La palabra “doctrina” aparece más de 50 veces en la Biblia. Pero, ¿Qué significa? ¿Es importante para nosotros hoy en día? ¿Existe tal cosa como una falsa doctrina?
El American College Dictionary (Diccionario universitario americano) define doctrina como “un principio particular enseñado o promovido; un cuerpo o sistema de enseñanzas relativo a un tema en particular, dogma, precepto, creencia”. Entonces, doctrina, en su sentido más amplio, podría ser cualquier enseñanza o creencia enseñada por cualquier persona. Pero, ¿qué es la doctrina desde el punto de vista bíblico?
La palabra doctrina se menciona varias veces en el Antiguo Testamento y es utilizada con frecuencia en el Nuevo Testamento.
La palabra griega primaria utilizada en los textos del Nuevo Testamento es didache: “en un sentido activo, significa el acto de enseñar, instruir, ser mentor (Marcos 4:2; 12:38; 1 Corintios 14:6, 26; 2 Timoteo 4:2). En un sentido pasivo, lo que alguien enseña, la manera o el carácter de la enseñanza (Mateo 7:28; 22:33; Marcos 1:22, 27; 11:18; Lucas 4:32). En un sentido absoluto, indica la enseñanza de Jesús (2 Juan 1:9, 10); el Señor (Marcos 11:18; Juan 18:19; Hechos 13:12); los apóstoles (Hechos 2:42; 5:28; Tito 1:9); las cosas enseñadas, preceptos, doctrina (Mateo 16:12; Juan 7:16, 17; Hechos 17:19; Romanos 6:17; 16:17; Hebreos 6:2; 13:9)” (Complete Word Study Bible compiled by Spiros Zodhiates) [Biblia Completa de estudio de palabras compilada por Spiros Zodhiates].
Sola scriptura
La frase en latín sola scriptura expresa una verdad fundamental. Significa que la Biblia —la Escritura— es en realidad la única autoridad para la fe cristiana.
Esto es lo que la Biblia dice por sí misma. El apóstol Pablo cuando le estaba escribiendo al joven evangelista Timoteo, le dijo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).
Pablo añade: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:2-3).
Falsa doctrina
Pablo se dio cuenta de que había algunas personas en la Iglesia bajo el cuidado de Timoteo que estaban enseñando doctrinas diferentes (1 Timoteo 1:3-7). Eso significa que estaban enseñando ideas que eran diferentes de las que Jesús le había enseñado a sus discípulos. De hecho, algunas de estas doctrinas eran tan sutiles y tan alejadas de la realidad, que la Biblia las llamó “doctrina de demonios” (1 Timoteo 4:1).
Este versículo es más que un comentario de lo que estaba pasando en ese momento. Es una profecía que afirma que va a haber personas que enseñen doctrinas de demonios en los tiempos del fin.
¡Esto es impresionante! ¡Maestros religiosos se van a presentar como representantes de buena fe de Jesús, pero lo que digan no será verdad!
Pablo exhortó a Timoteo y también a otros ancianos que estaban bajo su cuidado, para que continuaran enseñando la buena doctrina —predicando y enseñando la Palabra de Dios (1 Timoteo 4:6, 13, 16, 5:17; Tito 2:1, 7). Con demasiada facilidad a lo largo de los siglos, las ideas de los hombres (incluso las de los eruditos religiosos y clérigos de diversas denominaciones) se han introducido en el cristianismo y se han aceptado como si fueran una verdadera doctrina.
Reconociendo el peligro potencial de esta corrupción doctrinal, Pablo instruyó insistentemente a Timoteo en los términos más fuertes para que se protegiera de esto.
Pablo escribió: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6:3-5).
De acuerdo con esta instrucción, a cualquiera que enseñe doctrinas diferentes de las que vienen de Jesucristo (esto quiere decir, de la Biblia) no se le debe permitir tener ningún tipo de contacto con la Iglesia. Y si los ministros del evangelio se desvían de la verdad, entonces los verdaderos creyentes no deben continuar escuchándolos o respondiendo a sus enseñanzas. Se necesita coraje, compromiso y fe para actuar de una manera apropiada cuando estas circunstancias difíciles se presentan, ¡pero la doctrina debe preservarse incorrupta!
Jesús advierte acerca de las falsas doctrinas
En una ocasión los discípulos de Jesús no entendieron bien el mensaje que Él quería transmitirles cuando les dijo que “guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. Jesús les explicó que Él no se estaba refiriendo a la levadura utilizada en el pan sino a la doctrina de los fariseos y de los saduceos (Mateo 16:6-12).
La doctrina de los fariseos y de los saduceos era la hipocresía —¡ellos enseñaban una cosa pero hacían otra (Lucas 12:1)! Ellos enseñaban las instrucciones que Dios dio a través de Moisés (Mateo 23:1-3) pero le agregaban muchas regulaciones que no provenían de Dios. Estos líderes religiosos estaban confundiendo al pueblo acerca de lo que era y no era pecado.
Un ejemplo de esto se puede ver en el evangelio de Marcos: “Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes” (Marcos 7:5-8, citando a Isaías 29:13).
De este modo Cristo mostró que Él no compartía la perspectiva judía de equiparar sus tradiciones (la “ley oral”) con la palabra de Dios escrita. La Biblia es la única fuente para las doctrinas —no son las ideas humanas ni las interpretaciones humanas de la Biblia.
Jesús continuó con otro ejemplo de una norma que los fariseos y escribas habían establecido, la cual era tan enredada que permitía que la gente rompiera la ley de Dios si seguía las reglas de los líderes religiosos judíos (ver Marcos 7:9-13). Jesús concluyó por segunda vez: “Y muchas cosas hacéis semejantes a estas”.
¡Jesús tuvo que advertirles a sus discípulos acerca de las doctrinas de las autoridades religiosas judías! “Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:1-3).
En el resto del capítulo, Cristo les dio varios ejemplos de lo que quiso decir con respecto a las falsas doctrinas de estos líderes religiosos.
Como vimos anteriormente, la corrupción doctrinal no estaba limitada a los líderes religiosos judíos en los días de Cristo. También afectó la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento. En el segundo siglo, una falsificación del cristianismo se había convertido en un importante sistema religioso. Este cristianismo corrupto está tan arraigado hoy en día que uno tiene que hacer una búsqueda diligente para encontrar una fe que crea y practique lo mismo que Jesús hizo. Es con esta fe que la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, está comprometida.
Cristo enseñó con autoridad
Las enseñanzas de Jesús, que se basaron en y ampliaron las escrituras hebreas, formaron la fundación de la Iglesia primitiva. La verdadera doctrina no es cuestión de una opinión personal; proviene de la autoridad inigualable de la Palabra de Dios, la Biblia. La doctrina bíblica no cambia con el tiempo y ha sido la misma desde que Cristo fundó la Iglesia.
Las doctrinas de Jesús eran asombrosas e impresionantes para aquellos que lo escucharon. Veamos la respuesta de algunos al ver que Jesús echaba fuera un espíritu inmundo (demonio). “Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” (Marcos 1:27).
Cristo enseñó con autoridad (Mateo 7:28-29; Marcos 1:21-22). Aparentemente, otros maestros, incluyendo los escribas, no utilizaban esta forma de enseñanza. Los judíos lo hacían por medio del debate y de la discusión de diferentes puntos de vista acerca de alguna situación o escritura, y también citando tradiciones orales para su autoridad.
Todo lo que Jesús enseñó es lo se supone que un creyente debe hacer. Las doctrinas de Cristo fueron escritas después por los apóstoles y se convirtieron en parte de las escrituras canónicas que tenemos hoy en día. La doctrina debe venir de Cristo o de los apóstoles que fueron instruidos por Jesús. Así mismo, las doctrinas de Jesús, provienen del Padre (Juan 7:16).
Las doctrinas fundamentales de la Iglesia
A continuación está la lista de las 20 doctrinas fundamentales de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial. Ciertamente esta no es una lista detallada de las doctrinas de la Iglesia, pero es una buena representación de nuestras creencias fundamentales.
- Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo
- El reino angelical y Satanás
- La humanidad
- El propósito de la vida humana
- La Palabra de Dios
- El pecado y la ley de Dios
- El sacrificio de Jesucristo
- Tres días y tres noches
- Arrepentimiento
- Bautismo en el agua
- El día de reposo
- La Pascua
- Las fiestas santas de Dios
- Las leyes bíblicas acerca de los alimentos
- El diezmo
- El servicio militar y la guerra
- La Iglesia de Dios
- Promesas a Abraham
- El regreso de Jesucristo a la tierra
- Las resurrecciones
Usted puede encontrar una explicación más completa de estas doctrinas, incluyendo referencias bíblicas, en nuestra página Creencias Fundamentales. Los cientos de artículos, blogs y comentarios de nuestra página web amplían la información de estas doctrinas. También tenemos personas que pueden responder preguntas adicionales a nuestros visitantes de la página web. Si usted tiene una pregunta, sólo pregúntenos.
Una advertencia final de Juan
Vivimos en tiempos donde se hace un gran énfasis en los “sentimientos” en todos los aspectos de la vida, incluyendo la religión. La palabra “doctrina” rara vez se utiliza y la verdadera doctrina rara vez se enseña.
¡Debemos estar muy atentos a la doctrina! No podemos permitir que el mundo a nuestro alrededor defina este tipo de aspectos en nuestra vida. Tampoco podemos permitir que la exactitud doctrinal la definan nuestros “sentimientos”.
Jesús inspiró a Juan para que escribiera: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Juan 1:9-11).
¿Puede usted imaginar cuan terrible y desconcertante debe ser vivir lo que se considera un estilo de vida conservador y religioso, sólo para darse cuenta que usted no ha estado siguiendo las doctrinas de Dios? Haga la comparación con Mateo 7:21-23, ¡en donde Jesús profetiza que tendrá que decirle a personas profundamente “religiosas” que no estaban en el camino hacia el Reino de Dios en lo absoluto!
No permita que esto le pase a usted. Pablo exhortaba a las personas: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? Más espero que conoceréis que nosotros no estamos reprobados” (2 Corintios 13:5-6)
“Jesucristo está en usted no pueden ser sólo palabras vacías que las personas pronuncian. Las palabras de Jesucristo, su doctrina, deben estar en usted para que Jesucristo esté en usted.
Lo invitamos a que aparte un tiempo y lea algunas de las doctrinas fundamentales de la Biblia. Un sitio práctico para comenzar es examinando la lista de escrituras que está en la página de Creencias Fundamentales.