¿Quiénes fueron estos hombres? Por lo que se puede ver en la historia, los dos fueron seguidores de la verdad de Dios, y llevaron a cabo el trabajo de la Iglesia primitiva.
Jesucristo dijo que Él iba a edificar su Iglesia y que las puertas del Hades (sepulcro) no iban a prevalecer contra ella (Mateo 16:18).
En un artículo titulado “La historia de la Iglesia: los antiguos nazarenos”, observamos cómo la Iglesia continuó prosperando durante los días del apóstol Pablo y después. Luego de que el libro de Apocalipsis se completara (en el año 94 o 95 d.C.), sólo podemos basarnos en registros seculares para la historia de la Iglesia. Es escasa la información, pero podemos tener la certeza de que la Iglesia existió porque Jesús dijo que así sería.
Afortunadamente, existen registros históricos cuya evidencia muestra que había personas leales a la verdad de Dios y que la Iglesia de Dios estaba viva. Por esto es que las historias que rodean a Policarpo y Polícrates son muy importantes para el tema de la historia de la Iglesia.
Policarpo, un discípulo del apóstol Juan
Irineo, obispo e historiador que vivió durante el segundo siglo, escribió Contra las Herejías, (Libro 3, capitulo 3, párrafo 4):
“Policarpo no sólo fue instruido por los apóstoles, y conversó con muchos de los que habían visto a Cristo, sino que también fue nombrado, por los apóstoles de Asia, obispo de la Iglesia de Esmirna, a quien yo también vi en mis primeros años de juventud, porque él permaneció [en la tierra] por mucho tiempo, y siendo un hombre muy anciano, glorioso y noblemente sufriendo el martirio, partió de esta vida, habiendo enseñado siempre las cosas que había aprendido de los apóstoles, y que la Iglesia ha transmitido, y que sólo son verdaderas”.
Se añadió una nota a pie de página que decía: “Policarpo sufrió alrededor del año 167, durante el reinado de Marco Aurelio. Su avanzada edad implica que fue contemporáneo con San Juan por cerca de 20 años”.
También se dice que Policarpo era muy franco a la hora de hablar de los herejes. “Y el mismo Policarpo respondió a Marción [un radical de la época que promovía ideas gnósticas], quien se encontró con él en una ocasión, y le dijo: ‘¿Me conoces?’ ‘Te conozco, eres el primogénito de Satanás’. Tal era el horror que los apóstoles y sus discípulos sentían ante la comunicación verbal con los corruptores de la verdad”.
Ireneo también escribió: “De estas cosas dan testimonio todas las Iglesias asiáticas, así como los hombres que han sucedido a Policarpo hasta nuestros días... Él fue quien, viniendo a Roma en el tiempo de Aniceto, hizo que muchos se alejaran de los herejes mencionados y llegaran a la Iglesia de Dios, proclamando que había recibido esta única verdad de los apóstoles, que es transmitida por la Iglesia”.
Policarpo y la Pascua
En Historia eclesiástica (Libro 4, cap. 14), el historiador Eusebio de Cesárea (260-340 d.C.) corroboró los comentarios de Ireneo y también agregó otra experiencia fascinante que Policarpo tuvo mientras estuvo en Roma:
“En ese momento, mientras Aniceto estaba a la cabeza de la iglesia de Roma, Ireneo, que aún estaba vivo, estaba en Roma, y que tuvo una reunión con Aniceto por una pregunta relacionada al día de la fiesta pascual [Pascua]” (párrafo 1).
En la historia, esto se llamaba la Controversia del Cuartodecimano.
La Biblia claramente dice que la Pascua debía celebrarse el día 14 del primer mes del calendario hebreo (Levítico 23:5) y Policarpo creía que los cristianos debían continuar guardando la Pascua en esa fecha. No aceptó lo que más tarde se convertiría en la tradición del Viernes Santo y Domingo de Pascua. (Lea más acerca de esto en nuestro artículo “Los días que ellos cambiaron, pero no pudieron eliminar”.)
Eusebio más adelante escribió que Policarpo se aferró a sus creencias (Historia eclesiástica, Libro 5, cap. 24):
“Y cuando el bendito Policarpo estuvo en Roma en el tiempo de Aniceto, y discreparon un poco acerca de otras cosas, inmediatamente hicieron las paces entre ellos, sin preocuparse por discutir acerca de este asunto. Porque Aniceto tampoco podía persuadir a Policarpo para que no guardara lo que siempre había guardado con Juan, el discípulo de nuestro Señor, y con los otros apóstoles con quienes se había asociado. Tampoco Policarpo podía persuadir a Aniceto para que lo guardara, pues decía que debía seguir las costumbres de los presbíteros que le habían precedido” (párrafo 16).
La historia de Polícrates
Policarpo no sólo se aferró a la verdad, sino que también otro líder de la Iglesia, llamado Polícrates, se aferró firmemente a estas mismas enseñanzas. Polícrates “presidía la Iglesia de Éfeso, en la que las tradiciones de San Juan aún estaban frescas en la mente de los hombres en la fecha de su nacimiento. Sin duda había conocido a Policarpo, y a Ireneo también. Parece que presidió un sínodo de obispos asiáticos (196 d.C.) que se reunieron para tratar este asunto de la fiesta pascual” (EarlyChristianWritings.com).
En esta misma sección de la Historia eclesiástica de Eusebio (Libro 5, capítulo 24), leemos que Polícrates también se aferraba a la creencia de que la Pascua debía celebrarse el día 14: “Los obispos de Asia, encabezados por Polícrates, decidieron mantener la antigua costumbre que les fue transmitida. Él mismo, en una carta que dirigió a Víctor y a la iglesia de Roma, expuso con las siguientes palabras la tradición que le había llegado:
“Guardamos el día exacto; ni sumando, ni quitando. Porque también en Asia grandes luces se han dormido, las cuales se levantarán el día de la venida del Señor, cuando vendrá del cielo con gloria, y buscará a todos los santos. Entre ellos, Felipe, uno de los doce apóstoles, que se durmió en Hierápolis... y, además, Juan, testigo y maestro, que se reclinó en el seno del Señor... y Policarpo en Esmirna, que fue obispo y mártir.…
“Todos estos [los santos y obispos que figuran en su relato] guardaban el decimocuarto día de la pascua según el evangelio, sin desviarse en nada, sino siguiendo la regla de la fe. Y yo también, Polícrates, el más pequeño de todos vosotros, lo hago según la tradición de mis parientes, algunos de los cuales he seguido de cerca. Porque siete de mis parientes eran obispos, y yo soy el octavo. Y mis parientes siempre observaban el día en que el pueblo sacaba la levadura.
“Yo, pues, hermanos, que he vivido sesenta y cinco años en el Señor, y me he reunido con los hermanos de todo el mundo, y he repasado toda la Sagra’a Escritura, no me asusto con palabras aterradoras. Para los más grandes que yo he dicho: 'Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres’. Hechos 5:29” (párrafos 1-7).
¡Palabras muy fuertes y convincentes! Polícrates no iba a renunciar a la verdad de celebrar la Pascua. Se mantuvo firme, al igual que Policarpo. Los miembros de la Iglesia bajo su liderazgo continuaron guardando la Pascua el día 14.
Eusebio continuó su cita de la carta de Polícrates: “Y ellos [los otros obispos de su región], contemplando mi pequeñez, dieron su consentimiento a la carta, sabiendo que yo no llevaba mis canas en vano, sino que siempre había gobernado mi vida por el Señor Jesús” (párrafo 8).
El obispo de Roma (Víctor, quien murió en el año 199 d.C.) estaba supervisando la discusión en ese momento, reaccionó fuertemente en oposición a la carta de Polícrates. Eusebio continuó su narración:
“Entonces Víctor, que presidía la iglesia de Roma, trató inmediatamente de separar de la unidad común a las parroquias de toda Asia, con las iglesias que estaban de acuerdo con ellas, por heterodoxas [no conformes con las normas o creencias aceptadas]; y escribió cartas y declaró a todos los hermanos de allí totalmente excomulgados” (párrafo 9).
Víctor más tarde cedió, pero vemos una división aquí. Lo que se creía en Roma era totalmente opuesto a lo que habían enseñado los apóstoles.
Lecciones para hoy
Estas dos figuras históricas, dos hombres leales de Dios, dejaron un legado para que lo tengamos en cuenta.
Primero, vemos que la Iglesia que Jesús comenzó no murió en el segundo siglo. Había congregaciones en Esmirna, supervisadas por Policarpo, y en Éfeso, supervisadas por Polícrates.
Segundo, ambos hombres se mantuvieron firmes en sus creencias tal como se les había enseñado. Siguieron los pasos de los primeros apóstoles, y no se anduvieron con rodeos en cuanto a sus creencias. Policarpo finalmente fue martirizado por lo que creía. De Polícrates no se supo nada más.
Tercero, ¿qué haremos? ¿Estamos dispuestos a comprometer nuestras creencias por lo que la mayoría de la sociedad u otros grupos religiosos piensan? ¿Qué tan firmes nos mantendremos? Policarpo y Polícrates son un ejemplo a seguir.