jamás se podría decir que es incorrecto; lo más que alguien podría decir al respecto es: “personalmente no me agrada”. No hay bases para castigar los comportamientos indeseables ni razón para arrepentirse de ellos, porque no existen estándares morales objetivos para juzgar. Lo único que se puede esperar es que la gente tolere las decisiones de vida de los demás. El problema es que a menudo la sociedad espera que toleremos comportamientos que Dios prohíbe.
El relativismo moral comenzó en el jardín de Edén, cuando la serpiente tergiversó lo que Dios dijo acerca de lo correcto e incorrecto.
Cuando las personas tienen su propia “verdad”, los conflictos son inevitables. Las discusiones no se resuelven fácilmente porque nadie busca la guía de la Palabra de Dios. Y la mente carnal tiende a hacerse valer por medio de peleas, manipulación y muestras de poder. Sin un fundamento común de verdad y absolutos, la sociedad sólo puede fragmentarse y debilitarse.
El relativismo moral es un excelente ejemplo de Proverbios 14:12: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. Ninguna civilización puede sobrevivir cuando sus habitantes hacen “lo que se siente bien” y determinan su ética con base en sus deseos personales.
Debemos aferrarnos a la verdad de Dios
Tras el regreso de Cristo para establecer el Reino de Dios en la Tierra, el mundo finalmente será lleno del conocimiento de Dios (Habacuc 2:14). Las personas sabrán que las verdades espirituales absolutas sí existen y que Dios es el supremo legislador.
Mientras tanto, debemos esforzarnos por conocer la verdad de Dios lo mejor posible y nunca perder de vista su valor. La verdad de Dios nos permite tener paz para enfrentar los problemas de este mundo con esperanza y fe. Dirige nuestros pasos para que podamos convivir pacíficamente con otras personas y produce verdadera felicidad, gozo y libertad (Juan 8:32).
Pero el solo hecho de conocer la verdad de Dios no es suficiente. También es necesario que la vivamos. Cada decisión cotidiana que tomamos debería ser guiada por los estándares de Dios. Esto implica que deberíamos estudiar su Palabra todos los días para conocer sus verdades.
Tal vez no nos consideremos relativistas morales ni conozcamos todo el razonamiento detrás de esta filosofía. Pero aun así es posible que vivamos como relativistas si no nos adherimos por completo al camino de Dios; si racionalizamos que sus leyes no se aplican en ciertas situaciones, o si comenzamos a buscar “soluciones humanas” en lugar de hacer lo que la Biblia dice.
El relativismo moral es una ideología destructiva y debemos hacer todo lo posible por no seguirla. Ésa es la verdad absoluta.
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