Ir al cielo por la eternidad es el principal objetivo para la mayoría de las personas que profesan el cristianismo. Pero ¿enseña la Palabra de Dios que el destino de aquellos que son salvos es ir al cielo?
Pareciera que casi todo el mundo cree que los cristianos están destinados a ir al cielo. La vida después de la muerte ya sea en el cielo o en el infierno, es una tradición de la mayor parte del cristianismo en la actualidad. La educación religiosa enseña invariablemente que el cielo es el mejor destino para la vida eterna.
La única fuente autorizada
En contraste, la Palabra de Dios, la Biblia, nos ofrece evidencia de algo muy diferente. Y es la Biblia, no la tradición religiosa, la única fuente confiable y autorizada para determinar la verdad de Dios.
Veamos cómo define la Biblia lo que es la verdad, mientras examinamos lo que involucra el ofrecimiento de Dios de vida eterna y dónde se vivirá. Veremos que la mayoría de las iglesias enseñan algo contrario a lo que dice la Biblia acerca del concepto del más allá.
La verdad definida
Jesucristo oró a su Padre por sus seguidores: “Santifícalos [separadlos] en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Cuando las doctrinas provienen de una fuente que no es la Palabra de Dios, entonces la verdad de Dios no está en ellas. ¿Por qué? Porque hay una diferencia monumental entre la verdad de Dios y las doctrinas inventadas por el hombre. Su Palabra es verdad, y cualquier doctrina que se desvíe de esa realidad simplemente no puede ser verdad.
Jesús, el Hijo de Dios, sabía exactamente lo que es la verdad, y vivía por ella. “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Si una doctrina no ha salido de la boca de Dios, es decir su Palabra, entonces simplemente carece de verdad. El salmista también dijo: “La suma de tu palabra es verdad” (Salmos 119:160).
Si no confiamos en la Palabra de Dios, entonces estamos expuestos al error. La verdad de Dios es lo que separa el verdadero cristianismo de las tradiciones religiosas erróneas.
Si la idea de la vida eterna en el cielo se enseñara en la Palabra de Dios, entonces debería haber múltiples referencias acerca de este concepto en el Nuevo Testamento especialmente.
Pero la realidad es que estas referencias no están en la Biblia.
Nadie ha ascendido al cielo
Cuando Jesucristo nos dejó una oración modelo, demostró que esperaba con ansias el tiempo de su venida y el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Parte de esa oración dice: “[Que] venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11:2).
La voluntad de Dios se cumple también en el cielo, donde Él habita en este momento. Jesucristo instruyó a los cristianos que debían orar para que su Reino viniera a la Tierra para que en este mundo también se cumpliera su voluntad. ¿Por qué deberían los cristianos orar para que el Reino de Dios venga a la Tierra si nuestro destino supuestamente está en el cielo?
La Biblia dice: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan 3:13). Esta y muchas otras escrituras dejan en claro que la vida eterna en el cielo no es algo que se ofrezca a los cristianos resucitados. Eso no significa que como seres espirituales resucitados los cristianos no podrán visitar el cielo o cualquier otro lugar. Simplemente significa que el cielo no es el lugar donde la Biblia dice que los cristianos resucitados pasarán la vida eterna.
¿Qué dice la Biblia?
“Porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Apocalipsis 17:14). ¿Quiénes son “los que están con” Cristo a su regreso a la Tierra? La respuesta es simple: aquellos cristianos a quienes Dios dará la vida eterna.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17). Para obtener más información acerca de este tema, lea el artículo “Resurrecciones: ¿qué son?”.
Tanto los cristianos que descansan en sus tumbas como los cristianos que todavía estén vivos, serán convertidos a espíritu. Se les dará la vida eterna y ascenderán juntos a las nubes para dar la bienvenida a Jesucristo que regresa a la Tierra.
Tanto los cristianos que descansan en sus tumbas como los cristianos que todavía estén vivos, serán convertidos a espíritu. Se les dará la vida eterna y ascenderán juntos a las nubes para dar la bienvenida a Jesucristo que regresa a la Tierra. Ambos grupos descenderán juntamente con Él al Monte de los Olivos en Jerusalén (Zacarías 14:4). Ésta es la primera vez que un ser humano, excepto Jesucristo, recibirá la vida eterna. Ésta es la “primera resurrección” (Apocalipsis 20:6).
Según la Biblia, nadie ha ido al cielo (vea “¿Qué es el cielo?” y “Enoc y Elías: ¿están en el cielo?”). Afortunadamente, la Biblia también muestra que nadie está siendo torturado actualmente en el fuego del infierno por toda la eternidad (vea “¿Qué es el infierno?”). Estos conceptos tan populares no se enseñan en la Biblia.
La verdad acerca de la eternidad
La Biblia enseña que, como resultado de nuestros pecados, cada ser humano se ha acarreado la pena de muerte por toda la eternidad (Romanos 3:23; 6:23). A ninguno de nosotros se nos podría ofrecer la vida eterna sin antes pagar nuestra pena de muerte. Como Hijo de Dios, Jesucristo murió para pagar ese castigo por nosotros, si es que nos arrepentimos. Su amor por la humanidad es tan grande, que estuvo dispuesto a pagar nuestra pena de muerte, convirtiéndose en “el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29). Jesucristo fue quien nos abrió el camino para que pudiéramos recibir la vida eterna.
Entonces, ¿cuál es el plan de Dios para nosotros en el futuro?
“Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:9-10, énfasis añadido).
¿Qué harán aquellos santos resucitados? Como reyes inmortales, servirán al Rey de reyes en el Reino de su Padre. Su Reino habrá sido establecido, y su voluntad y propósito se cumplirán en la Tierra tal como en este momento en el cielo.
Los santos resucitados serán esenciales para hacer que la voluntad de Dios se lleve a cabo en toda la Tierra. “Y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Apocalipsis 20:4, énfasis añadido). Por supuesto, esos mil años son sólo el comienzo de la asombrosa eternidad que Dios tiene reservada para nosotros —un futuro productivo y satisfactorio más allá de lo que podamos imaginar (1 Corintios 2: 9).
El concepto de ir al cielo después de la muerte, simplemente no se enseña en la Palabra de Dios. Al estudiar estos pocos versículos y muchos más a lo largo de la Biblia, vemos que los cristianos que han fallecido no están vivos en el cielo ahora, sino que aún están en la tumba, esperando ser resucitados. Cuando sean resucitados de entre los muertos a la vida inmortal, servirán como reyes aquí en la Tierra. Ésa ha sido la promesa de Dios a su Iglesia a lo largo de los siglos, , y continúa siendo su promesa hoy.
Como reyes y sacerdotes que ayudarán a Jesucristo durante su reinado milenario, su Iglesia resucitada ayudará a establecer la voluntad de Dios en la tierra, así como ocurre ahora en el cielo.
Jerusalén será la sede central
“Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14:16).
Jesucristo, como Rey de reyes, establecerá su trono en la capital mundial: Jerusalén. Muchos de aquellos que lo recibirán en las nubes y descenderán con Él estarán a cargo de ciudades en todo el mundo. Una de las parábolas de Jesús nos enseña acerca de esto:
“Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:15-17). Éstas serán ciudades reales aquí mismo en la Tierra.
Este artículo sólo ha tocado la superficie de este tema. Para estar entre “los que están con él” cuando Jesucristo regrese y para entender toda la obra que se hará aquí en la Tierra a partir de ese momento, lo animamos a estudiar más a fondo acerca del gran potencial del cristiano. A través del estudio de la Biblia, podemos crecer en fe y superar cualquier dificultad y así asegurarnos de ser parte de “los que están con él” cuando los pies del Rey de reyes se posen en la Tierra.
Para obtener información adicional sobre este tema, lea el folleto El último enemigo: ¿qué sucede realmente después de la muerte?