De la edición Noviembre/Diciembre 2020 de la revista Discernir

Dando el beneficio de la duda

Es fácil pensar lo peor de los demás. Pero la verdad es que no podemos ver sus corazones. ¿Qué dice la Biblia acerca de dar el beneficio de la duda?

Es imposible saber lo que otros están pensando. No podemos leer sus mentes o intenciones. Sin embargo, a menudo sentimos la necesidad de intentarlo con pistas que vemos o escuchamos a nuestro alrededor. Sentimos la necesidad de protegernos a nosotros mismos por si alguien está intentando hacernos daño.

Para muchos de nosotros, resulta fácil asumir lo peor de los demás. Y pareciera que muchas veces estamos en lo correcto. La mayoría de las personas no está interesada en nuestro beneficio y, generalmente, todos buscamos lo mejor para nosotros mismos.

Además, pensar lo mejor de los demás nos hace parecer ingenuos, poco realistas, o lo que algunos despectivamente llamarían niños cándidos.

Pero ¿es correcto asumir siempre lo peor de las personas? ¿Qué dice la Biblia acerca de pensar lo peor en lugar de dar el beneficio de la duda? ¿Cuáles son los resultados de ambas opciones?

Veamos algunos ejemplos.

Ejemplos de asumir lo peor

El libro de Job es uno de los más intrigantes de la Biblia y contiene lecciones muy profundas que nos dan mucho para reflexionar. Pero también contiene una historia y lecciones que saltan a la vista.

Un ejemplo es la gran diferencia entre la manera en que Dios describe a Job y la descripción de sus “amigos”. Dios dice que Job es un “hombre perfecto y recto”, mientras que sus tres amigos lo acusan capítulo tras capítulo.

Los amigos de Job pensaron que Job debió haber hecho cosas terribles a escondidas. Éstas son sólo algunas de las acusaciones de Elifaz:

“Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin…

“No diste de beber agua al cansado, y detuviste el pan al hambriento…

“A las viudas enviaste vacías, y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.  Por tanto, hay lazos alrededor de ti, y te turba espanto repentino” (Job 22:5, 7, 9-10).

Sin embargo, las suposiciones de Elifaz no tenían ningún fundamento. Eran erradas e hicieron sentir mal a Job, quien sintió la necesidad de defenderse. ¡Sin duda todos diríamos que los amigos de Job fueron “consoladores molestos”!

Pero seguramente, ellos pensaron que sólo estaban siendo realistas en cuanto a las debilidades humanas y la ley de causa y efecto. Incluso creían que estaban defendiendo a Dios.

Otros ejemplos bíblicos de conclusiones apresuradas

Los amigos de Job no fueron los únicos que juzgaron apresuradamente, por supuesto.

  • El sumo sacerdote Elí asumió que la afligida Ana estaba ebria. Pero ella sólo estaba murmurando una ferviente oración (1 Samuel 1:12-16).
  • Balaam asumió que su burra, que generalmente era dócil, estaba siendo desobediente y la azotó. Pero la burra sólo lo estaba protegiendo, porque Dios le mostró al Ángel del Eterno que estaba adelante con una espada (Números 22:22-33). ¡Y la burra tuvo que hablar para que Balaam le diera el beneficio de la duda!
  • Tras conquistar la tierra de Canaán, las 12 tribus de Israel casi comienzan una guerra civil. Las tribus de oriente construyeron un “altar” junto al río Jordán, y el resto de las tribus asumieron que era para idolatría. Pero en realidad, el propósito del altar era atestiguar que “el Eterno es Dios” (Josué 22:10-34).

¿Por qué asumimos lo peor de los demás?

¿Por qué tendemos a pensar lo peor de los demás? Tal vez diríamos, como los amigos de Job, ¡que es porque a menudo tenemos razón!

Los humanos somos débiles y pecaminosos, y no es lógico ni sabio ignorar este hecho. Incluso Dios nos advierte que el corazón humano es engañoso y nos dice que no confiemos en los hombres, sino en Él (Jeremías 17:5-9).

Además, si pensamos lo mejor de alguien, es muy probable que nos decepcione; y puede que los demás nos consideren un blanco fácil o personas ingenuas.

¿Dónde está el equilibrio entonces? ¿Qué podemos aprender de los ejemplos y principios de la Biblia?

Un caso práctico: Bernabé y las decisiones de Pablo

Si hay algo que nos enseñan la Biblia y la experiencia es que las relaciones humanas no son sencillas.

Considere los diferentes juicios que dos hombres de Dios hicieron acerca de un joven que viajó con ellos y luego los dejó a mitad del viaje.

Cuando llegó el momento de hacer otro viaje, Bernabé quiso darle a Juan Marcos una segunda oportunidad, pero Pablo no creyó que fuera sabio hacerlo. Entonces, estos dos pilares de la Iglesia tomaron caminos diferentes (Hechos 15:36-40).

La Biblia no nos dice quién tuvo la razón. Pero al final, vemos que Marcos se convirtió en el autor de un Evangelio y en un ayudante “útil” para Pablo (2 Timoteo 4:11). Seguramente Marcos agradeció mucho el ánimo y beneficio de la duda que Bernabé le dio.

Principios bíblicos

Las relaciones humanas son complejas y no pretendo insinuar que siempre habrá una respuesta fácil. Pero analicemos algunos pasajes bíblicos donde vemos que generalmente dar el beneficio de la duda es mejor que pensar lo peor de otros apresuradamente.

Advertencias acerca de juzgar apresuradamente

Proverbios nos advierte: “Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio” (Proverbios 18:13). El mismo capítulo nos habla también acerca del peligro de escuchar sólo un lado de una discusión (v. 17).

Santiago también nos da un consejo que puede ayudarnos a evitar los juicios emocionales apresurados: “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19).

“No juzguéis, para que no seáis juzgados”

Además, debemos reconocer nuestras limitaciones. No conocemos los pensamientos ni las motivaciones de los demás. Dios los conoce, pero nosotros no. Por eso en 1 Reyes 8:39, Salomón dice: “sólo tú [Dios] conoces el corazón de todos los hijos de los hombres”.

El hecho de que no podamos leer las mentes ni los corazones de las personas es parte de la razón por la que Cristo dijo: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7:1-2).

“Juzgar” proviene del griego krino, que significa “dictar sentencia”, y describe “a quienes juzgan severamente (injustamente), encontrando defectos aquí o allá en los demás” (Thayer’s Greek Lexicon [Lexicón griego de Thayer]).

Otra instrucción de Jesucristo es que no actuemos hipócritamente al señalar las faltas de otros mientras pasamos por alto las nuestras (vv. 3-5). Cristo también nos dice: “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (v. 12; consulte nuestro artículo “La Regla de Oro”).

Seguramente nosotros nos damos el beneficio de la duda y no nos gusta ser juzgados con severidad o injusticia. Así que ésa es otra buena razón para darles a los demás el mismo beneficio, e incluso pensar lo mejor de ellos.Seguramente nosotros nos damos el beneficio de la duda y no nos gusta ser juzgados con severidad o injusticia. Así que ésa es otra buena razón para darles a los demás el mismo beneficio, e incluso pensar lo mejor de ellos.

Enfocarnos en lo positivo

Dios nos dice que debemos enfocarnos en las cosas positivas. El apóstol Pablo sin duda era un realista, pero nos da consejos muy edificantes acerca de hacia dónde debemos dirigir nuestra atención:

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Note que la lista comienza con “lo que es verdadero”. No podemos esforzarnos por pensar lo mejor de otros al punto de ignorar la verdad; pero nuestro enfoque debe ser en lo positivo.

Reaccionar como Jesucristo

Los humanos somos imperfectos. Esto implica que a menudo otras personas nos decepcionarán. ¿Cómo debemos reaccionar en esos casos? Veamos la hermosa (y difícil de seguir) instrucción de Pablo en Colosenses 3:12-14:

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.  Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”.

Pensar lo peor de otros sin duda nos dificulta seguir esta instrucción. Es difícil soportar y perdonar a alguien cuando asumimos que nos hizo daño a propósito.

Si usted encuentra pruebas de que alguien realmente tenía la intención de hacerle daño, puede ocuparse de eso entonces. Pero ¿por qué no elegir el camino fácil y asumir que la persona simplemente cometió un error o lo hizo sin pensar?

Beneficios del beneficio de la duda

Jesucristo dijo, “no condenéis, y no seréis condenados” (Lucas 6:37). También dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). ¡No ser condenados y alcanzar misericordia son excelentes beneficios!

Otro beneficio es que creceremos en el carácter de Dios, desarrollando bondad, paciencia, misericordia y amor. No seremos como los consoladores molestos de Job, asumiendo lo peor y juzgando injustamente.

Además, las personas reaccionan mejor a las expectativas positivas que a las sospechas y la negatividad.

Teniendo en cuenta todos estos factores, ¡sin duda, dar el beneficio de la duda vale el beneficio de un intento!

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