De la edición Mayo/Junio 2022 de la revista Discernir

¿Por qué guardar Pentecostés?

¿Piensa celebrar este año la fiesta bíblica de las semanas, también llamada Pentecostés? Este día santo cristiano nos enseña lecciones que siguen siendo relevantes en la actualidad.

Tan sólo un poco más de siete semanas después del aniversario de la crucifixión de Cristo, hay otra importante celebración bíblica en el calendario de los cristianos que se esfuerzan por seguir el cristianismo original del primer siglo. Se trata de un día santo de Dios, a menudo llamado “fiesta de las semanas” en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, se le llama Pentecostés.

¿Cuándo es Pentecostés?

Este año, Pentecostés cae el domingo 5 de junio de 2022.

¿Guardará esta celebración especial que fue una observancia importante para los primeros cristianos? Si aún no está decidido, considere estas cinco razones por las que debería hacerlo. 

1. Pentecostés nos recuerda cómo comenzó la Iglesia cristiana.

En los días previos al primer Pentecostés después de la muerte y resurrección de Cristo, sus seguidores parecían simplemente otra secta del judaísmo. La religión judía ya tenía dos grandes sectas —los saduceos y los fariseos— además de otros grupos más pequeños con sus propias variaciones de las creencias.

Los primeros cristianos guardaban el sábado, guardaban las fiestas santas establecidas en el Antiguo Testamento, no comían cerdo y se reunían en las sinagogas con los judíos. Así que, para el resto del mundo, eran sólo una variación del judaísmo.

La mayor diferencia era que creían en que Jesús era el Hijo de Dios —el Mesías prometido. Pero dado que los judíos ya discutían y peleaban acerca de muchas perspectivas religiosas, para los observadores las disputas acerca de la identidad de Jesús no parecían tan importantes.

Sin embargo, el día de Pentecostés del año 31 d.C. se iniciaría el proceso que eventualmente cambiaría esta percepción del cristianismo para siempre. En este día memorable comenzó la Iglesia cristiana del Nuevo Testamento. Aunque los creyentes siguieron reuniéndose con los judíos en las sinagogas por algunos años, desde entonces la Iglesia de Dios claramente tuvo su propia identidad. La promesa que Jesús había hecho acerca de establecer su Iglesia comenzó con la milagrosa ayuda del Espíritu Santo —el poder de Dios mismo.

Para saber más acerca de cómo el mundo fue preparado para el establecimiento de la Iglesia de Dios, puede leer el artículo: “La historia de la Iglesia: el comienzo”.

2. Pentecostés nos recuerda la venida del Espíritu Santo.

En los días previos a Pentecostés del año 31 d.C., Jesús resucitado se les había aparecido a sus discípulos y les dijo que enviaría “la promesa de mi Padre”. Pero para recibir esa “promesa”, debían esperar en Jerusalén hasta ser “investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49).

Al explicarles de qué se trataba esta “promesa del Padre”, Jesús les dijo: “Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5).

Usted también puede recibir el Espíritu Santo y tener así el poder para servir a Dios si se arrepiente de sus pecados y es bautizado.Aunque Dios les había dado su Espíritu a unos pocos individuos en el Antiguo Testamento (Nehemías 9:30; Salmos 51:11; 1 Pedro 1:10-11), no todos los que le servían tenían acceso a él. A través del profeta Joel, Dios anunció: “después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28), y esta profecía comenzó a cumplirse en Pentecostés del año 31 d.C.

Los seguidores de Cristo que se habían reunido en Jerusalén para este día santo de repente escucharon un sonido como de viento recio, vieron lenguas de fuego sobre sus cabezas y fueron llenos del Espíritu Santo. A través del poder del Espíritu, también comenzaron a hablar en otros idiomas. ¿Qué significaban estos eventos milagrosos? Pedro fue inspirado por Dios para explicar que esto era el comienzo del cumplimiento de la profecía de Joel que hablaba del recibimiento del Espíritu Santo (Hechos 2:14-21).

3. Pentecostés nos recuerda la necesidad de dejarnos guiar por el Espíritu.

El poder milagroso del Espíritu Santo fue evidente en Pentecostés del año 31 d.C. La manifestación visible del Espíritu sobre los creyentes y su habilidad para hablar en otros idiomas impresionó a quienes estaban presentes.

Pero además de estas evidencias externas del Espíritu de Dios, el cambio interno que significó para los seguidores de Cristo tener el Espíritu Santo fue igual de increíble. Pedro, uno de los discípulos de Jesús escogidos especialmente, había negado conocer a su Maestro tan sólo tres semanas antes (Mateo 26:69-75). Pero ahora, lleno del Espíritu Santo: “Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz” y le explicó a la multitud valientemente lo que había ocurrido (Hechos 2:14).

En su sermón, Pedro citó la profecía de Joel acerca de la venida del Espíritu Santo y luego respondió otras preguntas que las personas tenían aparentemente: ¿por qué algunos de los presentes (al parecer todos seguidores de Cristo), habían recibido el Espíritu Santo y otros no? Y ¿cómo podían obtener ese poder sobrenatural quienes no lo habían recibido?

Pedro le explicó a una multitud en su mayoría judía que Jesús era el Hijo de Dios. “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (v. 36).

Compungidos por su conducta pecaminosa, y por el hecho de no haber reconocido a Jesús como el Mesías y su Señor, las personas preguntaron qué debían hacer ahora.

“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo… Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron [a quienes ya habían recibido el Espíritu] aquel día como tres mil personas” (vv. 38, 41).

Este consejo sigue vigente hoy. Usted también puede recibir el Espíritu Santo y tener así el poder para servir a Dios si se arrepiente de sus pecados y es bautizado. Este Espíritu puede producir buen fruto en su vida (Gálatas 5:22-23), identificarlo como hijo de Dios (Romanos 8:9) y garantizar su transformación a ser espiritual cuando Cristo regrese (Romanos 8:11; 2 Corintios 1:22; Efesios 1:13; 4:30).

Por otro lado, si ya tiene el Espíritu de Dios, guardar Pentecostés le recuerda la necesidad de permitir que ese maravilloso regalo obre en su vida.

Para descubrir más acerca de lo que Dios espera de nosotros, lea “El sermón que dio comienzo a la Iglesia”.

4. Guardar Pentecostés con otras personas nos recuerda que Dios puede hacer grandes cosas a través de su Iglesia.

El poder del Espíritu Santo no sólo fue evidente en el día de Pentecostés. Poco después un hombre cojo de nacimiento fue sanado milagrosamente por Pedro y Juan (Hechos 3:1-10).

Pedro luego fue llevado ante las autoridades religiosas judías para explicar este milagro y sus enseñanzas acerca de Jesús. Entonces, “Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos 4:8-10).

Pedro, quien semanas antes había temido reconocer ante las autoridades que conocía a Jesús, ahora se oponía vehementemente a sus intentos por reprimir el cristianismo. En lugar de acatar la orden de dejar de hablar de Cristo, los discípulos se reunieron y oraron para poder predicar la Palabra de Dios “con todo denuedo” (v. 29). Y “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra” (v. 31).

Por el poder del Espíritu Santo, los representantes de Dios predicaron el evangelio del Reino de una manera ostensible. Y a pesar de la oposición contra ella, la Iglesia de Dios se expandió por todo el Imperio Romano.

La Iglesia de Dios, una Asociación Mundial —que es una continuación de la Iglesia establecida en el día de Pentecostés del año 31 d.C.— predica el mismo evangelio del Reino de Dios que Jesús, sus discípulos y la Iglesia del primer siglo enseñaron.

Para descubrir cómo opera esta Iglesia y cómo participar en la misión de predicar el mensaje original de Cristo al mundo, vea nuestro folleto Bienvenidos a la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial.

5. Dios ordena que guardemos este día santo.

Si aún no está convencido de guardar el día de Pentecostés, éste es el punto decisivo: Dios ordena que lo hagamos.

Levítico 23 dice que las fiestas del Eterno son “santas convocaciones” —asambleas sagradas. Y hablando específicamente de la fiesta de las semanas (Pentecostés en el Nuevo Testamento), Dios dice que ese día debe ser “santa convocación” (v. 21).

La Iglesia de Dios, una Asociación Mundial planea tener servicios en ese día para sus congregaciones alrededor del mundo. Puede ir a iddam.org/congregaciones-en-hispano-america para encontrar una congregación cerca de usted y contactar al pastor para los horarios y direcciones.

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