La crianza de los hijos no es una ciencia exacta y cada familia es diferente. ¿Cómo podemos aumentar nuestras probabilidades de criar hijos felices, sanos y equilibrados?
Cuando mi esposa y yo estábamos recién casados, pasamos mucho tiempo hablando acerca del futuro, incluyendo nuestro deseo de tener hijos.
En nuestra mente, analizamos y solucionamos todos los problemas de crianza que nuestros amigos y conocidos enfrentaban. Íbamos a tener hijos obedientes y sumisos que nunca harían un berrinche ni nos avergonzarían de ninguna forma.
Serían hijos perfectos, porque nosotros sabíamos cómo ser padres perfectos. . .
Bienaventurado el hombre
Desde el principio Dios tenia en mente que tener hijos y familias fueran experiencias maravillosas y llenas de gozo. “He aquí, herencia del Eterno son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta” (Salmos 127:3-5). Parece bastante claro, ¿no?
Pero no le sorprenderá enterarse de que mi esposa y yo aprendimos varias lecciones durante las décadas pasadas: no éramos padres perfectos y la paternidad no resultó ser como la imaginamos en nuestra juventud idealista.
Sin embargo, hay algunos principios bíblicos eternos que aprendimos en el camino y que pueden aplicarse a cualquier familia y cultura.
Ya sea que usted esté esperando con ansias la llegada de su primer bebé desde hace varios años o que la noticia de su embarazo haya sido una sorpresa, casi todos empezamos con el mismo objetivo: ¡ser buenos padres!
Veamos algunos principios de crianza positiva que podemos aprender de la Biblia.
Enseñe a sus hijos acerca de Dios
Empecemos por lo más básico y fundamental: enseñar a nuestros hijos acerca de Dios. Nuestras experiencias de la niñez afectan el resto de nuestra vida, así que es fácil entender por qué enseñar a nuestros hijos desde pequeños acerca de Dios, sus leyes y su propósito es tan importante. Los niños necesitan una base espiritual sólida.
El sabio rey Salomón escribió: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Él entendía que lo que aprendemos durante la niñez se queda con nosotros hasta que somos adultos.
En la adultez, nuestra tendencia es volver a los patrones que vimos cuando éramos niños. Somos proclives a vivir según los mismos principios de fe (o falta de fe) que vimos durante la niñez.
Por inspiración de Dios, Moisés les enseñó a los israelitas que las instrucciones del Creador y todo lo relativo a Él, debían ser una parte fundamental de la vida familiar.
En Deuteronomio 4:1, les dijo: “[oigan] los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que el Eterno el Dios de vuestros padres os da”. Y unos versículos más adelante, agregó: “[y] las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (v. 9). Esta orden se repite en Deuteronomio 6:2.
¿Cómo podemos hacer esto? Sin duda hay un momento para los estudios bíblicos más formales con nuestros hijos, pero ésa no es la única manera (ni siempre la más efectiva) de enseñarles acerca de Dios.
La imagen que Moisés ilustra es la de una familia que, durante la vida cotidiana, habla de Dios y su camino “estando en… casa, y andando por el camino, y al [acostarse], y cuando [se levanta]” (v. 7). En otras palabras, estas enseñanzas deben ser parte de nuestra forma de vida.
Si es importante para papá y mamá, encontrarán muchas oportunidades para hablar con sus hijos acerca de lo que es verdadero, correcto y puro a los ojos de Dios.
Como padres, la mayoría de nosotros sabe que hay momentos más oportunos en los que nuestros hijos son más receptivos a aprender una lección. Debemos buscar o, en lo posible, crear esas preciosas oportunidades para mostrarles y enseñarles el camino de vida correcto. Pasar tiempo de calidad —y tanto tiempo como sea posible— con nuestros hijos, nos ayudará a encontrar y crear esos maravillosos momentos de aprendizaje.
Dé un ejemplo positivo
Según un antiguo refrán, las acciones hablan más fuerte que las palabras —¡y es verdad! Si les decimos a nuestros hijos que deben ser honestos y decir la verdad, pero luego nos ven mentir, ¿qué podemos esperar que hagan? La estrategia de “haz lo que digo, no lo que hago” simplemente no funciona en la crianza.
Los niños son imitadores increíbles. Hace muchos años, el cantante Rodney Atkins lanzó una canción titulada “Watching You” [Observándote]. La letra describe a un pequeño niño y su padre, y cómo el niño sigue el ejemplo (bueno o malo) de su papá deliberadamente. ¡Esto es algo que los padres debemos considerar!
Recuerdo que hace años estaba en medio de una multitud con varias familias que no conocía. Una mujer estaba hablando con un grupo de damas, parada con una mano en la cadera y una pierna frente a la otra, y no fue difícil adivinar quién era su hija porque, a unos pocos metros de distancia, una niña de cinco o seis años tenía exactamente la misma pose de su mamá. Sin duda la niña había visto y estudiado cómo se paraba su mamá, y lo había repetido.
Mis dos hijos ahora son hombres adultos, pero aún veo en ellos algunas cosas que sé que aprendieron de mí. Tal vez ellos no sepan por qué, pero, para bien o para mal, me las copiaron. Dios los ha diseñado así: los niños absorben el ejemplo de sus padres.
En Tito 2:7, el apóstol Pablo le dio algunas instrucciones a Tito que son importantes para nosotros como padres: “presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad”.
¿Qué ven nuestros hijos cuando hablamos acerca de o a otras personas? ¿Somos un ejemplo de integridad, fidelidad y honestidad? ¿Cumplimos nuestra palabra? ¿Nos ven nuestros hijos orar y estudiar la Biblia? ¿Nos ven aplicar los principios bíblicos en nuestra vida diaria? ¡Deberían!
Nunca ignore o subestime el poder de su ejemplo.
Disciplinar en amor
La palabra disciplina casi siempre trae a la mente imágenes negativas de castigos o supresión de privilegios. Y sí, estas cosas pueden ser parte del proceso, pero la disciplina es mucho más.
Una de las definiciones del Diccionario Oxford es: “el proceso de entrenar a alguien para que obedezca reglas o un código de comportamiento, usando castigos para corregir la desobediencia”.
Las reglas tienen un propósito; y ¿no es uno de los principales objetivos de los padres enseñarles a nuestros hijos cómo comportarse y llevarse bien con otros?
Las reglas (generalmente llamadas leyes cuando somos adultos) simplemente son parte de la vida y los niños necesitan conocer este concepto desde pequeños.
Entonces, establezca reglas justas en su hogar. Los límites son una clave para el éxito y la armonía de la familia. Los niños instintivamente quieren conocer sus límites y, aunque tal vez algunos límites les molesten, se sienten más seguros cuando existen.
Todos queremos que nuestros hijos estén a salvo, especialmente cuando son demasiado pequeños como para reconocer muchos peligros. Por eso establecemos algunas reglas por su propia seguridad, como:
- No juegues en la calle.
- No juegues con los enchufes.
- No entres a un auto con extraños.
También hay reglas que debemos crear por el bien de toda la familia, como:
- Guarda tus juguetes cuando hayas terminado de jugar.
- Vacía tu basura.
- Ayuda a limpiar la mesa después de cenar.
Nuestras reglas deben ser acorde a las edades y habilidades de nuestros hijos, comenzando por lo básico y simple para gradualmente incrementar nuestras expectativas. De esta manera, ellos aprenden a ser responsables, y también podrán desarrollar habilidades que necesitarán cuando sean adultos y cuiden de sus propias familias.
Refuerzo positivo
Éste es un punto crucial. Es muy fácil tener la costumbre de reprochar a nuestros hijos por su mal comportamiento, pero sólo sonreír para nosotros mismos cuando hacen algo bueno. ¡Es importante prestarles más atención por lo que hacen bien que por lo que hacen mal! Cuando hagan lo que se les dice, no tarde en felicitarlos. Y, si hacen incluso más de lo que pidió (no sólo levantaron la mesa, sino que además lavaron los platos), ¡sea muy generoso con sus elogios!
Mark Twain dijo en cierta ocasión: “puedo vivir dos meses de un buen cumplido”. Para nuestros hijos es importante que los elogiemos y felicitemos.
Reglas y consecuencias justas
Sin embargo, nuestros hijos no siempre harán lo correcto, y es aquí donde entran la corrección y el castigo. Salomón escribió: “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:17).
Cuando una regla haya sido explicada, y tal vez recordada, la desobediencia debe corregirse con un castigo apropiado para la ofensa y la edad del niño. ¡Es por su propio bien!
La oportunidad de tener y criar hijos es un milagro y una experiencia enriquecedora.
Pablo aconseja: “vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
Dios no está diciendo que nunca debemos hacer nada que enoje a nuestros hijos. Debemos amarlos y enseñarles a ser justos en todo lo que hacen. Pero parte de esto es asegurarnos de que las reglas justas sean acompañadas de consecuencias justas.
Nunca es correcto ser crueles cuando los corregimos. Sin importar lo que hayan hecho o cómo elegimos responder, ¡nuestros hijos nunca deberían tener razones para dudar de que los amamos!
No caiga en la trampa de hacer amenazas vacías o amenazar con algo que realmente no está dispuesto a hacer. Quitarle a su hijo el privilegio de ver televisión una tarde puede ser razonable, pero vender el televisor probablemente no lo sea.
Cuando los niños saben que las consecuencias pasan desapercibidas, en algunos casos pierden respeto por las reglas y el padre que las creó.
Disciplina y la habitación sin puerta
Conozco la historia de un jovencito que tenía la costumbre de correr a su habitación y cerrar la puerta de golpe cuando se enojaba con sus padres. Era una falta de respeto y un hábito dañino para la puerta y el marco.
Entonces, un día su padre le dijo que, si golpeaba la puerta una vez más, sacaría la puerta. Unos días después, el joven volvió a golpear la puerta y, en silencio, su padre se levantó y la sacó.
Luego de unos días, el joven no sólo se disculpó por su mal comportamiento, sino que además prometió que nunca más golpearía su puerta si se la devolvían. Sabía que sus padres eran justos y cumplirían lo que decían. ¡Y nunca jamás volvió a golpear la puerta!
Consecuencias naturales vs. padres sobreprotectores
En nuestro celo por proteger a nuestros hijos, es natural querer intervenir para evitar las consecuencias de su mal comportamiento. Pero debemos preguntarnos: ¿es realmente útil y aleccionador para nuestros hijos que los sobreprotejamos?
Muchos profesores con quienes he hablado tienen historias de padres que aparecen en el colegio para defender a sus hijos y oponerse a una mala nota, la pérdida de privilegios o un castigo.
Si bien es importante que nuestros hijos sepan que los defenderemos en situaciones donde realmente necesitan nuestra protección, la mayoría del tiempo necesitamos dejar que las consecuencias naturales de sus actos sigan su curso. Nuestros hijos deben aprender a respetar a la autoridad, aceptar la corrección e incluso lidiar con juicios injustos.
Las consecuencias naturales son necesarias para que los niños aprendan a enfrentar la realidad de la vida.
Crianza: imperfecta pero positiva
La oportunidad de tener y criar hijos es un milagro y una experiencia enriquecedora. Mi esposa y yo no resultamos ser los padres perfectos que planificamos ser, y el trabajo de criar fue más desafiante de lo que podíamos haber imaginado. Si pudiéramos volver el tiempo atrás, cambiaríamos muchas cosas. ¡Hay tanto que hemos aprendido!
El temperamento y la personalidad de su hijo o hija tal vez requiera hacer algunos ajustes a los consejos que hemos ofrecido. Tal vez usted decida guiar a sus hijos de una forma un poco diferente a la de otros padres. Pero pienso que estos principios bíblicos básicos serán realmente trascendentales y beneficiosos para su familia y sus preciados hijos.
Descubra más en los artículos de la sección “Consejos prácticos para una positiva crianza de los hijos” en VidaEsperanzayVerdad.org.