¿Qué significa hacer “todo para la gloria de Dios”? ¿Cómo le damos gloria a Dios? Éstas son diez formas prácticas de honrar a nuestro amoroso Creador.
Probablemente 1 Corintios 10:31 es una de las escrituras para memorizar más populares: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.
Estas palabras se han grabado en placas, tarjetas, camisetas, tazas, imanes y calcomanías para autos. También se han usado en incontables libros, entradas de blogs y podcasts religiosos; y eso es genial. Siempre deberíamos mantener esta enseñanza bíblica fresca en la mente.
Pero hay un peligro potencial en que este versículo nos sea tan familiar, se trata de asumir que lo comprendemos a profundidad, incluso si no es el caso. Es posible que tengamos sólo una vaga idea de lo que significa hacerlo todo para gloria de Dios y no tomemos el tiempo para reflexionar acerca de qué deberíamos estar haciendo para obedecer de verdad este mandamiento.
¿Qué significa exactamente glorificar o hacerlo todo para gloria de Dios?
Los diccionarios y comentarios bíblicos generalmente definen la palabra “glorificar” como “conceder gran estima, respeto o reverencia”. La palabra “glorificar” también se traduce en la Biblia como “dar honor”. Glorificamos u honramos a Dios cuando reconocemos, valoramos o exaltamos sus atributos o actos —su santidad, carácter perfecto, magnificencia, sabiduría y omnipotencia.
También honramos a Dios cuando pensamos y actuamos de formas que reflejan su carácter y evidencian su trabajo en nuestra vida.
Para realmente honrar a nuestro Padre, necesitamos pensar en pasos específicos que podemos dar para vivir 1 Corintios 10:31. Sin esto, es muy fácil relegar este versículo en nuestra mente como un simple lema bonito.
He hablado con varios ministros y personas que se toman el honrar a Dios muy en serio, para conocer sus ideas acerca del tema. De esas conversaciones, he compilado diez maneras prácticas en las que podemos honrar a Dios en nuestra vida diaria.
1. Apartar tiempo para Dios.
Cuando realmente veneramos a Dios, buscamos una relación cercana con Él. Eso implica apartar tiempo para orar, estudiar la Biblia y meditar cada día.
Dedíquele a Dios lo mejor de su tiempo —generalmente esto es al principio del día, no tarde en la noche cuando está cansado. No permita que su trabajo, proyectos en casa, entretenimiento, pasatiempos, compromisos sociales u otras actividades lo preocupen al punto de descuidar su relación con Dios.
Cuando aparta tiempo para Dios, le está diciendo que valora su camino y quiere su guía y dirección.
2. Alabar a Dios.
Alabar a Dios es glorificarlo verbalmente. Hacemos esto cuando cantamos himnos en la Iglesia o en otros momentos. Conozco familias que cantan himnos antes o después de la cena, o incluso cuando van juntos en el auto.
También deberíamos alabar a Dios en nuestras oraciones. Exaltarlo por su misericordia, paciencia, fidelidad, justicia, generosidad y amor, y por ser nuestro Creador, Sustentador y Dador de vida.
Otra idea es empezar cada día leyendo un salmo. Un ministro describió los Salmos como “adoración pura”. El objetivo principal de muchos de ellos es simplemente alabar a Dios o expresar admiración por su creación. Leer los Salmos puede ayudarnos a aprender cómo alabar mejor a Dios.
3. Agradecer a Dios.
Darle gracias a Dios es otra manera de honrarlo y glorificar su nombre (Salmos 50:23; 86:12). Deberíamos agradecer a Dios en nuestras oraciones por cómo nos ha bendecido, cómo ha intervenido en nuestra vida, por su plan de salvación y por el sacrificio de Jesucristo.
Cuando agradecemos a Dios, le estamos diciendo cuánto lo necesitamos y reconocemos que es Él quien nos da la fuerza y los medios para vivir.
Expresar nuestra gratitud a Dios nos hace enfocarnos en Él en lugar de en nosotros mismos. Cuando agradecemos a Dios, le estamos diciendo cuánto lo necesitamos y reconocemos que es Él quien nos da la fuerza y los medios para vivir.
Esfuércese por mantener una actitud de gratitud durante todo el día. Piense en las muchas cosas que Dios le ha dado y las situaciones que le ha ayudado a superar. Si ha sido exitoso en algo, busque la mano de Dios en ese éxito, reconózcalo y agradézcale por su ayuda.
4. Confiar en Dios.
Confiar en Dios significa creer en la promesa de que Él se preocupa por nosotros y depender de Él para todo. Cuando todo anda bien en nuestra vida, debemos poner nuestra confianza en Dios, no en nuestra cuenta bancaria, educación, intelecto, habilidades o conexiones con “gente importante”. Y cuando estamos pasando por pruebas y dificultades, debemos pensar: “aún confío en Dios y sé que no me defraudará”. Necesitamos “[echar] toda [nuestra] ansiedad sobre él” (1 Pedro 5:7) y no dar lugar a la preocupación.
Dios es glorificado cuando no dudamos de su Palabra y lo vemos como el Padre amoroso y fiel Creador que es (1 Pedro 4:19).
5. Tratar a los demás con dignidad.
Dios nos ama a cada uno de nosotros —por imperfectos que seamos. Honramos a Dios cuando demostramos amor, preocupación, respeto y amabilidad con los demás.
La Biblia dice que debemos “[ser] benignos unos con otros”, “[estimar] cada uno a los demás como superiores a él mismo” y “[honrar] a todos” (Efesios 4:32; Filipenses 2:3; 1 Pedro 2:17). En términos cotidianos, esto significa ser comprensivos con el mesero que nos dio un mal servicio, no molestar a los vecinos con música fuerte en la noche, seguir siendo corteses cuando alguien nos trata mal, no hablar mal de los líderes del gobierno (ni de nadie) y ser pacientes con nuestros colegas difíciles o los malos conductores.
Todo ser humano fue creado a imagen de Dios (Génesis 1:27) y tiene el potencial de ser parte de su familia. Mantener esta perspectiva puede ayudarnos a ver a otros como Dios los ve y apreciar mejor la manera en que Dios trabaja con la humanidad.
6. Ser generosos.
Conozco a muchas personas que se destacan por compartir lo que tienen y se convierten en una bendición para los demás. Regalan del fruto de sus huertas, compran regalos inesperados, hospedan a personas que lo necesitan, ayudan económicamente a quienes pasan por malos momentos, invitan a cenar regularmente, etcétera.
Estas personas realmente viven Proverbios 3:9: “Honra al Eterno con tus bienes”. Éste es un mandamiento que todos deberíamos esforzarnos por seguir, sobre todo si Dios nos ha bendecido financieramente.
Cuando somos generosos, le demostramos a Dios que estamos interiorizando sus valores —que estamos usando nuestra vida no sólo para acumular riquezas, sino también para desarrollar un genuino interés por los demás. Compartir también es una manera de agradecer a Dios por sus bendiciones y demostrarle que confiamos en Él como proveedor.
7. Usar nuestros talentos para servir a otros.
Dios nos ha dado a todos ciertas habilidades o talentos. En 1 Pedro 4:10, Pedro nos anima a ser “buenos administradores” de los dones que hemos recibido. Esto puede incluir un talento musical o artístico, el don de escuchar u hospedar, habilidades para enseñar o administrar, etcétera.
Como administradores de tales dones, debemos estar desarrollándolos y usándolos para servir a los demás.
Conozco algunas personas que son buenas con los niños y se ofrecen para ayudar en el programa de niños de su iglesia. Otros tienen facilidad con la tecnología y ayudan regularmente a personas de la tercera edad con instalaciones o reparaciones de computador. Esto también puede implicar usar sus habilidades en el trabajo para servir mejor a su jefe.
Cuando usamos nuestros talentos, le demostramos a Dios que apreciamos lo que nos ha dado. Además, servir es otra manera de decirle a Dios que nos interesamos por otras personas y no sólo por nosotros mismos.
8. Cuidar nuestro cuerpo.
Dios también espera que seamos buenos administradores del cuerpo que nos ha dado. Esto es básicamente lo que Pablo quiso decir cuando animó a los corintios a “[glorificar], pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:20).
Intente llevar una dieta balanceada, evite los cigarrillos y las drogas, no abuse del alcohol, haga ejercicio con regularidad, mantenga bajos sus niveles de estrés y duerma lo suficiente. Si tenemos un buen estado físico, seremos más capaces de servir y cumplir bien los roles que Dios nos ha dado.
Debemos vestirnos y arreglarnos de una manera que refleje los valores de Dios. Debemos vestir con modestia para no atraer una atención inapropiada. Dios es santo y puro, y espera que nosotros también lo seamos.
9. Elija un entretenimiento sano.
Nuestro consumo de los medios también debe reflejar los valores de Dios. La Biblia dice que debemos “[aborrecer] lo malo” y “[abstenernos] de toda especie de mal” (Romanos 12:9; 1 Tesalonicenses 5:22). Si nos entretenemos con programas, películas, sitios web, música, videojuegos, novelas, etcétera, que están llenos de palabras obscenas, violencia, inmoralidad sexual o temas demoníacos, le estamos rindiendo honor a Satanás, no a Dios.
Una amiga me contó que, antes de ver algo en la televisión, se pregunta si pasa la prueba de Filipenses 4:8. Si no es algo verdadero, honesto, justo, puro, amable o de buen nombre, no lo ve.
Honramos a Dios cuando elegimos formas de entretenernos que son compatibles con los estándares bíblicos.
10. Que nuestra voluntad esté de acuerdo con la de Dios.
En resumen, honramos a Dios cuando queremos lo que Él quiere y valoramos lo que Él valora. Antes de decir o hacer cualquier cosa, debemos asegurarnos de que está de acuerdo con la Palabra de Dios. No podemos permitirnos desear algo que contradiga el camino de Dios y nos dificulte seguirlo.
Como dijera un conocido: “Me encantaría ganarme la lotería, pero sé que tal cantidad de dinero podría distraerme de buscar a Dios, así que no voy a enfocarme en eso”.
Jesucristo dijo en Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Le damos gloria a Dios cuando nos esforzamos por seguir el ejemplo de nuestro Hermano mayor, Jesucristo, quien guardó todos los mandamientos de Dios. Cuando imitamos a Cristo, estamos poniendo el camino de Dios en alta estima y nos convertimos en un ejemplo de lo que Dios puede hacer cuando obra en nuestra vida.
Es verdad que no glorificaremos a Dios a la perfección; pero aún así debemos intentarlo. Nunca debemos dejar de buscar la dirección de Dios.
Eso es lo que Él espera de nosotros y, al fin de cuentas, es lo que significa honrarlo.