Durante los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial, W. H. Auden escribió La edad de la ansiedad: una égloga barroca. Este poema parece ser la primera mención registrada del término “edad de la ansiedad”, pero desde su publicación en 1947, la frase se ha utilizado para describir diferentes épocas que van desde el 1800 hasta la actualidad.
¿Por qué la ansiedad sigue siendo un problema para muchos hoy?
Para responder esta pregunta, debemos comprender qué es la ansiedad exactamente —analizar con cuidado sus causas y efectos.
Ansiedad en nuestra era
Si la ansiedad no es un problema para usted, éste podría parecerle un tema trivial que se soluciona citando al apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
¡Listo! Problema resuelto.
Sin embargo, quienes sí sufren de ansiedad sabrán que la solución no es tan fácil o rápida como parece.
Quiero aclarar que este artículo no pretende explicar la ansiedad desde un punto de vista clínico, ni es una guía para diagnosticar problemas de ansiedad. Más bien, se basa en una experiencia directa acerca de cómo reconocer, aceptar y vencer la ansiedad desde un punto de vista bíblico.
En la actualidad, así como en épocas pasadas, existen varios factores que pueden generar problemas de ansiedad —algunos más comunes que otros.
Éstas son tres de las causas más comunes para los trastornos de ansiedad en la actualidad:
1. Pérdida de control
Su corazón se acelera y sus manos sudan cuando se encuentra en medio de una multitud. Se pone nervioso e incluso se marea en lugares públicos, inseguro de lo que sucede a su alrededor. Necesita ser el primero cuando conduce por una calle transitada para no quedar atrapado en medio de los otros autos.
Éstos pueden ser algunos de los síntomas de un trastorno de estrés postraumático u otra clase de estrés por pérdida de control.
Los policías, bomberos y militares que han estado en combate son muy susceptibles a este tipo de ansiedad, así como otras personas con trabajos altamente estresantes y peligrosos. En profesiones como éstas, la necesidad de estar en control de las situaciones puede resultar en ansiedad severa si el control se pierde. Muchas personas siguen sintiendo esa necesidad incluso después de cambiar de profesión.
Personalmente, he experimentado este tipo de ansiedad —era de los que se ponía nervioso en las multitudes, tenía que saber qué pasaba a mi alrededor todo el tiempo, y no podía manejar detrás de otro automóvil— y sé que no basta con decir “no estés ansioso” para dejar de estarlo.
Entonces, ¿cómo reducir la necesidad controlar todo?
El libro de Salmos contiene varios pasajes animadores para quienes luchan contra la ansiedad por pérdida de control. El rey David nos recuerda que Dios es nuestra fortaleza, nuestro libertador y nuestro escudo, Aquél en quien podemos resguardarnos (Salmos 144:2). También dice que podemos dejar ir nuestro miedo, porque Él es la fortaleza de nuestra vida (Salmos 27:1).
Los salmos no sólo nos dicen que dejemos de estar ansiosos por la falta de control, sino que además nos explican por qué podemos estar tranquilos.
Mientras más aprendamos a depender de Dios por medio de la oración, el estudio de la Biblia, la meditación y la obediencia a su ley, más podremos confiar en Él.
Aceptar que Dios es quien está en control puede darnos una sensación de paz y ayudarnos a dejar ir la necesidad de controlarlo todo. En otras palabras, puede librarnos de la ansiedad que proviene de la pérdida de control.
Aceptar que Dios es quien está en control puede darnos una sensación de paz y ayudarnos a dejar ir la necesidad de controlarlo todo. En otras palabras, puede librarnos de la ansiedad que proviene de la pérdida de control.
2. Falta de autoestima
Su boca se seca. Baja la mirada. Sus palmas sudan. Siente mariposas en el estómago y se sonroja. ¿Debería llorar? ¿Gritar? ¿Huir aterrorizado? ¿Cuál es la reacción correcta ante el colega que le hace una pregunta frente a otras tres personas?
A veces eso es todo lo que se requiere.
Ésta es la clase de ansiedad que se desencadena por una autoestima baja, también conocida como “trastorno de ansiedad social”. Quizá estos síntomas lo describen a usted a la perfección, pero no los había asociado a una baja autoestima.
O quizá sí.
Quizás esta ansiedad le está afectando porque siente que no tiene nada que aportar —que no es lo suficientemente inteligente, gracioso, atractivo, pudiente, o cualquier otro estereotipo, como para merecer atención.
Un estudio publicado en la revista científica Behaviour Research and Therapy en el 2006 concluyó que las personas socialmente ansiosas son menos propensas a asociarse con palabras positivas.
La sociedad actual sin duda puede ser un ambiente muy hostil para nuestra autoestima. La era de las redes sociales permite que la gente sea especialmente crítica, porque pueden esconderse tras sus pantallas mientras desprecian, se burlan y lastiman a los demás.
Quienes luchan contra esta clase de ansiedad pueden fácilmente sucumbir ante un mundo que juzga cada foto que publicamos, cada palabra que escribimos y cada cosa que “nos gusta” en las redes sociales. También es importante recordar que el abuso físico, emocional y sexual puede contribuir en gran medida a una autoestima baja.
A medida que la sociedad se aleja más y más de Dios y la Biblia, es fácil que las personas olviden por qué y por quién fueron creadas, y como consecuencia pierdan su sentido de valor. Pero un factor fundamental para vencer la falta de autoestima es comprender lo que nuestro Creador piensa de nosotros.
¡Nuestro Padre celestial nos creó para que seamos sus hijos!
Piense en esto por un momento.
Incluso antes de crear el mundo, Dios quería que nosotros fuéramos sus hijos e hijas (consulte Efesios 1:3-6). Su deseo es que seamos parte de su familia y compartamos su amor y naturaleza. Y Dios no sólo quiere que seamos sus hijos, sino que pagó el alto costo que eso implica. Nuestro Padre —el Creador todopoderoso— estuvo dispuesto a entregar a su Hijo, y Jesucristo estuvo dispuesto a ser golpeado, azotado, crucificado y asesinado, ¿por quién?
Por usted.
Por mí.
Por cada uno de nosotros.
No se trata de ser lo suficientemente gracioso. O inteligente. O atractivo. O pudiente. Esas cosas no importan. Lo que importa es que Dios nos considera lo suficientemente valiosos como para preparar un futuro para nosotros.
Es mucho más fácil vencer la ansiedad provocada por una baja autoestima cuando comprendemos lo importantes que somos para nuestro Creador y el maravilloso futuro que Él tiene para nosotros.
3. Estrés
El estrés no discrimina. Puede atacar a cualquiera, y de muchas maneras.
“No encuentro trabajo.”
“¡Detesto mi trabajo!”
“Todos dicen que debería casarme, pero no encuentro a nadie.”
“Mi esposa está embarazada otra vez y no estamos preparados.”
“Mi familia está siendo perseguida por nuestra religión.”
“No pude entrar a la universidad que quería.”
“La violencia en mi ciudad está fuera de control.”
“Me molestan mucho en el colegio, pero me da miedo contarle a alguien.”
“Mi novio me dejó.”
“Tengo cáncer terminal.”
“Mi hijo tiene cáncer.”
La vida es estresante para todos, sin importar nuestra situación económica o dónde vivimos.
La ansiedad causada por el estrés de la vida puede sonar superficial a veces, pero sus efectos son tan reales como los de cualquier otra clase de ansiedad.
Y este problema no es exclusivo de los adultos con vidas ocupadas; los niños también son muy susceptibles a la ansiedad de situaciones estresantes. El estrés de ser llevados de la casa a la guardería o el colegio, luego a la niñera, y de regreso a casa día tras día puede ser una causa de ansiedad para ellos. En casos extremos, algunos niños incluso carecen de alimento o un hogar apropiado. Viven en la pobreza, en áreas plagadas de crimen, y sufren de ansiedad por estrés todos los días de su vida.
Los niños también pueden sentirse ansiosos por las acciones o palabras de sus padres. Un artículo publicado en KidsHealth.org advierte que los padres deben cuidar la forma en que discuten temas como finanzas, enfermedades y problemas de pareja o trabajo cuando sus hijos están presentes. Los niños perciben las ansiedades de sus padres y pueden empezar a preocuparse ellos mismos.
¿Cómo vencer la ansiedad de una vida estresante?
Jesucristo dijo que no debemos preocuparnos por los afanes de la vida, como qué comeremos y beberemos. Pero también nos explica por qué.
El Creador de todo siempre nos está observando y conoce nuestras necesidades. Si ponemos nuestra mente en las cosas de Dios —su justicia— y confiamos en que Él proveerá lo que nosotros no podemos, entonces nuestras necesidades físicas pasarán a segundo plano y nuestra ansiedad cederá (Mateo 6:25-34).
Esto no significa que las necesidades desaparecerán o que nunca nos faltará nada. Simplemente significa que, cuando nuestras prioridades están en armonía con las de Dios, podemos poner nuestras preocupaciones físicas en perspectiva y darles menos importancia. Y cuando ponemos nuestro enfoque en lo espiritual, podemos reducir el estrés y la ansiedad que provienen de las cosas físicas.
No intente vencer la ansiedad solo
La ansiedad es un problema real y difícil de vencer.
A veces, incluso a pesar de nuestros mejores esfuerzos para acercarnos a Dios, puede atacarnos y convertirse en un peso que nos arrastra a un abismo de soledad y depresión. Cuando esto sucede, o cuando pensamos que está sucediendo (con nosotros o algún conocido), es fundamental buscar ayuda profesional.
Un estudio titulado “The Relationship Between Anxiety Disorders and Suicide Attempts” [La relación entre los trastornos de ansiedad y los suicidios] encontró una clara conexión entre la ansiedad y el suicidio, especialmente entre las personas con trastornos de pánico y estrés postraumático (National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions [Encuesta epidemiológica nacional acerca del alcohol y condiciones relacionadas]).
Yo mismo he sido testigo de este aspecto de la ansiedad. Créame cuando digo que una persona con ansiedad que se rehúsa a buscar ayuda puede estar en grave peligro de ver el suicidio como una solución.
Yo mismo he sido testigo de este aspecto de la ansiedad. Créame cuando digo que una persona con ansiedad que se rehúsa a buscar ayuda puede estar en grave peligro de ver el suicidio como una solución.
Buscar la ayuda y guía de Dios es muy importante, claro, pero a veces Él espera que también nos apoyemos en otras personas. La peor decisión que podemos tomar es tratar de vencer la ansiedad solos. La Biblia dice que “mejores son dos que uno” y que es perjudicial estar solo, porque “cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiastés 4:9-10).
Es fundamental buscar ayuda cuando intentamos vencer un problema de ansiedad. Si su ansiedad se vuelve un trastorno crónico que le impide tener una vida sana, es recomendable recurrir a la ayuda profesional de un consejero o psicólogo calificado. Pedir ayuda no es un signo de debilidad.
Salir de la edad de la ansiedad
¿Cómo sobrevivir a esta edad de la ansiedad aparentemente perpetua?
La solución es creer y confiar en la Palabra de Dios. Pablo nos dice que por nada estemos afanosos; y el resto de la Biblia nos explica cómo alcanzar esa meta aparentemente imposible.
Cuando dejamos que Dios tome el control de nuestra vida, entendemos lo importantes que somos para Él y ponemos nuestras preocupaciones y estrés en sus manos, tenemos la oportunidad de estar realmente en paz y nuestra edad de la ansiedad personal puede terminar.