Jesús habló de una misteriosa “abominación desoladora” como una señal del tiempo del fin. ¿Qué nos dice la Biblia acerca de esto?
Jesucristo se refirió a la “abominación desoladora” en Mateo 24:15, mencionándola como una señal del tiempo del fin justo antes de su regreso a la tierra. La referencia de Jesús fue una profecía dada originalmente a Daniel (Daniel 12:11).
“La raíz hebrea para abominación es shagats, la cual significa “estar sucio”, “detestar”, “aborrecer” (“Abominación desoladora”, International Standard Bible Encyclopedia). Se usa principalmente para describir prácticas de adoración idlátricas, especialmente las más ofensivas en cuanto a un sentido de decencia y moralidad. La palabra equivalente del Nuevo Testamento significa “detestable”. Albert Barnes agrega que la frase la abominación desoladora “es una expresión hebrea que significa un destructor abominable u odioso” (notas sobre Mateo 24:15).
La profecía bíblica incluye a menudo más de un cumplimiento de un suceso anunciado y esto se aplica a esta profecía de Daniel. Si consideramos los cumplimientos previos, podemos aprender más acerca de lo que podemos esperar en el futuro.
Primer cumplimiento de la abominación desoladora
Daniel profetizó que un sucesor de uno de los generales de Alejandro el Grande pondría una “abominación desoladora” (Daniel 11:31).
El gobernante griego Antíoco Epífanes fue el “rey del Norte” que cumplió esto. Él proscribió toda forma de adoración judía; y otras prácticas, incluyendo la circuncisión, fueron prohibidas bajo pena de muerte. Ordenó que se ofrecieran sacrificios a varias deidades paganas. Después en 167 a.C. colocó un altar al dios griego Zeus en el templo de Dios en Jerusalén. Ordenó que se ofrecieran animales inmundos en este altar nuevo, profanando así el lugar santo. Esto fue abominable, aborrecible y detestable al pueblo judío y fue el primer cumplimiento de la abominación desoladora.
Segundo cumplimiento
Un segundo cumplimiento ocurrió en el año 70 d.C. cuando los ejércitos romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén; y una vez más, el templo y el altar fueron profanados. Esta vez, el edificio del templo y el altar fueron destruidos, y no han sido reconstruidos desde ese tiempo hasta el presente. Lucas 21:20 identifica los ejércitos como la causa de la desolación de Jerusalén en el año 70 d.C. Este evento también parecer ser el precursor de un evento similar que sucederá poco antes del regreso de Cristo (ver los versículos 20-24).
Un cumplimiento futuro
En relación con “el fin” de este siglo cuando Él regresaría a la tierra a la tierra por segunda vez (Mateo 24:13-14), Jesús dijo, “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (vv. 15-16). A Daniel, el profeta a quien se refirió Jesús, le fue dicho en una visión que las palabras que le habían sido dadas estaban “cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9) y que “desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días” (v. 11). Presumiblemente, el conteo regresivo de días es hasta que Cristo regrese. O sea, que aquí vemos otro cumplimiento de la “abominación desoladora” todavía por ocurrir.
También debemos notar que este versículo, que menciona la colocación de esta abominación desoladora, también declara que los sacrificios diarios deben ser quitados. Puesto que los judíos no están ofreciendo sacrificios diarios actualmente, esto significa que los sacrificios deben ser restablecidos. Para que los sacrificios sean ofrecidos, se debe construir un altar. Aun no ha sido revelado en que va a consistir esta abominación desoladora; pero los sabios entenderán cuando ésta sea puesta (Daniel 12:10).
No se nos dice por cuánto tiempo continuarán estos sacrificios, pero en algún momento los sacrificios serán detenidos. Y, con base en el patrón histórico que hemos visto, algo abominable ocurrirá en ese sitio. Todo esto sucederá poco antes del regreso de Jesucristo a esta tierra para establecer el Reino de Dios.