La Biblia tiene mucho que decir acerca de que Israel es el pueblo escogido de Dios. Pero Él ama y tiene un plan para toda la gente. Entonces, ¿por qué escogió Dios a Israel?
Las Escrituras son muy claras al mostrar que entre todas las naciones, Dios escogió a Israel como la nación con la cual Él trabajaría. Ésta fue la nación que Dios libertó de la esclavitud en Egipto, la nación a la cual Dios le dio la tierra de Canaán, la nación a través de la cual vendría Jesús, el Mesías. ¿Hubo algo especial en estas personas que los diferenciaba de otros?
Dios mismo contestó esta pregunta. Al dirigirse a los antiguos israelitas, Él les dijo: “Porque tú eres pueblo santo para el Eterno tu Dios; el Eterno tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido el Eterno y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto el Eterno os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado el Eterno con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto” (Deuteronomio 7:6-8, énfasis agregado).
Entonces, ¿por qué escogió Dios a Israel? Dios escogió a los antiguos israelitas porque Él le había prometido a Abraham que sus descendientes llegarían a ser una gran nación y ocuparían la tierra de Canaán (Génesis 12:3, 7; 17:4, 7-8; 22:17). Dios bendijo a Abraham y a sus descendientes debido a la fe de Abraham, una fe viviente por la cual Abraham obedeció diligentemente las instrucciones y la ley de Dios (Génesis 26:3-5). Esta promesa fue repetida al hijo de Abraham, Isaac, y al nieto de Abraham, Jacob (Génesis 17:21; 26:24; 28:1-4, 13).
El propósito de Dios al escoger a Israel era que ellos fueran una nación modelo a las otras naciones y que a través de ellos “todas las familias de la tierra” serían bendecidas (Génesis 12:3). Él quiso que Israel fuera “un reino de sacerdotes y una nación santa” (Éxodo 19:6). Otras naciones verían que cuando los israelitas obedecían a Dios, eran bendecidos (v. 5), y cuando desobedecían a Dios, eran castigados (Deuteronomio 28).
Los gentiles, bienvenidos en el Antiguo Testamento
Aunque Dios escogió trabajar con la antigua nación de Israel, esta decisión no excluyó a la gente de otras naciones (gentiles) de llegar a entender a Dios y servirle. Dios instruyó a los antiguos israelitas que ellos debían respetar a las personas de otras nacionalidades que llegaran a vivir con ellos.
En cuanto a observar la Pascua (una de las celebraciones ordenadas por Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos), Dios dijo: “Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para el Eterno, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella” (Éxodo 12:48). Siendo imparcial con todos, Dios continuó: “La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros” (v. 49). Más tarde, Dios agregó: “Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto” (Éxodo 22:21).
Un buen ejemplo de la aceptación de Dios de los gentiles en el Antiguo Testamento se encuentra en la vida de Rut. Aunque era moabita por nacimiento (Rut 1:1-4), ella llegó a respetar y seguir a Dios. Como Rut le dijo a Nohemí, su suegra israelita, después de la muerte prematura de su esposo: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (v. 16). Entonces Rut se casó con un hombre israelita llamado Booz y llegó a ser parte del linaje de familia de la cual vendría Jesús (Mateo 1:1-16).
Gentiles son bienvenidos a la Iglesia
Cuando el Espíritu Santo fue dado a los seguidores de Jesús y la Iglesia del Nuevo Testamento fue establecida en el Día de Pentecostés, las personas en esta congregación inicial eran judíos (Hechos 2:5), una de las 12 tribus que constituían la antigua Israel. Debido a que Dios había escogido y trabajado específicamente con sus ancestros y ahora continuaba haciéndolo, ellos se consideraron a sí mismos como parte de “la ciudadanía de Israel”, lo cual les dio acceso a los “pactos de la promesa” (Efesios 2:12).
Estos judíos que fueron los primeros cristianos no entendían completamente que Dios también iba a traer a los gentiles a formar parte de la Iglesia. Cuando Dios le concedió milagrosamente el Espíritu Santo a un gentil llamado Cornelio y a su casa, así como lo había hecho previamente con los judíos en el Día de Pentecostés, Pedro y los miembros de la Iglesia del Nuevo Testamento pudieron llegar a entender que Dios ahora estaba llamando también a los gentiles.
El futuro de Israel
Los antiguos israelitas fueron llevados cautivos por sus pecados y perdieron su prominencia nacional, lo cual llevó a muchos a preguntarse, ¿por qué escogió Dios a Israel? A pesar de todo, hay un futuro brillante para estas personas. Cuando Cristo regrese a esta Tierra y establezca el Reino de Dios, Él restaurará a Israel a su posición de liderazgo en el mundo (Isaías 11:12; 14:1-2). Un pueblo obediente y humilde cumplirá entonces el papel que Dios se propuso para ellos.