¿Creó Dios sus leyes para limitar nuestra diversión?

En la actualidad las leyes de Dios son vistas como limitantes al desarrollo social y a la diversión del hombre. A menudo las personas que se esfuerzan por guardar estas leyes son vistas como antisociales o enemigas de la diversión. Por supuesto, esta opinión es de las personas que no conocen ni obedecen las leyes divinas.

En esta época del año, con tanta publicidad comercial acerca de la “gran diversión” de las fiestas de Halloween, Navidad y Año Nuevo, muchos se sorprenderían al saber que el Dios de la Biblia no tiene nada que ver con estas fiestas, en cambio Él tiene un plan de diversión totalmente diferente. Este plan incluye leyes y fiestas de profunda interacción social para quienes las guardan y, en lugar de restringir la diversión —como se piensa—, Dios nos anima a compartir y alegrarnos en estas ocasiones (Deuteronomio 16:11).

Las fiestas de Dios tienen un profundo significado y propósito en el desarrollo y crecimiento del hombre, no sólo para este tiempo, sino para un futuro sin precedentes. Dios mismo creó estas fiestas para la verdadera alegría y las santificó. Si desea conocer más acerca de estas fiestas, le invitamos a leer nuestro folleto gratuito: Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted.

Sin embargo, las fiestas de Dios no son tan populares hoy en día. Una de las razones es que no fueron diseñadas para comercializar con su celebración y hacer ricos a un pequeño grupo de personas. Más bien, su propósito es que aprendamos del plan que Dios tiene para darle al hombre vida eterna. ¿Qué expectativa de alegría y de desarrollo social del hombre puede superar a la vida eterna?

El engaño de Satanás acerca de la diversión

Si la Palabra de Dios muestra claramente que los cristianos sí pueden divertirse y disfrutar sus relaciones sociales, ¿por qué razón el mundo piensa lo contrario? Una de las premisas que llevan a este juicio equivocado es que los cristianos tienen muchos límites en el desarrollo de sus vidas, por querer seguir las leyes de Dios. Por lo tanto, la diversión está limitada para todos ellos.

El mundo no conoce las leyes de Dios y se deja influenciar fácilmente por las tendencias sociales. Así es muy fácil llegar a interpretar erróneamente de dónde vienen los límites al desarrollo del ser humano. Si la premisa sobre el origen de los límites no es correcta, entonces la conclusión sobre el desarrollo y la diversión verdadera tampoco lo será.

La gente piensa que su felicidad, alegría y crecimiento social vienen al liberar sus pasiones y sus concupiscencias en fiestas como Halloween, Navidad, Año Nuevo y otras parecidas.

La Palabra de Dios muestra claramente que los cristianos sí pueden divertirse y disfrutar sus relaciones sociales-

En la primera carta que escribió Pablo a los Corintios, el apóstol declaró lo siguiente: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”. (1 Corintios 10:23, énfasis añadido). Pablo fue un hombre muy reconocido en su tiempo porque recibió la educación de mayor calidad a la que un judío fariseo (estudiosos del Antiguo Testamento) podía aspirar. Pablo adquirió la ciudadanía romana y todos los derechos civiles que el vasto imperio otorgaba sólo a sus ciudadanos. Viajó por muchos lugares del mundo y escribió más libros de la Biblia que cualquier otra persona. Pero, sobre todo, fue un cristiano ejemplar. Y este sabio apóstol decía que, aunque no hubiera pecado en las acciones, no todo conviene y no todo edifica. El cristiano tiene que tener cuidado de no pecar, pero también debe tener cuidado de su reputación, de aquello que no es pecado necesariamente, pero si no edifica ni conviene, entonces debemos evitarlo. En las fiestas de este mundo hay mucho pecado y también se hacen cosas que no edifican ni convienen.

Las fiestas de Dios son de verdadera diversión

La Biblia registra varios ejemplos de diversión genuina que se vive en las fiestas de Dios. Uno de esos ejemplos se encuentra en el libro de Nehemías. En el capítulo 8 se relata cómo algunos judíos, quienes habían vuelto de la cautividad en Babilonia, se reunieron en una plaza a escuchar la ley que Dios había dado a Israel por medio de Moisés. Cuando Esdras leyó en la ley que debían celebrar las fiestas de Dios del mes séptimo del calendario hebreo y el pueblo lo entendió, todos se aprestaron a celebrar una de esas fiestas: “Y toda la congregación que volvió de la cautividad hicieron tabernáculos, y en tabernáculos habitaron; porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande” (Nehemías 8:17-18, énfasis añadido).

Celebrar las fiestas de Dios, como Él dice, nos trae alegría muy grande. Esta alegría es genuina, pura, pacífica y edificante. Por el contrario, celebrar las fiestas que este mundo ofrece, como la Navidad, trae alegría pasajera, borracheras, pleitos, competencia, depresiones y todas esas cosas que no edifican ni en lo emocional ni en lo espiritual. La celebración de las fiestas de este mundo trae una diversión bastante temporal que se trasforma en tristeza, deudas y preocupaciones al siguiente día.

Los judíos cumplieron el mandamiento que había sido dado en Deuteronomio 16:14-15, acerca de celebrar las fiestas santas con alegría, compartiendo con los demás el fruto de un trabajo digno.

El propósito de Dios para nuestra vida es que obedezcamos sus leyes para que podamos tener vida abundante ahora y en el futuro, controlando nuestro libre albedrío y obedeciendo dichas leyes.Si usted asume el desafío de leer y profundizar en las fiestas de Dios, descubrirá que hay una que no dura tan sólo un día, ni dos… ¡dura siete días! Siete días son muchos para aprender de la verdadera diversión que Dios quiere enfatizar en el verdadero desarrollo social de la humanidad. Dios no es Dios de antisociales y de gente triste y depresiva. ¿Cómo puede uno alegrarse tanto y por muchos días, si no se está divirtiendo genuinamente?

Libre albedrío y dominio propio

La ley de Dios no nos limita para hacer cosas buenas, ni tampoco es una ley de tristeza. Esta ley nunca ha limitado al hombre de hacer lo correcto. Por el contrario, ha sido dada para ayudar al hombre a alcanzar su increíble potencial, que es llegar a ser como Dios, en una familia alegre, feliz, expresiva y amorosa. Dios nos ha dotado de libre albedrío para tomar nuestras propias decisiones. Eso significa que Él no obliga a nadie a obedecer sus leyes, ni nos manipula para hacer algo en contra de nuestra voluntad.

Pero al mismo tiempo Dios nos ha dado sus leyes para que podamos alcanzar verdadero gozo en nuestra vida. Y además quiere que lleguemos a alcanzar dominio propio, para que elijamos hacer lo que realmente nos conviene y nos edifica.

Cada ser humano escoge lo que quiere hacer de su vida al ejercitar su libre albedrío. Entonces, las leyes de Dios no limitan nuestro desarrollo social ni nuestra diversión. Son las leyes de Dios y la observancia de sus fiestas las que nos ayudan a desarrollar nuestra capacidad para controlarnos de hacer las cosas que no convienen y nos marcan los límites entre lo que debemos hacer y lo que no, para que podamos tener vida abundante (1 Corintios 6:12).

El propósito de Dios para nuestra vida es que obedezcamos sus leyes para que podamos tener vida abundante ahora y en el futuro, controlando nuestro libre albedrío y obedeciendo dichas leyes.

Satanás quiere que nosotros guardemos sus fiestas, las cuales no nos aportan nada positivo, sólo nos brindan alegría temporal, pero mucha tristeza al siguiente día. En cambio, Dios quiere que guardemos sus leyes y sus fiestas que nos brindan alegría genuina y vida en abundancia. La Biblia hace un contraste entre lo que Satanás quiere y los que Dios quiere: “El ladrón (Satanás) no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Por favor, usted no se deje influenciar por las tendencias sociales y por la publicidad comercial engañosa acerca de las fiestas religiosas que el mundo está viviendo en esta época. Dele una oportunidad a lo que la Biblia quiere decirle acerca de su gran potencial humano. Usted puede desarrollarse socialmente y alcanzar una vida plena y abundante. Ésa es la vida que Dios desea para usted. Si usted desea aprender cuál es este gran potencial, lea ahora nuestro artículo: “El propósito del hombre” y “Una vida en abundancia”.

Sepa más

Bienaventuranzas: las claves para la verdadera felicidad

Jesús nos dio las claves para la verdadera felicidad conocidas como las Bienaventuranzas en su Sermón del Monte ¿Cuáles son las ocho bienaventuranzas y cómo pueden ayudarnos a experimentar una felicidad duradera y un gozo real en nuestra vida?

Acerca del autor

Manuel Sánchez

Manuel Sánchez

Manuel Sánchez es miembro de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, en Perú. Casado con Annika Peters. Tiene una hija pequeña, de nombre Amedea Sophie.

Es abogado de profesión. Trabaja como vendedor de productos naturales en Trujillo, impulsando su propio negocio.

Con su familia participa en la congregación de Trujillo de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial en Perú. Le gusta la lectura, el estudio relacionado con la historia universal y escribir.

×

Suscríbase a Discernir

×

Serie de artículos de Discernir

Chrito Versus Christianismo
Andar como Él anduvo
Cristianismo en Progreso
Ask a Question