“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”, dijo Jesucristo en Mateo 5:6. ¿Qué es la justicia, y por qué Dios desea que manifestemos ese anhelo de justicia?
El hambre y la sed son dos de las fuerzas más poderosas del cuerpo humano. Son pocas las sensaciones físicas tan imperiosas como un estómago vacío que está sonando o una garganta reseca que necesita agua. El hambre y la sed nos impulsan a tomar medidas rápidas y decisivas.
Esta Bienaventuranza sigue a la de la mansedumbre. Como vimos en “Bienaventurados los mansos”, la mansedumbre según la Biblia se refiere al poder bajo el control de la voluntad de Dios. Cuando nos sometemos al control de Dios, queremos crecer para parecernos más a Dios y así cumplir su voluntad aún con más precisión. Para los verdaderamente mansos, este deseo de crecer será una sensación tan fuerte como el hambre y la sed.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
La cuarta Bienaventuranzas es: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).
William Barclay señala en su Biblia de estudio que muchas personas hoy en día que nunca han carecido de comida o agua no entienden realmente el tipo de hambre y sed desesperada como la que muchas personas en los días de Jesús tuvieron que padecer. Él propone esta traducción de la cuarta bienaventuranza:
“¡Oh, la dicha del hombre que anhela la justicia total, como un hombre hambriento anhela la comida, y un hombre que muere de sed anhela el agua, porque ese hombre estará verdaderamente satisfecho!”
Según el Diccionario.com, la justicia es “la cualidad o estado de ser justo” y justo significa “moralmente correcto... actuando de una manera recta, moral; virtuoso”. El Salmo 119 aclara la definición desde la perspectiva bíblica: “Porque todos tus mandamientos son justicia” (Salmos 119:172).
Sólo hay un criterio de justicia en el que un cristiano debe estar interesado: la justicia de Dios. La justicia de Dios debe estar como la más alta prioridad y ser algo que continuamente estamos buscando (Mateo 6:33). Debemos buscar la justicia de Dios como buscamos la comida y la bebida —como si nuestra vida dependiera de ella.
Cuando estamos verdaderamente hambrientos y sedientos, estamos ansiosos por satisfacer esa necesidad. El hambre llega al punto en que ocupa cada uno de nuestros pensamientos del día. No hay manera de ignorar tal hambre y sed, por lo que naturalmente experimentamos un impulso para satisfacer la necesidad de comer y beber tan pronto como sea posible.
Debemos actuar con la misma urgencia ante el hambre y sed de justicia de Dios
El Comentario bíblico del expositor —edición resumida señala un significado aún más amplio de la rectitud en este versículo, incluyendo tanto la “rectitud personal como la justicia en el sentido más amplio. Estas personas desean no sólo poder hacer la voluntad de Dios de corazón, sino también que se haga justicia en todas partes. Toda maldad los aflige y los hace añorar el nuevo cielo y la nueva tierra, el hogar de la justicia (2 Pedro 3:13)” (nota de Mateo 5:6).
Porque ellos serán saciados
Dios nos va a ayudar a llenarlo si acudimos a Él (Salmos 107:9).
Dios no es distante ni intimidante. Cuando respondemos a su llamado y buscamos conocerlo y desarrollar su justicia, Él va a trabajar con nosotros para alcanzar esa meta (Isaías 55:1-3). Si le pedimos ayuda, Él va a responder más allá de nuestras expectativas (Lucas 11:9-13). Él sabe que la humanidad tiene un vacío que no podemos llenar nosotros. Pero Él nos va a ayudar a llenarlo si acudimos a Él (Salmos 107:9).
Aquellos que se comprometen con el camino de vida de Dios y se arrepienten, son bautizados, les imponen las manos y reciben el Espíritu Santo (Hechos 2:38). Cuando recibimos el Espíritu Santo, seremos llenos de agua viva y continuará fluyendo mientras bebamos ansiosamente de ella (Juan 4:14).
El camino del hombre
La justicia de Dios no es la meta natural de la humanidad. El estándar de Dios parece demasiado alto. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48) parece inalcanzable e innecesario para la mayoría de la gente.
En cambio, es mucho más fácil establecer un estándar personal para la justicia. Si no tenemos cuidado, podemos encontrar nuestra propia justicia al compararnos con otros. Hacer esto nos hace confiar en nosotros mismos para nuestra justicia (Lucas 18:9).
Jesucristo dejó muy claro en la parábola del fariseo y el publicano que esta autojusticia no nos llevará lejos a los ojos de Dios (Lucas 18:10-14). Puede ser difícil, pero debemos evitar establecer nuestro estándar de justicia comparándonos con otros (2 Corintios 10:12).
Cómo es sentir hambre y sed de justicia
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmos 42:1-2).
Como muestra este salmo, tener hambre y sed de Dios es más que un deseo casual, es algo que motiva y cambia la vida. Muchos de los salmos muestran un amor por las leyes y caminos de Dios que ejemplifica esta actitud de hambre y sed de justicia. Estudie los Salmos 19 y 119, por ejemplo.
David escribió: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma; El testimonio del Eterno es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón; El precepto del Eterno es puro, que alumbra los ojos. El temor del Eterno es limpio, que permanece para siempre; Los juicios del Eterno son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón” (Salmos 19:7-11).
Ésta es una descripción muy bella y clara de alguien hambriento y sediento de justicia.
La justicia tiene frutos que debemos cultivar con la ayuda de Dios (Filipenses 1:11). Uno de los principales frutos de la rectitud es interiorizar la obediencia. Los justos vivirán por cada palabra de Dios (Mateo 4:4). Ellos tendrán la ley de Dios en sus corazones (Isaías 51:7).
Aprendemos acerca de estas leyes e interiorizamos la justicia cuando leemos la Biblia. Uno de los propósitos fundamentales de la Biblia es brindar “instrucción en justicia” (2 Timoteo 3:16). Los justos leen la Palabra de Dios y la aplican en su vida, interiorizando las lecciones que Dios nos ha dado.
Aprenda más acerca de las leyes de Dios y cómo vivirlas en nuestro folleto gratuito Los Diez Mandamientos: Todavía importan.
Puede encontrar un resumen de todas las Bienaventuranzas y de sus enlaces en nuestro artículo “Bienaventuranzas: las claves para la verdadera felicidad”.