Pocos días antes de su crucifixión, Cristo hizo uno de sus milagros más conocidos: resucitar a su amigo Lázaro.
A su hermana, Marta, Jesús le aseguró: “Tu hermano resucitará… Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:23, 25-26, énfasis añadido).
La resurrección de Lázaro, como la de Cristo, que ocurrió poco después, son ejemplos de la clase de resurrecciones que ocurrirán en el futuro. Y estos ejemplos, junto con la enseñanza de Jesús, son muy reveladores en cuanto a la enseñanza bíblica de la resurrección de los muertos —la maravillosa esperanza de todos los cristianos y la humanidad.
Lamentablemente, lo que Cristo enseñó al respecto fue rechazado por las autoridades religiosas de su época, a pesar de todos los milagros que hizo. Y actualmente, la mayor parte del mundo no comprende la enseñanza bíblica acerca de la resurrección.
Pero antes de enfocarnos en las palabras que Cristo le dijo a Marta, repasemos los eventos que sucedieron después de su conversación.
La resurrección de Lázaro
Antes de que Lázaro muriera, Cristo se enteró de su enfermedad y les dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (Juan 11:4). Luego, cuando Lázaro murió, les dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme [está muerto, vea el versículo 14]; mas voy para despertarle” (v. 11).
Cristo fue al lugar donde se encontraba Lázaro, habló con Marta y su hermana María (vv. 28-29), y luego fue a la tumba de su amigo para pedir que la abrieran. Entonces oró diciendo: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado” (vv. 41-42). Sus siguientes palabras fueron llamando a Lázaro que había muerto: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43).
Lázaro salió de su tumba aún “atadas las manos y los pies con vendas” (v. 44). Pero rápidamente fue liberado y, como predijo Cristo, muchos de los judíos que lo vieron “creyeron en él” (v. 45).
La resurrección de Lázaro a vida física fue sin duda un milagro increíble. Aunque la resurrección de los muertos se mencionaba en el Antiguo Testamento (Job 14:14-15; Isaías 26:19; Daniel 12:2), había muy pocos registros de resurrecciones en los siglos previos al nacimiento de Jesús (1 Reyes 17:22; 2 Reyes 4:34; 13:20-21).
La Biblia revela que lo que ocurrió con Lázaro sucederá de nuevo, pero en una escala mucho mayor, poco después de que Cristo haya gobernado a la Tierra por mil años (Apocalipsis 20:5). Refiriéndose a ese tiempo, Ezequiel dice que los israelitas volverán a la vida y tendrán la oportunidad de recibir el Espíritu Santo dentro de ellos (Ezequiel 37:1-14).
La resurrección de Lázaro fue un evento notable en la historia. Pero a pesar de esto, los opositores de Jesucristo no cedieron. Vea el recuadro “La respuesta de los líderes judíos a la resurrección” para más detalles
La resurrección de Jesús
La resurrección de Jesucristo después de haber sido crucificado es probablemente una de las verdades más ampliamente aceptadas en el cristianismo moderno. La evidencia de que ocurrió es simplemente innegable. Vea el artículo: “La resurrección de Jesucristo: ¿podemos probarla?” para una explicación detallada de las pruebas bíblicas.
Sin embargo, la clase de resurrección que Jesucristo experimentó ha causado mucha confusión. Y tal vez por eso muchas de las iglesias actuales evitan hablar acerca de las resurrecciones futuras que la Biblia menciona, y el significado de las palabras de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Las creencias contrarias a lo que la Biblia enseña, de que los humanos tenemos un alma inmortal y que Dios es una Trinidad han dado pie a muchas ideas erradas acerca de la resurrección de Jesús y lo que sucede con nosotros cuando morimos. Para descubrir lo que la Biblia realmente dice acerca de estos temas, vea “Alma inmortal: ¿qué es el alma?” y “La Trinidad: ¿qué es?”.
A partir de la idea equivocada de que los humanos tenemos un alma inmortal, muchos piensan que sólo una parte de Jesucristo murió en la crucifixión. Creen que su alma siguió viviendo mientras su cuerpo físico murió.
Pero esta teoría hace que surjan algunas preguntas fundamentales. Si Cristo aún estaba vivo en espíritu, ¿por qué se tomó la molestia de resucitar su cuerpo físico? Y si ya tenía un cuerpo espiritual, ¿de qué estaba compuesto su cuerpo físico cuando resucitó? ¿Murió Cristo por nuestros pecados realmente? ¿O fue su crucifixión tan solo un espectáculo para influenciar a la gente?
La sencilla verdad es que Jesús murió total y completamente por nuestros pecados. Ninguna parte de Él siguió con vida después de su crucifixión. Estuvo completamente muerto y por eso Dios el Padre tuvo que levantarlo “de los muertos” (Gálatas 1:1, énfasis añadido; Colosenses 2:12; Hechos 4:10; compare con Hechos 10:40 y Romanos 8:11).
No podría ser más claro: Jesucristo murió, no en parte, ni en su mayoría. Si hubiera estado vivo como espíritu, Él mismo podría haber resucitado su cuerpo físico; pero no lo hizo, y no podría haberlo hecho, porque estaba muerto.
Cuando Cristo resucitó, la Biblia dice que lo hizo como un “espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). De hecho, compuesto ya de espíritu, en dos ocasiones se apareció donde sus discípulos estaban reunidos a puerta cerrada (Juan 20:19, 26). Y, cuando lo deseaba, podía aparecer en forma humana, comer y luego desvanecerse (Lucas 24:30-31; Juan 21:1-14).
El significado de las palabras de Jesús
Ahora que ya conocemos los dos tipos de resurrecciones que ocurrieron cerca de la muerte de Cristo (la resurrección de Lázaro a vida física y la de Jesús a vida espiritual), podemos enfocarnos en las palabras de Jesús. ¿Qué quiso decir con “Yo soy la resurrección y la vida”?
Lo que Cristo estaba diciendo es que Él es el Autor, o el responsable de la resurrección de los seres humanos. Refiriéndose especialmente a la resurrección a vida espiritual que podríamos llegar a recibir, Pablo describe a Cristo como “primicias de los [creyentes] que durmieron” (1 Corintios 15:20). Éste es la clase de resurrección por medio de la cual los seres humanos podemos recibir la inmortalidad (vv. 40-49).
Cristo fue el primer ser humano en resucitar como un ser espiritual, y sus seguidores fieles también lo harán cuando Él regrese. Como Pablo explica más adelante: “No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (vv. 51-53; compare con 1 Tesalonicenses 4:16-17).
A través de esa resurrección (que ocurrirá cuando Cristo regrese), los seres humanos podremos convertirnos en seres espirituales y formar parte de la familia divina.
A través de esa resurrección (que ocurrirá cuando Cristo regrese), los seres humanos podremos convertirnos en seres espirituales y formar parte de la familia divina. Pero actualmente, ninguno de nosotros posee la inmortalidad debido a que no tenemos "un alma inmortal”.
El proceso que nos da acceso a la vida eterna se hizo posible gracias a Jesucristo. Como dice Juan 1:3-4, el Verbo, quien más tarde se convirtió en Jesucristo, hizo todas las cosas y “en él estaba la vida” (énfasis añadido; compare con 1 Corintios 15:45).
Cuando un cristiano fiel observa la Pascua, está recordando que Jesucristo es la fuente de la resurrección y la vida eterna. Refiriéndose al pan y el vino, que representan su cuerpo quebrantado y su sangre derramada durante el servicio de la Pascua, Jesús dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:54, énfasis añadido).
Nuestra salvación (que incluye recibir la vida eterna) y la oportunidad de ser reconciliados con Dios el Padre son posibles sólo a través de Jesús (1 Tesalonicenses 5:9; 2 Timoteo 1:10; 2 Corintios 5:18). Él es el Autor de nuestra salvación y el camino hacia la vida eterna, por medio de la resurrección de los muertos o, si seguimos con vida a su regreso, la transformación de nuestro cuerpo a uno espiritual (Hebreos 5:9; 1 Tesalonicenses 4:16-17).
Las resurrecciones son una parte muy importante del plan de Dios. En este artículo, nos hemos enfocado solamente en el papel de Jesucristo en la resurrección de los seres humanos y en dos tipos de resurrección que describe la Biblia: uno a vida física y otro a vida espiritual. Para un estudio más amplio acerca de este tema, consulte “Resurrecciones: ¿qué son?”.
Recuadro: La respuesta de los líderes judíos a la resurrección
Una de las grandes divisiones teológicas entre las autoridades del judaísmo del primer siglo tenía que ver con la resurrección. Los fariseos creían en ella, mientras los saduceos no (Hechos 23:8).
Entonces, cuando Cristo resucitó a Lázaro de los muertos, era de esperarse que algunos de esos líderes —al menos los fariseos— estuvieran felices de que el asunto se hubiera resuelto. Pero lamentablemente, no fue así.
En lugar de alegrarse por este milagro, los líderes religiosos comenzaron a planificar la muerte de Cristo porque ese evento sobrenatural estaba haciendo que más gente creyera en Él (Juan 11:47-53). Y pocos días después, cuando la gente comenzaba a llegar a Jerusalén para guardar la Pascua y la Fiesta de Panes Sin Levadura, las autoridades religiosas también hablaron acerca de cómo matar a Lázaro (Juan 12:9-11).
Finalmente, estos líderes lograron orquestar la crucifixión de Jesús. Pero sin duda se molestaron mucho al escuchar el rumor de que Cristo había resucitado como lo había dicho (Mateo 12:28-40; 17:22-23), y que otros justos resucitaron a vida física (Mateo 27:52-53). Debido a esta mala actitud, estaban “resentidos de que [los apóstoles] enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos” (Hechos 4:2, compare con el versículo 33).
En lugar de alegrarse por las personas que volvieron a la vida y porque a través de Jesucristo la resurrección podía extenderse a todos, los líderes religiosos se enojaron porque la gente presenció el hecho. Su respuesta fue tratar de suprimir estas historias.