Días santos: ¿quién los hace santos?

¿Pueden los seres humanos definir cuáles días deben ser santos? ¿O es acaso esto una prerrogativa del Santo Dios Creador?

Los cristianos siempre han tenido libertad para decidir obedecer a Dios o no y para orar, estudiar la Biblia, ayunar y meditar cuando lo deseen. Con respecto al vegetarianismo y el ayuno, el apóstol Pablo escribió: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios” (Romanos 14:5-6).

Sin embargo, esta libertad que Dios nos da en nuestra relación personal con Él no se extiende hasta el punto de poder elegir qué días son santos. Si bien podemos realizar prácticas espirituales personales cuando lo deseemos, sólo Dios, y no una elección humana, puede determinar qué tiempo es santo.

Instrucciones de Dios

Al enseñarle a los antiguos israelitas acerca de sus fiestas, Él instruyó a Moisés: “Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas” (Levítico 23:2, véase también el versículo 4). El primero de estos días instaurados por acción divina, cuya autoridad y existencia fue declarada por Dios mismo, es el sábado semanal. Tal como Dios ordena, “Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es del Eterno en dondequiera que habitéis” (v. 3).

El sábado semanal y los días santos son similares en el sentido de que no debemos trabajar en esos días. (Levítico 23:3, 7, 8, 21, 25, 28, 35, 36). Estos días deben observarse “de tarde a tarde” (v. 32), es decir, “de puesta de sol a puesta de sol”.

Algunas personas han supuesto erróneamente que, al no haber diferencia física tangible entre un día santo y cualquier otro día, los seres humanos pueden elegir libremente cuándo realizar celebraciones especiales de adoración a Dios.

A raíz de esta forma de pensar, algunos cristianos en la actualidad simplemente escogen cualquier día de la semana para adorar al Creador. Este pensamiento es incorrecto y pasa por alto el hecho de que Dios estableció fechas específicas en que debemos adorarle. Dios nunca dio la libertad de escoger cualquier día de la semana o siete ocasiones en cualquier momento del año para celebrar sus fiestas santas según nos resulte más conveniente, ni permitió inventar otros días de adoración.

Si Dios hubiera querido dar al ser humano la libertad de cambiar las fechas de sus fiestas santas o de crear sus propios días de adoración, podría haberlo expresado a través de las Escrituras. Pero no lo hizo. Dios indicó muy claramente las fechas de sus días santos y su deseo de que estas se observaran.

Por ejemplo, Dios dijo a los antiguos israelitas que debían guardar el sábado aun durante las temporadas de cultivo y cosecha, a pesar de que eran fechas muy difíciles para los agricultores (Éxodo 34:21). Es más, toda persona que quebrantaba el sábado debía sufrir la pena de muerte (Éxodo 35:2). Esta ordenanza, aunque ya no está vigente en la actualidad, ilustra la importancia que Dios daba y aún da a este día.

Otro ejemplo es el caso del día de Expiación (una de las fiestas santas de Dios), del cual Dios dice: “Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo” (Levítico 23:29-30).

El ejemplo del antiguo Israel

A pesar de que Dios dio instrucciones muy claras acerca de las fechas de sus días santos, los antiguos israelitas trataron de establecer días de adoración según su propia elección, lo cual les significó trágicas consecuencias.

El antiguo pueblo de Israel deshonró a Dios de muchas maneras a lo largo de su historia. Abandonaron los días santos establecidos por Él, crearon nuevos días de adoración similares a los verdaderos, practicaron el sincretismo al tratar de combinar la adoración a Dios con prácticas paganas de otras naciones, y adoraron ídolos abiertamente (Jeremías 17:21-23, 27; Éxodo 32:1-5; 1 Reyes 12:32-33; Sofonías 1:4-6). Debido a estos pecados, Dios permitió la cautividad de Israel y de Judá.

Con respecto a la observancia del tiempo santo, también es importante destacar uno de los mandatos de Dios en cuanto al día sábado: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxodo 20:8). Dios instruye claramente que debemos respetar este día en especial (no cualquier día que escojamos) y que debemos guardarlo como santo. Sólo Dios es quien instaura sus fiestas santas.

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