La coronación del rey Carlos III el pasado 6 de mayo fue una muestra de esplendor marcada por tradiciones y símbolos antiguos. Las conexiones bíblicas son fascinantes.
El 8 de septiembre del 2022 fue un día de luto para todo el mundo. Mientras las multitudes se reunían alrededor del Palacio Buckingham, la bandera del Reino Unido estuvo a media asta y un doble arcoíris atravesó el cielo de Londres.
La reina Elizabeth II, cuyo reinado fue el más largo en la historia británica, había muerto en el Castillo Balmoral, su residencia de verano en las montañas de Escocia.
Funeral de la reina Elizabeth II
Los líderes de casi todos los grandes países del mundo asistieron a su funeral; entre ellos, el Emperador Naruhito de Japón, el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente de los Estados Unidos Joe Biden.
Entre los ausentes estuvieron el presidente de China, Xi Jinping, quien aparentemente rechazó la invitación, y Vladimir Putin, quien no fue invitado.
Símbolos de la monarquía
Los noticieros anunciaron que la coronación de Carlos diferiría en varias formas de la coronación de su madre, que ocurrió hace casi 70 años. Una de las diferencias más fascinantes es que, si bien fue una ceremonia “cristiana”, al parecer Carlos agregó secciones inclusivas de otros credos. Otros cambios incluyeron un servicio más corto y sencillo, y sin presentación de oro al monarca.
Sin embargo, aunque Carlos prescindió de varios elementos antiguos, todos esperaban que la coronación estuviera llena de tradición. De hecho, según un anuncio oficial del Palacio Buckingham, “la coronación reflejaría el papel del monarca en la actualidad con un enfoque hacia el futuro, pero sus raíces se mantendrán en el esplendor y las tradiciones históricos”.
Ceremonias antiguas
Los registros de coronación de Inglaterra se han preservado durante más de mil años, y varios aspectos de esta ceremonia han permanecido intactos por siglos.
Lo más fascinante es que muchas de esas tradiciones —como el pacto, la unción, el sonido de trompetas y la bendición “Dios salve al rey”— se encuentran en la Biblia (1 Samuel 16:13; 2 Crónicas 23).
Esto no significa que toda la ceremonia de coronación esté basada en la Biblia; de hecho, hay varios aspectos de ella que contrastan directamente con las Escrituras. Tras su coronación, que se llevó a cabo el 2 de junio de 1953, la reina Elizabeth lo expresó bien cuando dijo: “Las ceremonias que han visto hoy son antiguas y algunos de sus orígenes están ocultos tras la neblina del pasado; pero su espíritu y significado brillan a través de los siglos”.
¿Por qué hay monarquías en el mundo moderno?
Muchos se preguntan por qué algunas monarquías permanecen en el mundo moderno, especialmente en Europa, donde el secularismo ha remplazado en gran medida a las instituciones y tradiciones antiguas. ¿Cómo es que las reformas sociales dirigidas por el humanismo secular aún no han extinguido la idea de un privilegio divino?
Como dijo el anti monarquista Graham Smith: “La coronación es una celebración de poder y privilegio hereditarios, no tiene cabida en una sociedad moderna”.
Aunque ha habido intenciones de abolir la monarquía durante años, éstas nunca han tenido suficiente apoyo como para amenazar la institución. Una encuesta realizada por YouGov en el 2022 encontró que 67 por ciento de los británicos piensa que la monarquía debería continuar.
Muchos factores ayudan a explicar la supervivencia de la familia real británica, pero las promesas de Dios registradas en la Biblia son fundamentales para entender este misterio moderno.
Reyes descendientes de Abraham
En Génesis 17:6 Dios le hizo a Abraham una promesa impresionante: “te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti”.
Actualmente, existen cerca de 30 monarcas en estados soberanos en el mundo. Ocho de ellos pertenecen al mundo árabe, que, no por coincidencia, frecuentemente se identifica como descendiente del hijo de Abraham, Ismael. Pero la línea de reyes abrahámicos no termina ahí.
Mucho después de prometerle a Abraham una descendencia real, Dios le extendió esa promesa a su tataranieto Judá y luego al descendiente de Judá, David (Génesis 17:16, 20; 49:8-10; 1 Crónicas 5:2).
La promesa de Dios para David se encuentra en Salmos 89:3-4, 35-37: “Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones… Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo”.
La promesa de Dios para David brillaría a través de las épocas —no sólo durante el tiempo del antiguo Israel, ¡sino por todas las generaciones!
Aunque no conocemos todos los detalles acerca de cómo se preservó el linaje real de David tras la caída de Judá en el siglo VI a.C., la Biblia nos da algunos indicios. Y cuando unimos esas pistas con la historia antigua y otras leyendas interesantes, podemos descubrir la fascinante historia de cómo Dios preservó milagrosamente a la familia de David trasladándola a las Islas Británicas.
Puede leer más acerca de esta historia en las páginas 46-53 de nuestro folleto Estados Unidos, Gran Bretaña y la Mancomunidad en la profecía.
El marco de las promesas de Dios
Aunque las naciones surjan y caigan, y los monarcas nazcan y mueran, la coronación británica es un recordatorio de que las promesas de Dios siguen brillando a través de las épocas.
La Mancomunidad de Naciones se extiende por el mundo y literalmente el sol nunca se pone sobre ella. Los reyes y las reinas del histórico imperio que la precedió ocuparon un trono sin rival moderno. Entender cómo y por qué el Reino Unido y muchas de sus antiguas colonias mantienen una monarquía hasta ahora requiere creer en las promesas de Dios, las cuales pueden ayudarnos a develar la niebla del pasado.
Con el esclarecedor marco de las promesas de Dios, muchas piezas del rompecabezas caen perfectamente en su lugar: las tradiciones de la coronación, las imágenes heráldicas, la Mancomunidad de Naciones. Todo esto nos da pistas importantes acerca de la relación entre la familia real británica y el linaje real del rey David bíblico.
Imagen heráldica del león
Tomemos como ejemplo la imagen heráldica del león. El león es un símbolo tan usado por la realeza europea que a menudo se confunde como un símbolo universal de los reyes. Pero éste no es necesariamente el caso.
De hecho, la mayoría de los monarcas actuales no usa el león en sus emblemas reales. De los 17 monarcas que se encuentran fuera de Europa, sólo tres incorporan el símbolo del león. Dos de ellos son africanos, lo cual no es sorprendente porque los leones son nativos de África, y el otro es de Camboya.
Lo curioso es que los leones nunca han sido nativos del norte de Europa, donde el símbolo se encuentra con mayor frecuencia. Entonces, ¿cuál es el origen de este símbolo y por qué es el más común en la realeza del norte de Europa?
Estudiar las genealogías de las familias reales europeas que usan el emblema del león revela que todas están relacionadas —todas pertenecen a la misma familia. (Cinco de las monarquías activas en Europa —Reino Unido, Dinamarca, Noruega, España y Suecia— son gobernadas por descendientes directos de la reina Victoria.)
Entonces, el león no es sólo un emblema común de la realeza. En realidad, representa a una familia real principalmente ubicada en y alrededor del norte de Europa, que actualmente incluye a los reyes y las reinas de Inglaterra, Suecia, Noruega, España, Luxemburgo, Dinamarca y los Países Bajos.
Las Escrituras relacionan el emblema del león con la tribu de Judá y el rey David (Génesis 49:9-10; Apocalipsis 5:5).
Cuando seguimos estas pistas, con las promesas de Dios alumbrando el camino, podemos ver que la familia real de David sigue viva en la actualidad y gobierna varias naciones europeas, incluyendo el Reino Unido.
Otras pistas interesantes
También es interesante notar que la palabra Bretaña (del latín Britannia) tiene una similitud fonética curiosa con la palabra hebrea que se traduce como “pacto”, berith. Esta pequeña pista fonética es otro punto a favor de la conexión entre Gran Bretaña y el pacto que Dios hizo con Abraham y su descendencia (Génesis 17:6-7; 49:8-10; Números 2:2; Apocalipsis 5:5).
Otra pista es que, como vemos en Génesis 49, la tribu de Judá reinaría sobre las otras tribus de Israel, no sólo sobre los descendientes de Judá. Entonces, aunque muchos de los monarcas europeos descienden de Judá y David, esto no significa que sus gobernados comparten su linaje judío.
“Judá, te alabarán tus hermanos… los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá… Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh [el Mesías]” (vv. 8-10).
El nombre “Judá” significa literalmente alabanza (Génesis 29:35), y 1 Crónicas 5:2 confirma este hecho: “bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José”.
Un recordatorio de la fidelidad de Dios
La coronación del rey Carlos no es sólo la historia de una familia real que vive en una isla de Europa. Tampoco es la historia de un linaje de reyes que se remonta al tiempo en que Gran Bretaña fue librada del dominio romano. En realidad, es una prueba de cuán confiables son las promesas de Dios, más confiables que la salida del sol o la órbita de la luna.
Contra todas las probabilidades de la modernidad en Europa, la familia real de David establecida por Dios ha superado la prueba del tiempo. Aunque las naciones surjan y caigan, y los monarcas nazcan y mueran, la coronación británica es un recordatorio de que las promesas de Dios siguen brillando a través de las épocas.
Si desea profundizar en el contexto bíblico, histórico y profético, puede leer nuestro folleto Estados Unidos, Gran Bretaña y la Mancomunidad en la profecía.