En un mundo saturado de desafíos de salud ¿podrían las Escrituras ofrecer la claridad y la sanidad que nos ha faltado?
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Cada día nos trae nuevos titulares: brotes y trastornos debido a la alimentación, debates acalorados acerca de las tendencias de las dietas y preocupación creciente por ingredientes misteriosos y mucho más.
Estos titulares reflejan la preocupación creciente de nuestra cultura con los alimentos que consumimos y cómo estos impactan en nuestra salud y bienestar. Actualmente los debates acerca de la alimentación y la salud, dominan nuestras redes sociales y el discurso político como nunca antes. El veredicto es: estamos enfermos de estar enfermos.
No debe sorprendernos que el escepticismo del consumidor aumenta a medida que más personas demandan algo mejor para ellas y sus familias, y desafían el statu quo cuando se trata de la calidad de los alimentos, los ingredientes y la fuente. A la luz de estas crecientes frustraciones, muchos han decidido tomar las cosas en sus propias manos en una búsqueda por transformar su salud y solucionar la causa principal de muchas de las enfermedades crónicas de los seres humanos.
Si dejamos de lado los debates y la política, el deseo de ser un buen administrador de su salud no sólo es algo responsable, es bíblico. Pablo escribió en 1 Corintios 6:19 nuestro cuerpo es un templo y debemos tratarlo de esa manera. Pero eso no es todo lo que la Biblia tiene que decir en cuanto a nuestra salud.
La Palabra de Dios también contiene una gran variedad de leyes y principios que han sido probados y comprobados en cuanto a nuestra salud mental y física. Estas leyes divinas y principios nos permiten tener un enfoque proactivo de prevención de muchos problemas de salud, antes de que ellos surjan. Y cuando nuestra salud sufra, entonces las Escrituras también nos revelan cuál es la verdadera fuente de toda la sanidad.
Esto no significa que no haya principios de salud sólidos que podamos aprender de la investigación y fuentes externas de la Biblia. Ciertamente esto es así. Sin embargo, la guía acerca de la salud que Dios dio debe ser nuestro fundamento.
Aunque comúnmente se pasa por alto y con frecuencia se le ignora, la Biblia es realmente un recurso verdadero e indispensable para todos aquellos que estén buscando vivir vidas más felices y más saludables. Continúe leyendo para descubrir las perspectivas tan valiosas que la Biblia tiene para ofrecernos.
Principios bíblicos para una vida saludable: las carnes limpias e inmundas
Cuando se trata de mejorar nuestra salud, el alimento es vitalmente crucial. Y si bien el internet ofrece una plétora de consejos en cuanto a cuáles alimentos debemos comer y cuáles no, la Biblia también tiene mucho que decir respecto a cuáles alimentos son aptos para ser consumidos por nosotros y cuáles no.
Levítico 11 y Deuteronomio 14 están dedicados a definir cuáles son las carnes que Dios denominó limpias (su consumo es permitido) y cuáles son impuras (no aptas para el consumo humano).
Aunque muchos de los animales listados no son consumidos normalmente en muchas culturas, hay unos pocos que deben captar nuestra atención tales como el cerdo y los mariscos.
Es interesante que, aunque Dios no nos da una razón específica para condenar la carne de un animal diciendo que es impura, la ciencia con frecuencia llena esos espacios vacíos. Y resulta que al investigar los hechos, los cerdos y los mariscos comparten un destino común, ambos son unos carroñeros que se alimentan de las sobras y desperdicios.
Si bien todos estos animales claramente desempeñan un papel importante en su respectivo ecosistema, no fueron diseñados para ser consumidos por los seres humanos.
¿Qué dice el Nuevo Testamento acerca de las carnes limpias y las inmundas?
Si bien las leyes de Dios concernientes a las carnes limpias e inmundas son profundas, con frecuencia son ignoradas. En su esfuerzo por remover cualquier obligación de guardar este aspecto de la ley de Dios, muchos han tergiversado varios pasajes en el Nuevo Testamento —o los han tomado fuera de contexto para afirmar que estas leyes fueron abolidas.
Pero cuando las miramos más de cerca encontramos que esto sencillamente no es verdad. Dios hizo estas leyes para nuestro beneficio y jamás ha pretendido que sean removidas.
A continuación, les mencionaremos varios artículos en el sitio web de Vida, Esperanza y Verdad que muestran algunos de los versículos más comúnmente citados para respaldar este argumento:
Hechos 10: ¿fue la ley de animales limpios e inmundos abolida por la visión de Pedro?, ¿Hizo Jesús limpias todas las carnes? y ¿Fue abolida la ley de las carnes limpias e inmundas en 1 Timoteo 4:1-5?
Se deben evitar la grasa y la sangre
Además de distinguir entre los animales limpios y los impuros, la Biblia también especifica qué parte de cada animal es permitido comer y cuáles no. Levítico 3:17 y 7:22-27 claramente afirma que, aunque podamos comer la mayoría de los animales limpios, la sangre y la grasa están terminantemente prohibidas.
Si bien esta prohibición puede parecer un poco extraña, las investigaciones revelan los posibles peligros para nuestra salud asociados con esto. Por ejemplo, consumir la sangre de un animal hace que tengamos el riesgo de exponernos a los patógenos que se pueden reproducir en la sangre, en tanto que consumir los alimentos con grasa incrementa nuestras posibilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares con el tiempo.
Moderación
La Biblia también menciona la importancia del equilibrio en lo que comemos y bebemos.
Por ejemplo, en el mundo del primer siglo cuando había una gran incertidumbre en cuanto a las fuentes de agua, por lo cual Pablo le advirtió a Timoteo, en 1 de Timoteo 5:23: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. Sin embargo, la Biblia también nos advierte en numerosas ocasiones acerca del peligro de las borracheras y el abuso del alcohol (Efesios 5:18, Romanos 13:13).
Las leyes sanitarias
En nuestra época moderna es muy fácil pasar por alto la importancia de las normas y regulaciones de saneamiento e higiene para reducir y prevenir enfermedades. Al fin y al cabo, muchos vivimos en países donde estos sistemas han estado vigentes toda la vida. Pero este no era el caso en el mundo antiguo. El conocimiento que Dios proporcionó a Israel mediante su ley, se adelantó a su tiempo y sentó las bases para muchas prácticas de saneamiento modernas, como la eliminación de residuos (Deuteronomio 23:12-14), el lavado de manos, el principio de la cuarentena y más (Levítico capítulos 11-15).
Actividad y ejercicio
La Biblia no enfatiza mucho el ejercicio, probablemente porque la mayoría de las personas a lo largo de la historia hacían mucho ejercicio automáticamente debido a sus trabajos y sus tareas diarias (aunque esto ya no es así en muchos países hoy en día). Sin embargo, la Biblia si reconoce su valor para mantener la salud y la fuerza. Por ejemplo, 1 Timoteo 4:8 subraya que, si bien la piedad es realmente lo más valioso, el entrenamiento físico también tiene valor.
Si bien los beneficios del ejercicio son reconocidos ampliamente, encontrar tiempo para hacerlo en nuestras apretadas agendas, puede ser un verdadero desafío. Adicionalmente, las largas sesiones de entrenamiento y las costosas membresías del gimnasio, no son prácticas para muchos de nosotros, pero esto no debiera desanimarnos.
Según un artículo de la Clínica Mayo: “La actividad no necesita ser complicada, algunas veces una simple caminata diaria puede ayudarlo a vivir una vida más saludable”.
El artículo continúa enumerando una serie de varios beneficios de la salud que pueden obtenerse simplemente por el hecho de caminar, tales como una mejor condición cardiovascular, huesos más fuertes, una mayor resistencia muscular, un sistema inmunológico fortalecido y mucho más.
La salud espiritual y mental
Hasta ahora nos hemos enfocado en nuestra salud física, pero esto es sólo la mitad del panorama. Para estar verdaderamente sanos, también debemos atender nuestras necesidades mentales y espirituales.
Desafortunadamente, aquí es donde las recomendaciones de la sociedad se quedan cortas. Aunque hay gran cantidad de consejos disponibles en cuanto a cómo mejorar nuestra salud mental, la mayoría de ellos fallan al no mencionar el factor más importante de todos, la conexión con nuestro Creador.
En Proverbios 4:20-22 el rey Salomón compartió la sabiduría que había recibido de Dios: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”.
La Palabra de Dios ofrece beneficios que se extienden más allá de lo físico. Cuando estamos absolutamente abrumados con las preocupaciones de la vida o estamos sobrecargados por el peso de la ansiedad; ahondar en la Biblia nos puede ayudar a tener paz mental (Isaías 26:3), descanso de nuestra ansiedad (Salmos 94:19, Filipenses 4:6-7) y ánimo (Salmos 119:50) de una forma que nada más puede dárnoslo.
Dios es nuestro sanador
Pasar tiempo estudiando la Palabra de Dios tiene un beneficio adicional: revela el papel de Dios como nuestro sanador (Salmos 103:2-3, Santiago 5:14-15).
Tenemos la responsabilidad de seguir las leyes de Dios lo mejor que podamos, pero aun nuestros mejores esfuerzos no nos garantizarán que vamos a tener una salud perfecta durante toda nuestra vida. Cuando nos encontramos inevitablemente con desafíos en la salud, podemos ser consolados por la promesa de Dios: “Porque yo soy el Eterno, tu sanador” (Éxodo 15:26).
La salud y la sanidad en el Reino de Dios
Para muchos la búsqueda de una salud mejor se siente como una batalla difícil, con frecuencia opacada por el estado del mundo a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, ¿cuál es el punto de luchar por comer bien cuando la calidad de nuestra comida está en entredicho con tanta frecuencia? ¿Cómo podemos reclamar nuestra salud cuando el ambiente en que nos encontramos pareciera trabajar en contra nuestra?
Ésas son preocupaciones válidas. La humanidad está, de hecho, enfrentando las consecuencias de ignorar las leyes de Dios (Levítico 26:14-16), pero esto no significa que nuestros esfuerzos son en vano. Hay esperanza.
Cuando Jesucristo regrese, todo el mundo experimentará la sanidad milagrosa de Dios (Isaías 35:5-6). Incluso la Tierra será restaurada, con todo lo necesario para sustentar la vida humana de la manera en que Dios lo dispuso (Isaías 51:3; Joel 2:22-24).
Creados de una manera asombrosa y maravillosa
Al abrazar los principios de la Biblia, podemos dar pasos significativos hacia una vida más feliz, más saludable y con más realizaciones. Al hacerlo aumentamos nuestro aprecio por el Dios que nos creó, nos cuida y nos sostiene continuamente.
Nunca olvidemos que somos hechos de una manera formidable y maravillosa (Salmos 139:14).
¡Que llegue pronto el día en que todo el mundo pueda compartir las bendiciones de Dios en una verdadera y duradera salud!