La Iglesia que Cristo edificó se fundó en un día de Pentecostés hace casi 2.000 años. ¿Existe esa Iglesia todavía? Si es así, ¿cuál es su relevancia en la actualidad?
En nuestra sociedad dominada por la tecnología, pareciera que las iglesias se están volviendo irrelevantes —incluso están a punto de quedar obsoletas.
¿Es irrelevante la Iglesia en la actualidad?
La pandemia del COVID-19 ha suscitado opiniones diferentes acerca de muchas cosas, incluyendo la importancia de las iglesias. La mayoría de las congregaciones alrededor del mundo cerraron sus puertas en marzo del 2020 y se vieron forzadas a realizar servicios “virtuales” en línea, lo que ha afectado mucho su asistencia.
El presidente de Barna Group, David Kinnaman, predijo que cerca de 20 por ciento de las iglesias desaparecerá en 18 meses debido a la falta de interés. También destacó que una de cada tres personas que asistían a la iglesia antes de la pandemia dejó de hacerlo, incluyendo los servicios presenciales y en línea.
¿Cuál es la Iglesia que Cristo edificó?
Al final de su ministerio en la Tierra, Cristo les dijo a sus discípulos que edificaría su Iglesia y que la muerte no prevalecería contra ella (Mateo 16:18).
Mateo 16:18 es el primer versículo de la Biblia Reina Valera 1960 donde aparece la palabra “iglesia”, que proviene del griego ekklesia. En el Nuevo Testamento, este término generalmente se refiere a “una asamblea de cristianos reunidos para adorar... en una congregación religiosa” (Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament [Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento de Thayer]).
La Iglesia es por definición un grupo de personas que comparten una fe y una misión y son guiadas por el Espíritu de Dios. No es un edificio ni una organización, aunque se congrega en un lugar físico y está organizada.
La Iglesia es por definición un grupo de personas que comparten una fe y una misión y son guiadas por el Espíritu de Dios. No es un edificio ni una organización, aunque se congrega en un lugar físico y está organizada.
Basándonos en esta descripción y promesa, es obvio que Cristo fundó su Iglesia con el fin de que cumpliera un papel importante en la vida de los cristianos del primer siglo y también del siglo XXI.
Evento histórico
Además de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, el evento más importante que se describe en el Nuevo Testamento probablemente sea la creación de la Iglesia (Hechos 2).
Y si lo que buscamos es entender el propósito de la Iglesia, debemos entender cómo todo comenzó. Para ello, vayamos a los escritos de Lucas.
Lucas, un historiador de la Iglesia
Lucas escribió dos de los libros más extensos del Nuevo Testamento: el Evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles.
¿Quién era Lucas? Según lo que leemos en las Escrituras, era un médico gentil y compañero de viaje de Pablo. Dedicó sus dos libros a una persona llamada Teófilo. Su uso de la gramática griega es excelente y sus descripciones de los eventos son claras y precisas, lo cual indica que era una persona muy educada.
Por su referencia a “los que desde el principio lo vieron con sus ojos” en Lucas 1, la mayoría de los académicos piensa que Lucas no fue testigo directo de muchos de los primeros eventos que relata. Pero sus citas de los apóstoles nos dicen que tenía una relación muy estrecha con ellos. Lucas incluso registró eventos que ocurrieron durante los 40 días posteriores a la resurrección de Cristo, cuando Jesús instruyó a sus discípulos personalmente. Es claro que esta información tuvo que venir de los apóstoles mismos.
Los expertos también concluyen que Lucas fue compañero de viaje de Pablo debido a su uso de la primera persona plural desde que Pablo llega a Troas en su segundo viaje a Asia Menor (Hechos 16:6-11). Luego, Lucas se quedó en Filipos, donde más tarde se reencontró con Pablo en su tercer viaje (Hechos 17:2; 20:6).
Lucas también acompañó a Pablo en su viaje a Jerusalén y Roma y estuvo con él durante su encarcelamiento (2 Timoteo 4:11).
Preludio de la fundación de la Iglesia
En Hechos 2, antes del famoso sermón de Pedro, Lucas registró varios eventos impresionantes que ocurrieron en la casa donde 120 personas estaban reunidas guardando el día de Pentecostés (Hechos 2:1-4):
- El sonido de un viento recio que sopló en el lugar de reunión.
- La aparición de lenguas de fuego sobre las cabezas de los miembros.
- La llegada del Espíritu Santo.
- El don de hablar en diferentes idiomas. Éstas eran lenguas conocidas que les permitieron entender el mensaje de los apóstoles a muchos judíos devotos que viajaron a Jerusalén desde diferentes partes del Imperio Romano.
El sermón de Pentecostés de Pedro
Luego de estos eventos, Pedro se dirigió a la multitud que había llegado a Jerusalén desde Partia, Media, Elam, Mesopotamia, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia y otras partes del Imperio Romano.
La Biblia no dice si el mensaje se dio en los alrededores de la casa (Hechos 2:2) o en el Monte del templo. Pero dado el tamaño de la multitud (3.000 personas fueron bautizadas ese día), el templo es la ubicación más probable.
El sermón de Pedro es el mensaje ininterrumpido más largo del Nuevo Testamento. Abarca 23 versículos, aunque obviamente esto es sólo un resumen de lo que el apóstol dijo ese día. Uno de sus puntos fue que Jesucristo era el Mesías y como tal, fue crucificado y resucitado.
“¿Qué haremos?”
Luego del mensaje de Pedro, los milagros continuaron. Quienes lo escucharon, “se compungieron de corazón” y les preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿qué haremos?” (v. 37).
Pedro les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38).
Más tarde, Pablo le explica a Timoteo que el Espíritu Santo no es uno de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7).
El inicio de la Iglesia
Ese día de Pentecostés terminó con el bautismo de 3.000 personas (Hechos 2:41; 1 Corintios 12:13). Así comenzó la Iglesia; y a partir de ese momento, la Iglesia es uno de los temas principales del Nuevo Testamento.
Ese día de Pentecostés terminó con el bautismo de 3.000 personas (Hechos 2:41; 1 Corintios 12:13). Así comenzó la Iglesia; y a partir de ese momento, la Iglesia es uno de los temas principales del Nuevo Testamento.
Por definición, la Iglesia es un grupo de personas apartadas por Dios. Pero ¿apartadas de qué? Del mundo. ¿Apartadas hacia dónde? Hacia una congregación de creyentes. Desde el principio, el llamamiento no ha sido hacia un camino solitario ni está dirigido a una sola persona, aunque cada cristiano recibe un llamado personal. Dios llama a muchas personas a su Iglesia para que todas juntas formen una congregación.
Propósito y misión de la Iglesia
El propósito de esa primera congregación puede deducirse de los versículos finales de Hechos 2, donde leemos acerca de su conducta en los días siguientes a Pentecostés.
En estos pasajes, la Iglesia no se define como un edificio, sino como un grupo de personas, un cuerpo de creyentes que tienen en común una fe, un propósito y una misión.
Veamos la descripción que hace Lucas en Hechos 2:
- Tenían una misma fe (v. 42).
- Adoraban y confraternizaban juntos (v. 42).
- Compartían sus posesiones físicas (v. 45).
- Comían juntos con alegría y sencillez de corazón (v. 46).
- Alababan juntos a Dios (vv. 46-47).
Predicar el evangelio y amarse unos a otros
Estos eventos nos dicen mucho acerca del propósito de la Iglesia. Lo que sucedió durante los meses y años siguientes indica que su misión era predicar el evangelio en todo el mundo. De hecho, todos los apóstoles, a excepción de Juan, perdieron su vida haciendo esa labor.
Además, Cristo describió a sus discípulos (los que componen su Iglesia) como aquellos que se aman unos a otros (Juan 13:35). La necesidad de estar juntos era evidente para esa primera congregación en el día de Pentecostés, casi 2.000 años atrás.
Hay muchos desafíos para los cristianos en esta vida, pero uno de los mayores y más difíciles es ser como esa Iglesia que se fundó en Pentecostés, la que predicaba el evangelio al mundo, adoraba junta, oraba junta, comía junta y cuyos miembros se amaban y compartían lo que tenían.
Llevar muchos hijos a la gloria
La tarea de la Iglesia es colaborar con Dios el Padre y Jesucristo para llevar muchos hijos a la gloria (Hebreos 2:10).
Cristo dijo que Él mismo edificaría su Iglesia. Tener a Jesús como edificador y cabeza (Colosenses 1:18) hace a la Iglesia única en la historia; de hecho, la Biblia la describe como el “cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). Y como tal, no puede ser destruida.
La Iglesia es igual de importante en la actualidad
El propósito original de la Iglesia no ha cambiado. La Iglesia fue fundada para ser el Cuerpo de Cristo, un grupo de personas llamadas y escogidas que permanecerán fieles hasta el fin (Apocalipsis 17:14).
Los que son llamados por Dios y reciben el Espíritu Santo son la Iglesia de Dios, sus fieles que se congregan con una misión en común (Hebreos 10:25). Parte de esa misión es predicar las buenas noticias del Reino de Dios al mundo (Mateo 24:14; Marcos 16:15).
Cuando comprendemos el propósito de la Iglesia y su lugar en el plan de salvación, podemos ver que, lejos de ser irrelevante en la actualidad, la Iglesia sigue siendo tan importante (si no más) como lo fue en el día de Pentecostés que se fundó.
Para muchas personas en la sociedad actual, la importancia de asistir o pertenecer a una iglesia se ha perdido en el laberinto de la tecnología. Pero en realidad, para quienes comprenden las Escrituras, la Iglesia es y siempre será un cuerpo que se une para adorar al verdadero Dios, predicar el evangelio y amarse mutuamente.
Es difícil imaginar un mayor propósito para la Iglesia, ¡tanto en el pasado, como en el presente y por la eternidad!