Las palabras críticas y duras pueden herir profundamente. Si se lo permitimos, pueden afectar todos los aspectos de nuestra vida. ¿Qué podemos hacer para manejar de una manera positiva las palabras hirientes?
Las ofensas y otras palabras profundamente críticas son tan comunes en el mundo de hoy, que todos en algún momento de la vida debemos soportar algunas de ellas. Lamentablemente, las personas en las que debemos confiar y en las que solemos buscar apoyo y aliento —como padres, maestros, hermanos y compañeros de trabajo— pueden ser a veces las mismas personas cuyas palabras irreflexivas nos hieren en lo más profundo.
A menudo estas palabras pueden ser divertidas para los demás, pero para el que termina siendo objeto del “chiste”, le resulta todo menos gracioso. Los niños pueden molestar a otro niño con apodos, matoneo y ofensas como “no puedes golpear la pelota” o “mi abuela puede correr más rápido que tú”. Otros niños pueden reírse, pero el niño que es objeto de burlas se siente aislado y solo, inferior y a menudo muy enojado.
Internet y las redes sociales permiten que las críticas y el matoneo humillen a la gente a una mayor escala. Los medios de comunicación llaman nuestra atención sobre este comportamiento destructivo cuando el “ciberacoso” lleva a alguien al punto del suicidio.
Podemos pretender que no nos importa, pero a menudo el dolor es profundo y puede durar toda la vida. Años más tarde podemos recordar esos comentarios hirientes, y el efecto negativo permanece. ¿Cómo podemos tratarlos adecuadamente?
Las ofensas en la Biblia
Podría sernos útil recordar que algunas de las figuras más grandes e influyentes de la historia han sufrido algunos de los ataques verbales más dolorosos.
Jesucristo fue menospreciado por los líderes religiosos por no tener la educación que ellos tenían. Cuando la verdad que Él enseñaba los condenó por que estaban equivocados, incluso atacaron moralmente a su madre, diciendo: “Nosotros no somos nacidos de fornicación” (Juan 8:41), con la implicación de que Él sí lo era. Esto tenía la intención de desacreditarlo y hacer que la gente lo rechazara a Él y a sus palabras.
De Jesús se burlaron de una manera cruel, incluso durante su juicio, mientras lo azotaban y cuando lo estaban crucificando (Lucas 22:63-65; 23:11, 36, 39; Hebreos 12:3). Él entiende y se puede compadecer de nosotros en cada prueba que tengamos (Hebreos 4:15).
El apóstol Pablo fue educado, por la ley, como fariseo (Filipenses 3:4-6) y escribió más del Nuevo Testamento que cualquier otro autor. Aunque su escritura era poderosa, puede que no haya sido tan impresionante en persona. En un intento de desacreditarlo, sus detractores decían: “Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; más la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable” (2 Corintios 10:10).
Tales comentarios mal intencionados y ataques verbales duelen. Pero al igual que Jesucristo, Pablo no dejó que las críticas y ataques de otros lo disuadieran de hacer el trabajo que Dios le había encomendado.
El impulso natural de menospreciar a los demás
Tristemente, parece que naturalmente tenemos un gran impulso que nos lleva a vernos o hacernos creer que somos mejores que los demás. Los sentimientos de inferioridad personal a menudo nos llevan a intentar compensarlos por medio de comparaciones injustas o simplemente de la maldad.
Parte de la lucha cristiana es reconocer y sobreponerse a ese rasgo humano, y en su lugar construir rasgos positivos y motivadores en el carácter.
Conviértase en un motivador
Una de las primeras cosas que podemos hacer para combatir las palabras desalentadoras es aprender a no usarlas. ¡En vez de desalentar, podemos aprender a motivar!
Con demasiada frecuencia nos concentramos en lo malo e ignoramos lo bueno. Como alguien dijo una vez: “Cuando hago el mal, lo oigo siempre; cuando hago el bien, nunca lo oigo”. Aunque el autor es desconocido, lo que dijo suena muy cierto. Debemos aprender a evitar la actitud del líder de la empresa que dijo a sus empleados: “Si no estoy contento contigo, lo sabrás. Si no sabes nada de mí, entonces todo está bien”.
El sabio rey Salomón comprendió el poder de la motivación cuando escribió: “Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene” (Proverbios 25:11). También escribió: “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (Proverbios 15:23).
Aprender a decir lo correcto en el momento adecuado requiere algo de práctica. Tenemos que entrenar nuestra mente para buscar y enfocarnos en los aspectos positivos de otras personas y luego hacer el esfuerzo de comentarlos.
¿Cuántas veces hemos visto algo positivo en otros, pero no nos hemos tomado el tiempo para hacérselos saber? Cada ocasión es una oportunidad perdida para animar a alguien más.
El impacto de esas positivas y alentadoras palabras es poderoso. Mark Twain dijo una vez: “¡Puedo vivir dos meses con un buen cumplido!” Y, una vez más, de Salomón, leemos: “Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras” (Proverbios 25:25).
¿Cuántas veces hemos visto algo positivo en otros, pero no nos hemos tomado el tiempo para hacérselos saber? Cada ocasión es una oportunidad perdida para animar a alguien más.
Una perspectiva adecuada del menosprecio
Hacer el esfuerzo de exhortar activamente a otros es el primer paso para tratar con el menosprecio y las palabras desalentadoras que van dirigidas hacia nosotros. Pero sólo este paso no es suficiente. ¿Qué más podemos hacer para evitar la desesperación y los sentimientos de inutilidad a los cuales nos podemos enfrentar?
1. Evite la tentación de tomar represalias. Cuando recibe un insulto, puede rechazar la tentación de devolverlo. Es posible que usted no pueda detener las palabras desconsideradas de otra persona, pero puede cambiar la manera de lidiar con ellas. Hay formas elegantes y apropiadas de enfrentarse a los insultos y a las críticas.
Proverbios 26:4 aconseja que hay un tiempo para alejarse y evitar una respuesta equivocada que sólo le causaría desgracias a uno: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él”.
Por otro lado, Proverbios 26:5 muestra que hay un tiempo para mantenerse firme con una respuesta apropiada: “Responde al necio como merece su necedad, Para que no se estime sabio en su propia opinión.” (Para más información acerca de cómo poner en práctica estos dos versículos, vea “Proverbios 26: ¿cuándo debemos responder al necio?”)
2. Tenga en cuenta la fuente. ¿Es una crítica constructiva de alguien que lo ama, o es un ataque de alguien que busca lastimarlo?
La corrección, incluso de los seres queridos, puede ser difícil de asimilar. Pero si entendemos que tiene la intención de ayudarnos, gran parte de la molestia se va. Salomón escribió: “Fieles son las heridas del que ama” (Proverbios 27:6).
Si se pretende que sea un ataque desmoralizador, evalúe cuidadosa y objetivamente si se justifica una respuesta o no. Como vimos anteriormente, en Proverbios 26:4-5 Salomón abordó ambas posibilidades. Se necesita sabiduría, y a menudo el consejo de otra persona de confianza, para determinar cómo se encara la situación.
3. Fije límites. Nadie merece ser menospreciado o subestimado constantemente. Se necesita cierto nivel de asertividad y sabiduría para saber cuándo y dónde establecer los límites personales adecuados.
Bajo algunas circunstancias usted puede expresar (sin atacar o ser antagónico) cómo estas palabras lo están lastimando y pedirle a su atacante que se detenga. En otras situaciones, usted puede optar por abandonar la sala o excusarse cortésmente y terminar la conversación. Otras veces la única opción viable es terminar la relación. Es importante que muestre respeto por los demás, pero también que sea respetado por sus amigos y familiares.
4. Haga una introspección. A veces las palabras duras sólo tienen la intención de herir, pero otras veces puede haber lecciones para que aprendamos. Si bien las palabras de otras personas pueden ser hirientes, es posible que algo que hayamos dicho o hecho desencadenara la respuesta.
Incluso, la crítica constructiva a menudo es difícil de aceptar, pero podemos beneficiarnos buscando la realidad personal en una situación dolorosa. En lugar de reaccionar exageradamente a las críticas y ponerse a la defensiva, reúna el valor para preguntarse a sí mismo: ¿muestra esta crítica algo sobre mí de lo que puedo aprender? Esa autoevaluación bien puede llegar a ser una clave para su crecimiento espiritual y emocional en el futuro.
5. Sea amable pero firme en público. El ser avergonzado públicamente, ya sea porque su jefe o compañero lo menospreció en el trabajo, un pariente en una reunión familiar o algún inoportuno en una reunión, puede ser algo incómodo, pero es una oportunidad para mantener la cortesía, la calma y el control. Responder de manera defensiva con una respuesta sarcástica generalmente sólo aviva el fuego.
Si alguien tiene una preocupación legítima, pero la ha expresado de manera equivocada o en el momento equivocado, responda breve y sinceramente, ofreciéndose para resolver el asunto con él o ella más tarde. Sonríe y diga algo para romper la tensión y enfrentar el momento incómodo con gracia y equilibrio.
Por supuesto, con algunas personas y sus opiniones puede que simplemente usted deba “estar de acuerdo en no estar de acuerdo”.
6. No lo tome como algo personal. Si usted ha modificado su comportamiento en un intento de resolver un problema, pero sigue siendo perseguido por un implacable crítico, probablemente es el momento de seguir adelante. En lugar de permitir que su energía y atención sean debilitadas por asuntos negativos, entienda que siempre puede haber algunas personas que critican mucho. Pase por alto sus comentarios y siga con los aspectos positivos de su vida.
No hable de sus críticos con amargura o culpa. Trátelos con respeto y dé usted mismo el ejemplo del comportamiento apropiado, y podría inspirar un cambio en el corazón de ellos también.
7. Ore por sus preocupaciones. Su mejor amigo es Dios, quien verdaderamente entiende la profundidad de sus sentimientos (Hebreos 4:15-16). Lee nuestro artículo “Su mejor amigo” para entenderlo mejor.
8. Esté dispuesto a ayudar a otros. A veces lo que le señalan no tiene nada que ver con usted. El antagonista puede estar simplemente librando una batalla interna, pero usted se convirtió en el blanco de la frustración de esa persona. Sería bueno que usted se tomara un momento para analizar por qué él o ella pueden estar sufriendo, y ver qué puede hacer para ayudar.
Las críticas, los ataques verbales y el menosprecio son muy comunes hoy en día. Todos en algún momento de la vida tenemos que lidiar con estas cosas y con el peso de su impacto en nuestra vida. La mayoría de la gente responde a palabras hirientes sin pensar, pero usted no tiene que ser así. Esperamos que después de leer este artículo usted esté mejor equipado para enfrentar de una manera adecuada las palabras hirientes que le digan de vez en cuando.
Lea más principios de comunicación útiles en los otros artículos de esta sección: “Los beneficios y desafíos de la comunicación”.