Imagínese una corte en donde la Navidad es sometida a juicio, acusada de suplantación de la adoración piadosa y legítima. Ambas partes deben presentar sus argumentos. Ahora es el turno del fiscal, quien deberá presentar el argumento del cierre. Podría más o menos decir lo siguiente.
Señoras y señores del jurado, he escuchado a la defensa respaldar la costumbre religiosa de celebrar Navidad. Espero que hayan notado que no hubo una defensa bíblica, porque no existe ninguna.
Apartémonos del razonamiento y la emoción humanas, y volvamos a revisar los hechos que les he presentado de la historia, los eruditos y la Palabra misma de Dios.
Ustedes recordarán que todos los testigos expertos —historiadores seculares y teólogos por igual— atestiguaron que las costumbres modernas de la Navidad pueden ser fácilmente rastreadas a unos orígenes no cristianos. Sus fuentes son tan numerosas que nadie se tomó el trabajo siquiera de presentar argumentos contrarios.
Recuerden estos hechos:
- Navidad es una fiesta creada por el hombre. La Biblia no tiene referencias de la celebración del nacimiento de Jesús, que probablemente ocurrió en el otoño, no en el invierno. No fue sino hasta casi tres siglos después, de hecho, que una fiesta de cumpleaños de Jesús se celebró como una costumbre religiosa. Sólo hasta el año 336 d.C., apareció oficialmente en el calendario romano el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús.
- ¿Cómo eligieron el 25 de diciembre para esta celebración? El papa Julio I lo decretó. ¿Por qué? Porque el sincretismo, la mezcla de las religiones, se había convertido en una herramienta muy utilizada por la iglesia romana al asimilar las divinidades paganas a su credo. Los festivales paganos de mediados de invierno eran muy populares en toda Europa, así que mezclarlas con los rituales de la iglesia era un método muy fácil para seducir a los no cristianos a que aceptaran su versión del cristianismo.
- ¿Cuáles eran estos festivales?
- El cumpleaños de Mitra, el dios sol.
- Saturnalia, un tiempo de libertinaje, honrando a Saturno, el dios romano de la agricultura.
- Las celebraciones del norte de Europa del solsticio de invierno, glorificando el regreso del sol.
- Las celebraciones religiosas nórdicas desde el 21 de diciembre hasta enero, con sus abundantes costumbres supersticiosas. Es interesante anotar que su dios Odín supuestamente tenía que hacer vuelos nocturnos durante los cuales observaba a las personas y decidía cuáles serían bendecidas y cuáles serían maldecidas. ¿No es parecido esto a la tradición moderna que habla de un hombre que vuela en la noche, con poderes para saber quién “es travieso y quién es obediente”?
Las personas no se convierten fácilmente de costumbres populares muy arraigadas, pero los líderes de las iglesias tienen sus métodos: “Dejemos que las personas conserven sus costumbres, ellos creían, sencillamente haremos un sincretismo con las que ya tenían y las llamaremos cristianas. En lugar de celebrar el Dies Natalis Solis Invisti —el cumpleaños del sol invencible— diremos que ahora estamos honrando a Jesús, el Hijo de Dios”.
Les recuerdo el historiador que citó a Agustín de Hipo, una gran influencia para la iglesia, que dijo en un sermón en Navidad: “Celebremos este día como una fiesta, no en honor de este sol, que es venerado por creyentes como nosotros, sino en honor de El que creó al sol”.
He hecho una somera recapitulación de la evidencia histórica, pero claramente, nadie puede argüir legítimamente que cuenta con respaldo bíblico para decir que algún aspecto de la Navidad es una festividad cristiana. De hecho, virtualmente todas nuestras tradiciones de la Navidad —árboles, muérdago, intercambio de regalos, villancicos, Santa Claus—se derivan de los festivales paganos.
¡El concepto es lo que cuenta!
Entonces, señoras y señores, examinemos los argumentos de la defensa para respaldar la observancia de la Navidad en la actualidad, comenzando con la aseveración de que al fin de cuentas, ¿qué? ¡El concepto es lo que cuenta!
En verdad, ¡estoy totalmente de acuerdo! El concepto es lo que cuenta, ¡y el concepto de Dios es lo que importa más! Dios dejó amplia evidencia de su concepto en su Palabra, la Biblia.
Les recuerdo que los eruditos religiosos admiten que Dios siempre se ha opuesto radicalmente al sincretismo, y con frecuencia se lamentaba porque su pueblo mezclaba las costumbres religiosas de sus vecinos con su adoración a Él.
Cuando Dios liberó a Israel de Egipto, ¿qué le ordenó? “… no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así al Eterno tu Dios”.
¿Qué parte de “no harás así” es confusa para los seres humanos?
Para hacer más énfasis, él añadió: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”. Esto se encuentra en Deuteronomio 12:30-32.
Entonces, siglos después, después de ver cómo las personas continuamente mezclaban prácticas paganas en su adoración, quitando y agregando a todo lo que Él había dicho, Dios les dijo por medio del profeta Amós: “Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas” (Amos 5:21).
¿Usó Dios a la ligera las palabras aborrecí, abominé? Si no fue así, ¿por que deberíamos suponer que Él siente de una forma diferente en la actualidad?
En el mismo versículo, Él también dijo: “…y no me complaceré en vuestras asambleas”. En la actualidad, las más importantes asambleas son Navidad y Pascua florida, pero no son los días de fiesta que Dios señaló. Aun entonces, Dios les dijo: “Quita de mi la multitud de tus cantares” (v. 23). Tal vez sean canciones bonitas y atrayentes, pero por lo que representan y de donde provienen, ¡para Dios son sólo un ruido!
Ahora, como Dios afirma en Malaquías 3:6: “Porque yo El Eterno no cambio” y lo subraya nuevamente en Hebreos 13:8: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, tenemos que preguntarnos, ¿ha cambiado Dios su forma de pensar acerca de estas cosas?
Si Jesús apareciera hoy, ¿diría que está bien nuestra adoración en las festividades que tomamos prestadas de las religiones paganas que idolatraban el sol, la luna, las estrellas?
Si Jesús apareciera hoy, ¿diría que está bien nuestra adoración en las festividades que tomamos prestadas de las religiones paganas que idolatraban el sol, la luna, las estrellas? Por el hecho de que alguien lo mezcló con la religión y lo llamó “cristiano”, ¿significa esto que Dios lo aprobó?
Es el concepto lo que cuenta, ¿qué piensa Dios al respecto?
Pero si mi corazón está bien…
Ustedes también han escuchado el razonamiento de los testigos de la defensa: “Sé que los orígenes de la Navidad están errados, pero yo sé en mi corazón porqué voy a la iglesia en Navidad —es para honrar a Jesús— ¡y yo creo que lo que hay en mi corazón es lo que cuenta!
Por supuesto que lo que hay en el corazón cuenta. ¡Esto es importante en la lista de cualidades de Dios! Pero no olvidemos lo que Jesús dijo acerca del corazón en Marcos 7:6-9: “…Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Jesús no acepta cualquier clase de adoración, aunque en nuestro corazón pensemos que sí está bien.
Dense cuenta también que Él dijo: “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”.
La Navidad ofrece un ejemplo perfecto de esto. ¿No fue acaso el único Dios quien dijo: “no mentirás”? Pero, ¿en qué consiste una de las más grandes tradiciones de Navidad a la que se aferran las personas?
Mentirles a los niños acerca de Santa Claus. ¿Cómo honra esto a Jesús, quién nos ordena que no mintamos? Y no se les olvide la Pascua Florida. ¿Cómo mienten las personas a sus niños con los conejos y los huevos, y luego van a la iglesia diciendo que todo se trata de adorar a Dios?
¿Creemos realmente que podemos rechazar hacer lo que Dios dice, y en vez de ello tomar costumbres religiosas prestadas de las religiones paganas y pensar que Él va a estar feliz porque decimos que “mi corazón está bien”?
La tradición no significa obediencia. Si su corazón está bien, ¿no debería luchar por adorar a Dios “en espíritu y en verdad” como Jesús le dijo a la mujer samaritana? (Juan 4:24).
Decir “Señor, Señor” puede ser en vano
Usted tal vez habrá escuchado la línea de razonamiento de la defensa: “Sí, todos conocemos el aspecto negativo de Navidad —las fiestas, comercialismo, deudas, avaricia, etcétera— pero muchas personas tienen una muy feliz Navidad. ¿Qué tiene de malo que las familias disfruten al estar juntas con buena comida, regalos, música bonita y luces, o ayuden a los necesitados? Hay muchas más cosas buenas que malas y muchas cosas involucran buenos actos cristianos”.
Bien, por supuesto que Dios ama las cosas buenas y ver a las personas felices. ¿Pero las buenas obras justifican las malas acciones? Recuerden lo que Jesús dijo en Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. ¿A quién le estaba hablando Él? ¡A personas religiosas que estaban haciendo alarde de sus buenas obras!
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Hay mucho más de “Señor, Señor” en esta época del año que en cualquier otra, pero, ¿acaso impresiona a Dios que persistamos en la maldad, haciendo lo que Él nos dice que no hagamos?
Decimos que estamos adorando al niño Jesús, pero no estamos haciendo lo que el Jesús adulto nos dijo que hiciéramos. Si las personas realmente estuvieran haciendo la voluntad de Dios, veríamos “paz en la tierra” y “buena voluntad para con los hombres”. Veríamos buenas obras todo el tiempo, no tan solo unos pocos días cuando están en “el espíritu de la Navidad”.
¿Gente de bien?
Ustedes también han oído a la defensa causar un gran impacto en nuestro caso con el argumento de: “El Jesús que yo conozco no es tan radical acerca de algo que trae tanta diversión y alegría a todos, aun la parte de la fantasía para los niños”.
Señoras y señores, esta pregunta es sencilla. Respondan por favor: ¿les gustaría que alguien les dijera mentiras a sus hijos acerca de usted e hiciera que ellos las creyeran? Yo no lo creo.
¿Cómo piensan que se siente Dios cuando mienten acerca de Él?
La importancia de esto yace en su procedencia. Jesús explicó alguna vez, en Juan 8:44, que el diablo “es mentiroso y padre de mentira”. Él estaba hablando a los líderes religiosos de su época, y Él los hizo enfurecer porque les dijo que eran hijos de su padre el diablo. No importa quién sea usted, si usted miente, o perpetúa una mentira, es algo malo.
Con las personas que afirman seguir a Dios, ¿no es lógico que Él espere que no mientan? ¿No deben los cristianos ser personas veraces —que dicen y practican la verdad?
Desafortunadamente, por miles de años Dios ha visto personas que mienten acerca de Él, incluso diciendo que hablan en su nombre.
Mucho tiempo atrás, Dios habló por medio de Moisés palabras que siguen siendo verdad en la actualidad: “Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos… sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: así ha dicho el Eterno el Señor; El Eterno no había hablado” (Ezequiel 22:26 y 28).
¡Poner palabras en boca de Dios es un poquito presuntuoso, ¿verdad?!
¿Qué está realmente en juicio?
Entonces, señoras y señores del jurado, déjenme preguntarles otra vez: con el peso de la evidencia, tanto de hecho como circunstancial, si Jesús estuviera aquí hoy, ¿asistiría al servicio de Navidad, o intercambiaría regalos alrededor del árbol de Navidad? ¿Pondría Él una calcomanía en su auto que dijera: “Vuelva a poner a Cristo en la Navidad”, o diría más bien que Él nunca estuvo allí en primer lugar?
¿Se mantendría firme en sus palabras de Mateo 4:4, sobre que el hombre debería vivir “por cada palabra que sale de la boca de Dios”? Yo les pregunto, ¿pueden hacer eso y celebrar Navidad al mismo tiempo?
Dejo mi caso; pero ustedes tienen que tomar su decisión. Los insto a que recuerden que no es realmente la Navidad la que está siendo juzgada, somos nosotros.