El verano siguiente a mi graduación de la universidad, obtuve un empleo en el periódico de mi ciudad. El trabajo consistía en hacer un poco de todo: escribir, diseño de página, diseño publicitario e incluso composición. Fue sin duda un desafío para mí, y aprendí mucho a fuerza de ensayo y error.
En un momento, estaba segura de que me despedirían. Había redactado un anuncio de boda y me equivoqué al escribir el apellido del novio, un miembro de una prominente familia en la comunidad. Su madre llamó a mi editor para quejarse y mi editor me citó a su oficina.
Cuando supe lo que había ocurrido, esperaba que sus palabras fueran: “¡Estás despedida!”. Pero en lugar de eso, mi editor me dijo: “No dejes que esto te desanime. Todos cometemos errores y es así como aprendemos. Realmente apreciamos tu buen trabajo y tu disposición para hacer tantas tareas diferentes”.
El poder de la gratitud
A través de los años, he recordado este incidente varias veces. En lugar de humillarme por mi error, mi jefe decidió animarme y expresarme su aprecio. Sus palabras me hicieron sentir que yo realmente le importaba y que reconocía mis esfuerzos, lo cual me ayudó a mantenerme positiva.
No hay una sola persona a la que no le guste —y que no necesite— escuchar esta clase de palabras. Es agradable saber que los demás valoran lo que hacemos.
Por otro lado, también es agradable ser quien expresa aprecio. Pero sea como sea, ser agradecidos no sólo es algo bueno. Es una cualidad esencial del carácter de un cristiano y una manera importante de mostrar amor hacia otros.
El diccionario de la Real Academia Española define “apreciar” como “reconocer y estimar el mérito de alguien o de algo”. Decir “gracias” cuando recibimos un regalo o un gesto de amabilidad es sólo parte de ello. Demostrar nuestro aprecio también puede significar hacerle un elogio sincero a alguien, saludar con calidez o simplemente acordarnos de las cualidades de los demás (en lugar de enfocarnos en sus falencias o en lo que nos desagrada de ellos).
Palabras de ánimo
Las palabras correctas pueden animar y fortalecer a cualquiera (Proverbios 12:25; 16:24) y, a veces, las más animadoras son aquellas que expresan aprecio genuino. Cuando demostramos este tipo de sentimientos, estamos siguiendo el ejemplo de Jesucristo, quien sabía reconocer a las personas que hacían lo correcto (Mateo 15:28; Marcos 14:6-9; Lucas 7:9; 21:1-4).
La Biblia tiene muchos otros ejemplos del poder de la gratitud, como cuando:
- Pablo felicitó a los hermanos en Roma, Colosas, Tesalónica y Corinto por su buena conducta.
- Booz elogió a Rut por su amabilidad y devoción (Rut 2:11-12; 3:10).
- Jetro les dijo a sus hijas que invitaran a Moisés a comer para agradecerle por ayudarlas (Éxodo 2:16-20).
- La mujer de Proverbios 31 fue elogiada por su esposo e hijos (vv. 28-31).
De la misma manera, nosotros deberíamos estar agradecidos con quienes nos rodean y dispuestos a elogiar a las personas cuando lo merecen.
Los beneficios de la gratitud
La razón principal por la que debemos expresar nuestro aprecio y gratitud a los demás es que debemos esforzarnos por parecernos cada vez más a Dios.
La razón principal por la que debemos expresar nuestro aprecio y gratitud a los demás es que debemos esforzarnos por parecernos cada vez más a Dios. Mostrar aprecio es parte de su naturaleza amorosa. Además, hay muchas otras razones por las que la gratitud es beneficiosa, tanto para quien la expresa, como para el receptor. Estos son algunos frutos de la gratitud:
- Nos hace sentir valorados y amados. Decirle a alguien: “Me impresionó tu presentación musical” o “Gracias por tu ayuda, no podría haberlo hecho sin ti”, y decirlo con sinceridad, les transmite a las personas que su esfuerzo valió la pena y que son necesarias y apreciadas. Todos queremos saber que marcamos una diferencia y que somos importantes para los demás.
- Puede inspirarnos a trabajar más duro, perseverar y seguir en el buen camino. Cuando Pablo les expresó su aprecio a los hermanos, sabía que eso los animaría a obedecer a Dios. Y cuando mi editor me dijo que estaba haciéndolo bien, me dio ánimo para seguir adelante cuando el trabajo se puso difícil.
- Fortalece nuestras relaciones con otros. Los sicólogos dicen que cuando expresamos nuestro aprecio a otros, ellos nos aprecian más a cambio, lo cual acrecienta los sentimientos positivos. Los lazos entre las personas se fortalecen cuando cada uno se siente apreciado por el otro.
- Nos enfoca en los demás y nos da perspectiva. Dios nos creó con la necesidad de la ayuda y el apoyo de los demás. Sin embargo, la naturaleza humana quiere exaltarse a sí misma. Culturalmente tendemos a sobrevalorar al hombre independiente. Estas actitudes dificultan que veamos lo que otros tienen para ofrecer. Pero cuando dirigimos nuestra atención hacia los talentos, las capacidades, el trabajo duro y las buenas ideas de otros, es más fácil recordar cuánto podemos beneficiarnos de ellos y que también deberíamos celebrar sus triunfos, no sólo los nuestros. Esto a su vez nos ayuda a tener una actitud más acorde con las expectativas de Dios al relacionarnos con los demás.
- Nos ayuda a permanecer positivos. Cuando nos esforzamos por apreciar a los demás, nuestro comportamiento cambia. No hay lugar para los chismes, las traiciones o las quejas cuando nos enfocamos en las fortalezas de otros en lugar de fijarnos sólo en sus debilidades. Esto es cierto aún si no verbalizamos nuestro aprecio. El solo hecho de concientizar lo que apreciamos de los demás nos da una actitud más agradecida y nos hace más agradables.
- Crea armonía. Demostrar aprecio puede evitar tensiones y conflictos. Es menos probable que nos enojemos o irritemos con la gente cuando estamos agradecidos por ellos. Una mujer me confesó una vez: “Mi esposo tiene ciertas idiosincrasias que realmente me molestan. Pero cuando siento que me están irritando, pienso en todas sus cualidades y eso me ayuda a poner las cosas perspectiva”.
Cómo expresar aprecio
Expresar gratitud y aprecio no es algo que vemos todos los días en nuestra sociedad actual. La Biblia de hecho nos advierte que, en los días previos al regreso de Cristo, la humanidad sería “ingrata” (2 Timoteo 3:1-2), entre otras características destructivas.
Podemos verlo a todo nuestro alrededor.
Ya se que encienda el televisor, navegue en las redes sociales, entre en el comedor de la oficina o la cafetería de la escuela, la mayoría de las veces se encontrará con una conversación crítica, negativa o destructiva. “El negativismo se ha generalizado en el mundo actual”, escribe el experto en liderazgo Mike Robbins en su libro Focus on the Good Stuff [Enfóquense en lo bueno] (p. 21). “Tendemos a enfocarnos en lo que no nos gusta, lo que nos saca de quicio o lo que nos molesta de otras personas” (p. 24).
Todo este negativismo es un reflejo de nuestra sociedad altamente competitiva, explica el señor Robbins: “Muchos de nosotros nos enorgullecemos de nuestra competitividad y ambición por el éxito… Cuando nos relacionamos con otros basándonos en una actitud de comparación y competencia, alguien tiene que ganar y alguien perder. Esto naturalmente crea un ambiente negativo que hace de la gratitud, el reconocimiento y el aprecio actitudes difíciles, si no imposibles, de mantener” (p. 31).
Pero, aunque la ingratitud y el negativismo nos rodean, nosotros debemos tratar de ser diferentes. Hay muchas maneras en las que podemos expresar gratitud, y algunas de las más efectivas son:
- Reconocimiento verbal. La manera más obvia de expresar aprecio es elogiar sinceramente a alguien cuando hace las cosas bien. Si va a un restaurante y el mesero le presta un gran servicio, dígaselo. En el supermercado, agradézcale al empacador por empacar. Cuando sus hijos hagan sus tareas sin quejarse, felicítelos por su buena actitud. Sea específico. Dígales a los demás exactamente por qué los aprecia.
- Lenguaje corporal positivo. Su lenguaje corporal debería reforzar lo que dice con palabras. Incluso si no dice nada verbalmente, gestos positivos como una sonrisa, contacto visual apropiado y escuchar atentamente, envían el mensaje de que usted valora a la persona.
- Notas escritas. Escriba notas de aprecio no sólo para agradecer cuando alguien hace algo por usted, sino también para felicitar a las personas por un nuevo empleo, un trabajo bien hecho, o simplemente para decirles que significan mucho para usted. Tal vez puede enviarle una carta por correo a un amigo para felicitarlo por su ascenso. O puede dejarle notas a su cónyuge en su bolso, o a un compañero de trabajo en su escritorio, para expresar su gratitud por ellos. El hecho de que se haya tomado el tiempo para escribirles una carta significará mucho para ellos.
- Servicio. Puede hacerles favores a las personas que lo rodean como una forma de agradecerles por una buena acción o simplemente para animarlos. Podría cocinarle a su esposo su comida favorita luego de un día de trabajo duro, o ayudarle a su hija con las labores caseras durante su semana de exámenes. ¿Qué tal sentarse con una mamá soltera durante los servicios de la iglesia para ayudarle con sus hijos?. Servir a los demás de esta forma les dice que usted reconoce sus esfuerzos y aprecia lo que hacen.
Obviamente, para expresar gratitud es necesario primero ser agradecidos. Nuestros pensamientos se convierten en acciones, y es por eso que nuestra meta debería ser lo que dice Filipenses 4:8: “todo lo que es verdadero,… justo,… puro,… amable,… de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Esto no significa que siempre debamos pasar por alto lo negativo de las personas. Volviendo al incidente de mi primer trabajo en un periódico, mi editor no actuó como si no hubiera cometido ningún error, pero tampoco se enfocó sólo en eso. Nosotros también deberíamos esforzarnos por ver a los demás con una perspectiva positiva. Es cierto que nuestra naturaleza humana tiende a lo contrario. Pero Dios puede ayudarnos a analizar y controlar nuestros pensamientos si se lo pedimos.
Sólo cuando tenemos una actitud agradecida podemos expresar gratitud hacia otros de forma sincera y efectiva.