Cómo ser un buen vecino

Todos queremos tener buenos vecinos. Pero, ¿cómo ser la clase de vecino que los demás quisieran tener? ¿Qué caracteriza a un buen vecino?

¿Qué significa ser un “buen vecino”? En los Estados Unidos existe una compañía de seguros que dice ser tan confiable “Como un buen vecino” —como alguien que siempre estará ahí cuando lo necesitamos.

¿Qué es un buen vecino?

Hoy en día, muchas personas tienen incontables amistades en todo el mundo, especialmente si han crecido con Facebook y Twitter. Pero, ¿cuántas de ellas son amistades verdaderas? Claramente, el significado de amigo y amistad difiere mucho según cada persona. Y lo mismo sucede con el concepto de “buen vecino”.

Como Rose Alexander explica en su artículo “Being Neighborly Without Being Nosy” [“Cómo ser un buen vecino sin ser entrometido”], “Dependiendo de la persona, un buen vecino puede ser aquél que parecería invisible de no ser por el ocasional saludo que nos dirige mientras busca su correspondencia. O puede ser aquél que siempre está dispuesto a ayudar cuando surge algo inesperado, ya sea que necesitemos un huevo o que lleven a nuestro hijo a su clase de fútbol porque nuestro auto no enciende”.

¿Qué tipo de vecino le gustaría ser a usted? Si la respuesta es “un buen vecino”, ¿qué implica esto?

La clase de vecino que seamos en parte depende de nuestra personalidad —si somos introvertidos o extrovertidos, tímidos o sociables. Pero también debemos recordar que no todos en el vecindario serán iguales a nosotros; por lo tanto, necesitamos tiempo para conocerlos.

Podemos comenzar incluso antes de mudarnos, buscando información sobre nuestro futuro barrio y los colegios disponibles para nuestros hijos. Esto nos dará una idea de cómo es nuestro nuevo vecindario y nos mostrará las cosas que podamos tener en común con nuestros futuros vecinos.

Conocer a nuestros vecinos y sus costumbres puede ayudarnos a convertirnos mejores vecinos para ellos.

Pero primero, definamos a qué nos referimos con “vecinos”. ¿Qué hay de las personas que viven fuera del vecindario? ¿Tenemos la responsabilidad de ser “buenos vecinos” con quienes viven en otras calles u otras partes de la ciudad? Hace mucho tiempo, alguien hizo la misma pregunta al Maestro más sabio de la historia y la Biblia nos da la respuesta.

¿Quién es mi prójimo?

Aunque parezca sorprendente, las Escrituras tienen mucho que decir acerca de cómo ser un buen vecino o buen “prójimo”. La palabra “prójimo” proviene del latín proximus, que significa “próximo, siguiente” (Diccionario universal español-latino, 1822, p. 853), como lo son nuestros vecinos en forma literal.

Sin embargo, este concepto va mucho más allá de las personas que viven en nuestro vecindario y tiene mucha importancia desde el punto de vista bíblico. De hecho, Cristo ilustró cuán importante es ser un buen “vecino” con una parábola, explicando que es incluso un requisito para heredar la vida eterna.

En cierta ocasión, un intérprete de la ley le preguntó qué debía hacer para recibir la vida eterna y, sabiendo que el hombre conocía muy bien la ley de Dios, Cristo respondió con otra pregunta:

“¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:26-27).

Su respuesta fue la correcta; y como Cristo le dijo, eso era exactamente lo que debía hacer. Pero, tratando de justificarse, el intérprete volvió a preguntar: “¿Y quién es mi prójimo?” (vv. 28-29).

Entonces, Cristo aprovechó la oportunidad para relatar una parábola que se oponía fuertemente a algunas de las creencias judías de la época. Según el Albert Barnes’ Notes on the New Testament [Notas del Nuevo Testamento de Albert Barnes], los fariseos creían que no tenían la responsabilidad de ser buenos “vecinos” o buen prójimo más que con sus compatriotas. “Los fariseos estipulaban que sólo los ‘judíos’ eran sus prójimos, y sus obligaciones no se extendían hacia los gentiles” (comentario de Lucas 10:29).

Un buen vecino muestra compasión

La parábola con la que Cristo respondió la pregunta del intérprete de la ley —“¿Y quién es mi prójimo?”— es la parábola del buen samaritano, historia de un hombre que fue asaltado, herido y tirado en el camino por unos ladrones (vv. 30-37).

Cuando esto sucedió, los primeros dos viajeros que pasaron y lo vieron —aunque tal vez sintieron lástima por él y le desearon lo mejor— no tuvieron el el tiempo ni la voluntad para ayudarle. Lo peor de todo es que uno de ellos era un sacerdote y el otro un levita, hombres que deberían haber dado el ejemplo de lo que significa ser un “buen vecino”.

Pero fue el samaritano —pueblo despreciado por los judíos— el que, además de sentirse mal por el hombre, tuvo compasión de él y permitió que su compasión actuara. Luego de curar sus heridas, lo llevó a una posada y se aseguró de que le dieran todo el cuidado necesario para reponerse. Al irse, pagó la cuenta y le dijo al dueño que le pagaría cualquier gasto extra si fuese necesario.

El relato no dice que el samaritano hizo todo esto después de preguntar por la identidad, raza o nacionalidad del hombre. Tampoco dice que sus actos hayan sido una retribución por alguna buena obra que le hicieron o un intento por reivindicar al pueblo samaritano ante la opinión de los judíos. Nada de eso; el samaritano simplemente fue un “buen vecino”.

Esto por supuesto debió incomodar bastante al intérprete de la ley; más aun cuando Cristo le preguntó quién de los tres había sido el prójimo del hombre herido y “El dijo: El que usó de misericordia con él” (Lucas 10:37).

Otra respuesta correcta, pero una que probablemente le costó más admitir. Finalmente, Cristo le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo” (v. 37).

¿Habrá sido un mejor vecino después de esto?

Volvamos al presente

Ahora volvamos al presente. Si queremos ser buenos vecinos, debemos encontrar el balance en nuestras interacciones —un grado de cercanía cómodo, sano y razonable. Esto en parte implica conocer las tradiciones de nuestro barrio o ciudad. En algunos lugares, por ejemplo, se acostumbra preparar un platillo especial para dar la bienvenida a un vecino nuevo o dar el pésame a quien ha perdido a un ser querido. Oportunidades como estas tal vez nos permitirán entablar conversaciones casuales que a su vez podrían dar pie a relaciones de respeto muto, admiración y hasta amistad.

Casi siempre es más fácil convertirse en un buen vecino cuando todo está tranquilo que cuando enfrentamos dificultades o algún desastre natural; y dar o pedir ayuda durante una crisis será mucho más fácil si hemos construido una buena relación desde antes.

La Regla de Oro y los vecinos

No siempre sabremos cuál es la mejor forma de interactuar con nuestros vecinos. Cuando esto suceda, podemos plantear la situación aplicando el consejo de Cristo —que nunca falla si queremos ser agradables a los demás: “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Este pasaje comúnmente se conoce como “la Regla de Oro”.

Un buen “vecino” o prójimo es aquél que está ahí cuando lo necesitan, dispuesto a ayudar en las buenas y en las malas. Para Dios es muy importante que aprendamos a ser buenos “vecinos”, y no sólo con las personas de nuestro vecindario.

En Proverbios 3:28-29, Salomón nos dice: “No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti”. ¿Cómo nos ganamos esta confianza? Preocupándonos por el bienestar de los demás y, al mismo tiempo, respetando su propiedad y privacidad.

Ser un “buen vecino” puede comenzar con algo tan sencillo como una taza de azúcar; a veces los pequeños detalles abren el camino a algo mucho mayor. Como escribiera el apóstol Pablo: “No adulterarás, no matarás…y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos 13:9.10).

Aun si las personas a nuestro alrededor no entienden o no valoran la importancia de ser buenos vecinos, nosotros sin duda podemos serlo. Para más información acerca de cómo hacer amigos y ser un buen vecino, le invitamos a leer el artículo “Cómo hacer amigos”

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