Escrituras acerca de la sanidad

La sanidad divina es un tema muy importante en la Biblia y en ella encontramos muchos relatos bíblicos de sanidad milagrosa, tanto del pasado como del presente y el futuro.

A través de las Escrituras, Dios demuestra que, como Creador del ser humano, Él tiene el poder para sanar nuestras enfermedades y dolencias —¿quién podría saber mejor lo que nos aflige y cómo arreglarlo que nuestro Diseñador? La sanidad divina es sin duda uno de los temas más importantes en la Biblia.

Veamos algunas Escrituras que describen aspectos interesantes de la sanidad.

El poder sanador de Dios

Éxodo 15:26: “Si oyeres atentamente la voz del Eterno tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy el Eterno tu sanador” (énfasis añadido).

Deuteronomio 32:39: “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano” (énfasis añadido).

Salmos 103:2-3: “Bendice, alma mía, al Eterno, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias” (énfasis añadido).

Jesucristo, nuestro Sanador

Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (énfasis añadido).

Más adelante, Mateo y Pedro citan esta profecía refiriéndose explícitamente a Jesucristo, por cuyas heridas podemos ser sanados y cuyo sacrificio permite nuestra sanidad física, mental y espiritual (Mateo 8:17; 1 Pedro 2:24).

Isaías 61:1-2: “El Espíritu del Eterno el Señor está sobre mí, porque me ungió el Eterno; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad del Eterno” (énfasis añadido). Como Cristo mismo lo explica en Lucas 4:18-21, esta profecía se cumplió con su ministerio.

Mateo 4:23: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (énfasis añadido).

Efectivamente, en los Evangelios vemos cómo Cristo sanó a muchas personas demostrando su poder y compasión y abriendo el camino para la predicación de su mensaje.

Sin embargo, también explicó que muchos casos de sanidad divina tenían un propósito especial, tal como sucedió en los tiempos de los profetas Elías y Eliseo, que fueron enviados a personas específicas y no a todas las viudas y leprosos (Lucas 4:25-27). Afortunadamente, llegará el momento en que toda la humanidad tenga acceso a este tipo de sanidad (vea “Profecías de sanidad futura” más adelante).

Instrucciones para los cristianos

Santiago 5:14-16: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (énfasis añadido).

Hechos 14:8-10: “Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo” (énfasis añadido).

Profecías de sanidad futura

Jeremías 33:6: “He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (énfasis añadido). Esta profecía se cumplirá cuando el Mesías, Jesucristo, regrese para gobernar la tierra (Jeremías 33:15).

Isaías 33:24: “No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad” (énfasis añadido).

Qué reconfortante saber que, por muchos que sean los problemas de salud que aquejan al mundo ahora, a nuestro amoroso Creador siempre le importa nuestro bienestar y pronto llegará el momento en que las enfermedades y dolencias sean cosa del pasado —el momento en que finalmente se establezca el Reino de Dios en la tierra.

Si desea saber más sobre la enseñanza bíblica de la sanidad, consulte el artículo “Sanidad divina”.

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