La mayoría de la gente conmemora la muerte y resurrección de Cristo en fechas que no sólo contradicen sus propias palabras, sino que además niegan la señal que dio para comprobar que era el Mesías.
Cada primavera (en el hemisferio norte), la mayor parte del mundo cristiano celebra el Domingo de Resurrección para supuestamente conmemorar la resurrección de Jesucristo. Pero apenas dos días antes, también se celebra el Viernes Santo para recordar su muerte.
Sin embargo, la verdad es que ninguna de estas celebraciones está basada en la Biblia. Están basadas únicamente en la cronología de la muerte y resurrección de Cristo, que la mayoría del mundo cristiano acepta. La creencia popular es que Jesús murió un viernes por la tarde y fue resucitado al amanecer del domingo.
Pero, aunque parezca sorprendente, esto no es lo que la Biblia dice. Como veremos en las Escrituras, todo sucedió de una forma muy diferente.
Las palabras de Cristo
Jesucristo mismo explicó claramente cuánto tiempo habría entre su muerte y resurrección. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos modernos parece haber decidido ignorarlo.
En cierta ocasión, los escribas y fariseos pidieron a Cristo una señal que comprobara que era quien decía ser, el Mesías (Mateo 12:38). Pero, habiendo ya hecho muchos milagros y señales antes, se rehusó a darles la prueba que pedían en ese momento. Sin embargo, también les dijo que sí daría una única señal de que era el Mesías, cuando el momento llegara: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás” (v.39, énfasis añadido).
Y, para ser más explícito, les explicó la señal diciendo; “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (v. 40).
Sin duda una señal bastante específica: Cristo permanecería tres días y tres noches “en el corazón de la tierra”, la tumba.
La importancia de la señal
Pero probablemente alguien se pregunte: “¿Y? ¿Por qué debería sorprenderme?”.
Lo sorprendente es que las palabras de Cristo contradicen las creencias populares en cuanto a su muerte y resurrección. ¿Dónde están los “tres días y tres noches” entre el Viernes Santo —día en que Cristo fue supuestamente enterrado antes de ponerse el sol— y el Domingo de Resurrección?
Aun si considerásemos los “tres días y tres noches” como partes de tres días y tres noches, el resultado sería éste:
- Cristo es sepultado el viernes por la tarde: unos pocos minutos de día.
- La noche del viernes: noche 1.
- Sábado: día 1.
- La noche del sábado: noche 2.
- La mañana del domingo: Cristo ya había sido resucitado “siendo aún oscuro” (Juan 20:1), por lo tanto no puede contarse como otro día.
Aunque estiremos este período al máximo, lo único que obtenemos es un día y dos noches (y tal vez una pequeña porción más de día) —tiempo claramente insuficiente para que se cumpliese la señal que Cristo anunció. Pero, de cualquier forma, Cristo nunca se refirió a parte de días y noches, sino a días y noches completos.
Sí, es cierto que el lenguaje de aquel entonces permitía describir un período de forma vaga o específica; “tres días” bien podía significar partes de un día. Pero al hablar de “días” y “noches”, Cristo estaba indicando precisión. Como leemos en Juan 11:9, la parte clara de un día tenía 12 horas, y, por lo tanto, la noche duraba lo mismo, completando el ciclo de 24 horas de un día entero. En otras palabras, los “tres días y tres noches” de los que Cristo habló eran literalmente tres períodos de 24 horas cada uno —72 horas en total.
Entonces, Jesús tenía que permanecer exactamente 72 horas enterrado para comprobar que realmente era el Mesías.
¿Cuándo murió y resucitó Jesucristo?
La muerte y resurrección de Cristo se relatan al final de los cuatro Evangelios bíblicos. Y cada uno de ellos nos da detalles particulares de la cronología en que esto sucedió. Para comprender a cabalidad cómo se cumplió la única señal de la que Cristo habló, debemos valernos de toda la información que nos dan los Evangelios.
En la Biblia, los días (24 horas) comienzan a la puesta de sol. Cristo fue crucificado el día de la Pascua —el 14 de Nisan o Abib del calendario judío. Tomó la Pascua el día anterior (Levítico 23:5), y luego, entre el fin de la noche y las primeras horas de la mañana, fue arrestado, juzgado y condenado por autoridades judías y romanas en un juicio ilegal.
El día siguiente a la muerte de Cristo era un día de reposo de “gran solemnidad”. En otras palabras, era una fiesta anual —específicamente, el primer día de la Fiesta de Panes Sin Levadura (Levítico 23:6), que ese año cayó en jueves.
Su crucifixión comenzó a eso de las nueve de la mañana del mismo día y terminó a las tres de la tarde (Marcos 15:25; Mateo 27:46).
Poco después de su muerte, su cuerpo fue entregado a un hombre llamado José de Arimatea, quien lo puso en un “sepulcro abierto en una peña” (Lucas 23:53-54) antes de la puesta de sol.
Sin embargo, mucha gente confunde la fecha de la muerte de Cristo basándose en Marcos 15:42, donde leemos que Jesús murió y fue sepultado durante “la víspera del día de reposo”. El error está en suponer que aquí se habla de un día de reposo semanal —que comienza a la puesta de sol del viernes y termina a la puesta de sol del sábado. De ser así, Cristo jamás hubiera podido cumplir la señal que había prometido, pues resucitó antes del amanecer del domingo.
La clave está en el Evangelio de Juan.
En Juan 19:31, el apóstol nos dice algo muy interesante sobre el día de reposo al que Marcos se refiere. Cuando Cristo había muerto, los judíos pidieron que su cuerpo fuese bajado de la cruz “por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad)” (énfasis añadido).
El día siguiente a la muerte de Cristo era un día de reposo de “gran solemnidad”. En otras palabras, era una fiesta anual —específicamente, el primer día de la Fiesta de Panes Sin Levadura (Levítico 23:6), que ese año cayó en jueves.
Por ende, la Pascua y la crucifixión de Cristo se llevaron a cabo un miércoles —un día antes de la Fiesta.
Otro hecho que lo confirma es que hubo dos días de reposo durante los tres días y tres noches que Cristo estuvo en la tumba: la Fiesta anual de gran solemnidad (jueves) y el día de reposo semanal (sábado). Y las escrituras lo comprueban.
Por un lado, Marcos 16:1 nos dice que “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle” (énfasis añadido). Es decir, las compraron después de que el día de reposo había terminado. Pero luego leemos en Lucas 23:56 que “vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento” —les prepararon antes del día de reposo.
Obviamente estamos hablando de dos días diferentes. Las mujeres habían comprado las especias después de un día de reposo y luego las prepararon antes de otro. Esto es claramente imposible si estuviésemos hablando de un solo día. Claramente, estos versículos confirman que hubo dos días de reposo entre los tres días y tres noches que Cristo estuvo sepultado.
La resurrección de Cristo
Sabiendo que Cristo murió y fue sepultado poco antes de la puesta de sol de un miércoles, basta contar tres días y tres noches desde ese punto en adelante para conocer el momento de su resurrección.
- Miércoles (noche): noche 1.
- Jueves (día): día 1.
- Jueves (noche): noche 2.
- Viernes (día): día 2.
- Viernes (noche): noche 3.
- Sábado (día): día 3.
Entonces, Cristo fue resucitado un sábado por la tarde, justo antes de ponerse el sol.
Aun así, muchas personas han malinterpretado las Escrituras diciendo que Cristo resucitó un domingo por la mañana. Pero vuelva a leerlas con detenimiento —esto no aparece en ningún lado. Todos los recuentos de los Evangelios nos dicen que Cristo ya había sido resucitado cuando las mujeres llegaron a su tumba el domingo en la mañana. Y ellas llegaron casi al amanecer (Mateo 28:1-6; Marcos 16:2-7; Lucas 24:1-3), pues salieron de sus casas cuando aún era de noche (Juan 20:1).
En realidad, Cristo fue resucitado varias horas antes —antes de la puesta del sábado. Pero no fue sino hasta el domingo en la mañana que las mujeres lo descubrieron y el ángel sentado en la roca lo hizo saber.
Las implicaciones de todo esto
Actualmente, la mayor parte del mundo cristiano tiene un concepto errado de las fechas en que Cristo fue crucificado y resucitado. Y, aunque para algunos puede no tener importancia, esto tiene implicaciones cruciales:
- Estar sepultado tres días y tres noches era la única señal que Cristo daría a la generación mala para comprobar que Él era el Mesías. Si negamos que cumplió esta señal tal y como la predijo, estamos obligados a negar que Cristo es el Mesías. Por otro lado, saber que la cumplió al pie de la letra reafirma nuestra fe en que sí fue quien dijo ser —el Mesías e Hijo de Dios.
- Además, conocer los tiempos correctos de la muerte y resurrección de Cristo nos ayuda a discernir qué tan precisas son las fiestas en que la mayoría de los cristianos modernos conmemora estos dos eventos —Viernes Santo y Domingo de Resurrección. En realidad, estas festividades no sólo carecen de respaldo bíblico, sino que además están basadas en una idea falsa de las fechas de la muerte y resurrección de Jesús.
- Por último, estos recuentos de los Evangelios nos revelan que los discípulos de Cristo seguían guardando las fiestas anuales de Dios y el día de reposo semanal en sábado — días que Dios estableció para que le adoremos.
Y aquí tenemos otro ejemplo de cómo la mayor parte del cristianismo cree algo completamente opuesto a lo que Cristo enseñó. En números futuros usted podrá encontrar más artículos donde se demostrará que el cristianismo actual se ha desviado de las enseñanzas de Jesucristo en muchas formas.
Si desea profundizar más acerca de este tema, lo invitamos a leer el artículo sobre la señal de Jonás que puede encontrar en nuestro sitio web VidaEsperanzayVerdad.org. También le recomendamos leer La resurrección de Jesucristo: ¿Podemos probarla? y La resurrección de Jesús: Testimonios de primera mano.