Gran parte de la profecía se enfoca en el enojo de Dios con los pecados de la gente. Aquellos que han sido bendecidos reciben un juicio más severo. ¿Qué ha hecho Estados Unidos para merecer el enojo de Dios?
Por favor tome nota que nosotros amamos a los Estados Unidos. Oramos por nuestra nación y le deseamos lo mejor. Cuando pensamos en sus pecados, nos entristecemos profundamente.
¿Entonces por qué escribimos acerca de los pecados de los Estados Unidos y las maldiciones profetizadas a ocurrirles? Primeramente, porque la amamos y esperamos que Estados Unidos, o por lo menos muchos de sus ciudadanos, se arrepientan y se salven.
Por favor también tome nota que muchas de estas mismas cosas podrían decirse de otros países como Australia, Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda, así como también de muchos países que no son de habla inglesa.
¿Por qué está enojado Dios?
Dios es amor. Él creó a los seres humanos con un propósito increíble —¡para darnos la bienvenida en su familia como sus hijos! Él ama enormemente a los seres humanos, incluyendo a Estados Unidos.
Pero Él también dice que está enojado (Salmo 7:11; Isaías 1:3-4; Apocalipsis 6:17; y muchos otros lugares). ¿Por qué?
Por extraño que nos parezca a los humanos, aun el enojo de Dios es una expresión de su amor. Su corrección es con el propósito de ayudarnos a vencer las cosas que perjudican nuestra relación eterna con Él.
La forma de vida de Dios produce amor, gozo y paz. Él reveló esa forma de vida benéfica a través de sus leyes, que fueron dadas para nuestro bienestar (Deuteronomio 10:13). Él explicó que el obedecer estas leyes benéficas produciría bendiciones maravillosas (Deuteronomio 28:1-14). Pero el ignorar y quebrantar estas leyes causaría castigos y maldiciones automáticas (Deuteronomio 28:15-68).
Dios conoce lo que funciona y lo que no funciona; y si Él, como un padre amoroso, nos dice que no crucemos una calle con mucho tráfico, Él tiene buenas razones para ello.
¿Cuáles son esas leyes buenas y benéficas? Empecemos con lo que Jesucristo llamó el “gran mandamiento”: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37-38).
Dios nos amó primero, y Él es amor y quiere que nosotros seamos como Él. Este mandamiento está diseñado para ponernos en el camino correcto. Amar a nuestro Creador Dios de todo corazón no sólo es razonable, sino que también es benéfico para nosotros. ¡Nos ayuda a prepararnos para vivir con Dios en armonía gozosa y productiva eternamente!
Para amar a Dios de la forma en que Él quiere ser amado, necesitamos estudiar lo que Él nos ha dicho sobre cómo adorarlo. Nosotros quizá podemos tener nuestras propias ideas, ¿pero no es lógico enterarnos de lo que quiere Él? Este gran mandamiento se expande en los primeros cuatro de los 10 Mandamientos. Estos mandamientos son leyes eternas y vivientes que conllevan beneficios y castigos automáticos, tan seguros como la ley de la gravedad.
Veamos entonces estos primeros cuatro mandamientos y analicemos la actuación de Estados Unidos con relación a ellos. Veremos porque Dios es contristado al ver que los norteamericanos (y otros) los quebrantan y por qué Él está enojado con nosotros.
Primer Mandamiento: ¿A quién adoramos?
Dios ordena: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí” (Éxodo 20:3).
¿Pero qué dioses adoran los norteamericanos? ¿Qué podemos decir acerca del ego? ¿Dinero? ¿Placer y entretenimiento?
Consideremos la advertencia de Pablo acerca de las actitudes destructivas que predominarán en el tiempo del fin —las actitudes que llevarán a la humanidad al borde de la autodestrucción: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos… amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:2,4-5).
¿No describe esto las actitudes de muchos norteamericanos en la actualidad? (De hecho, la lista entera suena como una descripción de todo el mundo occidental.)
Sí, los norteamericanos todavía afirman ser religiosos, pero a menudo eso es tan sólo de nombre. La religión tiene poco impacto en sus preferencias y actos. Cuando ellos buscan maestros religiosos, a menudo son atraídos por aquellos que les dicen todo lo que ellos quieren oír (2 Timoteo 4:3). Ellos buscan predicadores con mensajes melosos y fáciles, no los que proclaman con poder el camino difícil y angosto que enseña la Biblia —la vida que demanda una devoción incondicional al Dios verdadero (Mateo 7:14).
Segundo Mandamiento: los ídolos de Estados Unidos
Dios nos ordena que no hagamos ídolos. ¿Pero cuántos norteamericanos han hecho ídolos del dinero, fama, un carro de lujo o una actriz sexualmente atractiva?
Y muchas religiones establecidas usan íconos, estatuas y objetos en su adoración, ignorando este mandamiento. Además de eso, un creciente número de norteamericanos que busca experiencias espirituales está mostrando frívolamente un interés en el neo-paganismo. Algunas de estas preferencias religiosas en Estados Unidos incluyen la Wicca, pagana y espiritualista.
Y si usted va de compras o ve la televisión durante la temporada de Navidad, ¡usted podría pensar que un hombre gordo en un traje rojo es el principal ídolo de Estados Unidos! Santa Claus ha llegado a representar la cúspide del consumismo norteamericano durante la frenética temporada de compras navideñas. El apóstol Pablo aun consideró equivalente la codicia —el deseo por más cosas— con la idolatría (Colosenses 3:5).
Tercer Mandamiento: Tomar el nombre de Dios en vano
Dios ordena: “No tomarás el nombre del Eterno tu Dios en vano” (Éxodo 20:7). No obstante, en Estados Unidos todos los días el nombre de Dios es tratado a la ligera como una exclamación, una palabra de relleno o una vil maldición. Esto ocurre regularmente en los medios de comunicación y en las universidades y escuelas y está ocurriendo más a menudo en los centros de trabajo y aun en el hogar alrededor de niños pequeños. Sorprendentemente, según una encuesta de Barna, hasta un 16 por ciento de los que se autonombran cristianos evangélicos admiten que usan lenguaje profano.
Además de este mal uso del santo nombre de Dios, tengamos en cuenta que la mayoría de los norteamericanos que se autonombran cristianos, hacen cosas que traen vergüenza al nombre de Cristo. Por ejemplo, la misma encuesta de Barna mostró que el 12 por ciento de los cristianos evangélicos admitieron haber visto pornografía intencionalmente en la semana previa. Otro estudio de Barna mostró que las personas que se autonombran cristianas son igual de propensas al divorcio que las no cristianas.
Cuarto Mandamiento: ¿Recordar qué?
¿Cuántos norteamericanos “se acuerdan del día Sábado para santificarlo” (Éxodo 20:8)? Incluso, ¿cuántos de ellos saben que deben santificarlo?
Ésta es una falla principal de los líderes religiosos que ciegamente o aun a sabiendas aceptaron los cambios hechos por los hombres mucho tiempo después de que la Biblia fuera completada. Si es obvio que Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia del Nuevo Testamento evidentemente adoraron a Dios en el séptimo día sábado, ¿por qué son tan pocos los cristianos que han seguido su ejemplo? ¿Por qué son tantos lo que han ignorado el hecho de que Dios se enoja con los que han “profanado mis sábados” (Ezequiel 20:21)?
A Dios no le agrada cuando sus mandamientos son reemplazados por las tradiciones de los hombres. Él se enoja cuando el tiempo que Él separó como precioso y santo es pisoteado y profanado.
Tal vez una analogía ayudaría. Si su familia tuviese un sepulcro que usted considerara terreno sagrado, ¿cómo se sentiría usted si un vecino moviera la lápida sepulcral y pusiera una pocilga ahí? Usted se enojaría, ¿o no?
De igual manera Dios se enoja cuando día sagrado de adoración es pisoteado y reemplazado con un día que Él no aprueba.
Como vimos anteriormente, estos primeros cuatro mandamientos expanden el gran mandamiento de amar a Dios. Jesús también dijo que el segundo gran mandamiento es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Este resumen puede expandirse al considerar los últimos seis de los 10 Mandamientos, los cuales nos muestran cómo amar verdaderamente a la gente a la manera de Dios.
¿Cómo califica Estados Unidos en cuanto a guardar estos mandamientos? ¿Cómo calificamos nosotros individualmente?
Quinto Mandamiento: Honra a tus padres
Dios ordena: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días de alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da” (Éxodo 20:12).
Dios promete bendiciones dentro del enunciado de este mandato. El respeto apropiado por los padres conduce al respeto apropiado por la autoridad, lo cual es necesario para una vida, familia y sociedad pacíficas.
Pero Dios tiene palabras duras para aquellos que maldicen a sus padres y se burlan de ellos en lugar de ser agradecidos con ellos (Proverbios 30:11-12, 17). La falta de respeto va desde las rabietas hasta las malas miradas, desde no tomarlos en cuenta hasta la violencia física.
Según las estimaciones, entre el 7 y el 18 por ciento de los adolescentes son violentos con sus padres en las familias de dos padres, y en un 29 por ciento en las familias de un solo padre.
Y no es sólo la gente joven la que le está faltando al respeto a sus padres. El abuso de los adultos mayores se ha convertido en una mancha terrible en la sociedad, con “entre uno y dos millones de norteamericanos de 65 años o de más edad… heridos, explotados, o maltratados de algún otro modo por alguien de quien ellos dependen para el cuidado o protección” de acuerdo al National Center on Elder Abuse (“Centro nacional para el abuso de los adultos mayores”).
Sexto Mandamiento: Homicidio
Dios ordena: “No matarás” (Éxodo 20:13).
No obstante en 2010, 14.748 personas fueron asesinadas en Estados Unidos. Y, como si no fuera suficiente oír acerca de todos esos homicidios reales en las noticias, los norteamericanos están fascinados con el homicidio como entretenimiento. ¡Algunos estiman que un niño norteamericano promedio verá 8.000 homicidios en la televisión para cuando haya terminado la escuela elemental y 40.000 para cuando tenga 18 años de edad!
Jesucristo también explicó que el espíritu de la ley que prohíbe el homicidio abarca el enojo y los insultos (Mateo 5:21-22). El apóstol Pablo enseñó la importancia de no permitir que el enojo nos controle —no permitir que Satanás establezca esta actitud en nuestra mente (Efesios 4:26-27). Tristemente, los norteamericanos fallan en este mandamiento también.
Séptimo Mandamiento: Pecados sexuales
Dios ordena: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14).
Dios diseñó el matrimonio, el sexo y la familia como bendiciones (Hebreos 13:4), pero Satanás ha inspirado ataques cada vez más efectivos contra la familia y la pureza del vínculo sexual en el matrimonio.
The National Health Statistics Reports (Los informes estadísticos de la salud nacional) enumeran algunas cifras deprimentes sobre cuán generalizado se ha convertido el sexo casual. En el grupo entre los 15 y 44 años de edad, más de 14 millones de norteamericanos viven juntos sin estar casados. Y de los norteamericanos en el grupo entre los 15 y 44 años de edad, 66 por ciento de las mujeres y 74 por ciento de los hombres han tenido más de una pareja sexual; 8,3 por ciento de las mujeres tuvieron 15 o más parejas, y 21,4 por ciento de los hombres tuvieron 15 o más parejas.
Y esto empieza a temprana edad. En el grupo entre los 15 y 17 años de edad, 40 por ciento de las jovencitas habían tenido sexo con un hombre, y 10 por ciento habían tenido alguna experiencia sexual con personas del mismo sexo. En cuanto a los muchachos entre los 15 y 17 años de edad, el 47 por ciento habían tenido sexo con una mujer y 1,7 por ciento habían tenido alguna experiencia sexual con personas del mismo sexo.
Las estadísticas de adulterio, divorcio, prostitución, aborto, abuso y pornografía complementan el abominable cuadro de la familia norteamericana bajo ataque. Dios está enojado con la infidelidad, el divorcio y la violencia (Malaquías 2:15-16). Él desea mucho que tengamos matrimonios y familias fieles, amorosas y fuertes para prepararnos para llegar a ser parte de su familia.
Octavo Mandamiento: Robar
Dios ordena: “No robarás” (Éxodo 20:15).
Pero la Oficina del Censo de Estados Unidos muestra que en 2009 hubo 408.000 robos reportados y 9.321.000 de otros crímenes relacionados con la propiedad (robo casero, latrocinio/estafas y robos de vehículos motorizados).
Dios aborrece el robo —el robo es lo opuesto de su camino del dar. Jesús dijo, “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). El apóstol Pablo instruyó a los que antes habían sido ladrones a trabajar duro para ganar suficiente para dar a los necesitados (Efesios 4:28).
Noveno Mandamiento: Mentir
Dios ordena: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16). En otra parte Él deja en claro que considera que toda mentira es una abominación (Proverbios 6:17; 12:22).
No obstante la mayoría de los norteamericanos mienten regularmente. El sicólogo Robert S. Feldman halló que “60 por ciento de la gente mintió por lo menos una vez durante una conversación de 10 minutos y contó un promedio de dos a tres mentiras”. Los políticos y los directores ejecutivos salen en las noticias cuando se les atrapa mintiendo, pero la mayoría de las mentiras son pasadas por alto y casi se ha convertido en la segunda naturaleza para muchos norteamericanos. Muchos padres aún mienten a sus pequeños e inocentes niños acerca de Santa Claus, y muchos norteamericanos recuerdan el trauma de haber descubierto que sus padres les habían mentido.
La mentira no es una cosa pequeña para Dios. Dios es un Dios de verdad, y la mentira es ajena y aborrecible a su naturaleza. Jesucristo identificó a Satanás como el inventor y promotor de la mentira (Juan 8:44).
Décimo Mandamiento: malos deseos
Dios ordena: “No codiciarás” (Éxodo 20:17). Codiciar es desear vehementemente algo que no es legalmente nuestro. La codicia es insatisfacción y un deseo egoísta de siempre tener más. La codicia destruye la paz mental que proviene de una actitud de contentamiento y agradecimiento. La codicia puede conducir a otros pecados, como el robo y el adulterio; y Dios considera que esta actitud egoísta e insaciable es un pecado destructivo en sí misma.
El amor al dinero —avaricia— es una forma de codicia particularmente norteamericana, y el apóstol Pablo advirtió al respecto: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos Dolores” (1 Timoteo 6:10).
Los norteamericanos creen que si ellos tuvieran lo que los ricos tienen, serían felices. Si ellos pudieran ganarse la lotería, estarían satisfechos. ¿Pero son verdaderamente felices todos los millonarios? Las verdaderas historias de los que se han ganado la lotería a menudo son pesadillas en lugar de sueños hechos realidad.
El enfoque materialista, egoísta y codicioso de los norteamericanos no conduce a la felicidad. Dios sabe que quebrantar sus 10 Mandamientos conduce únicamente al sufrimiento y finalmente a la muerte.
¿Qué debemos hacer?
Dios está enojado, pero Él no reacciona de manera impaciente y vengativa. Su enojo es dirigido y controlado por su amor y tiene un propósito. Dios, aun en su enojo, tiene en mente nuestro bienestar eterno. Si Él no nos amara, no desperdiciaría el tiempo corrigiéndonos (Hebreos 12:5-6).
¿Qué debe motivarnos a hacer el enojo de Dios? Él quiere que nos arrepintamos. Él quiere que nos volvamos de nuestros malos y perversos caminos y que vivamos (Ezequiel 18:23).
Dios ha bendecido a Estados Unidos enormemente con algunas de las más ricas tierras agrícolas y los recursos naturales más abundantes en el mundo. La prosperidad y las libertades de Estados Unidos han sido por mucho tiempo la envidia del mundo. Nosotros creemos que la razón de estas grandes bendiciones retrocede en el tiempo hasta la época en la cual Dios dio las promesas incondicionales a Abraham, Isaac, Jacob, José y sus hijos.
Con grandes bendiciones vienen grandes responsabilidades. Dios previó que la gente que es bendecida puede empezar a pensar, “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza” (Deuteronomio 8:17). Así, Dios advirtió, “Cuídate de no olvidarte del Eterno tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy” (v. 11). Olvidar y desobedecer los mandamientos de Dios trae castigos y maldiciones automáticos (Deuteronomio 8:19-20; 28:15-68).
Esos mandamientos fueron dados como una bendición a la humanidad —mostrándonos cómo vivir vidas felices y satisfactorias. Pero la tendencia humana natural es buscar el camino fácil —el camino que nos parece correcto— el camino que parece que nos dará el mayor beneficio personal. Ese camino humano a menudo es opuesto al camino que verdaderamente sería mejor para nosotros —el camino de Dios.
Dios quiere que los norteamericanos se arrepientan
Dios no es feliz al ver el dolor y sufrimientos que nos acarreamos. Él aborrece vernos escoger el camino malo, y Él odia los resultados del pecado, el cual daña nuestra relación con Él y con nuestro prójimo. El pecado —la antítesis de la naturaleza de Dios y de su camino de amor— es lo que hace que Dios se enoje.
Entonces, ¿qué quiere Él que hagamos?
“Por eso pues, ahora, dice el Eterno, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Eterno vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo” (Joel 2:12-13).
Por nuestro propio bien, Dios quiere que nos arrepintamos y cambiemos.
Es de vital importancia aprender más acerca de lo que Dios quiere y lo que usted puede hacer. Tome el tiempo ahora para buscar en este sitio de internet los artículos titulados “Los 10 Mandamientos en la actualidad” y “¿Qué es el arrepentimiento?”