“Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14:11). ¿Es el tormento el destino eterno de los perversos?
Muchas personas en la actualidad no pueden creer que un Dios amoroso vaya a torturar literalmente a seres humanos con sufrimiento y dolor eternos. Sin embargo, otras personas creen firmemente que el destino final de los impíos no arrepentidos es sufrir por toda la eternidad en el fuego ardiente del infierno.
Este segundo grupo se basa en su interpretación de Apocalipsis 14:11, que dice: “y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre”.
Pero, ¿respalda Apocalipsis 14:11 la idea de un fuego eterno que Dios va a usar para atormentar a los pecadores por siempre? ¿Cómo debemos entender esta escritura? ¿Arderán los impíos por siempre en el infierno?
¿Será que nuestro Dios misericordioso va a atormentar a la gente para siempre porque se niegan a someterse a sus instrucciones? Éste no parece ser el Dios misericordioso de la Biblia. Sin embargo, la Biblia habla de castigo para aquellos que se rehúsen a arrepentirse de sus pecados. ¿Qué tipo de castigo tiene planeado Dios para ellos?
Tenga en cuenta el contexto
Una regla básica para el estudio de la Biblia es permitir que la Biblia se interprete así misma. Una escritura se debe analizar en su contexto inmediato, así como en el contexto más amplio de lo que el resto de la Biblia habla acerca del mismo tema.
Veamos que Apocalipsis 14:8 aclara el momento definido de este pasaje, mostrando que se refiere a la inminente caída de "Babilonia". Los versículos 9 y 10 dicen: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero” (esto es, en la segunda venida de Cristo).
(Para aprender acerca de las dos bestias profetizadas en Apocalipsis, vea “¿Quien es la bestia?”, “666: el número de la bestia”, “La marca de la bestia” y “¿Que representa Babilonia?”).
Éstas no son personas que han muerto y fueron enviadas al sufrimiento eterno. Están vivas y son parte de este malvado sistema llamado “Babilonia”. Ellos reciben este terrible castigo del Dios Todopoderoso y “no tendrán reposo de día ni de noche” mientras caen bajo la ira de Dios. Tendrán que buscar la misericordia de Dios o ser afligidos por vapores sulfurosos (“será atormentado con fuego y azufre”) hasta que mueran.
Aquéllos que adoren a la “bestia” serán castigados
Los versículos 9 y 10 describen el momento en el cual Dios derrama su castigo sobre aquellos que adoren la “bestia” (el líder del resurgido imperio romano) y su imagen (simboliza una figura y la organización religiosa que lidera). Esto va a suceder en la presencia del Cordero, lo que quiere decir que va a pasar en la segunda venida de Cristo.
El apóstol Pablo fue inspirado para explicar que es imposible para los seres humanos físicos vivir en el Reino de Dios: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:50). El Reino de Dios es espiritual, permanente, mientras que el ser humano es temporal. Cuando Jesús regrese, la bestia y el falso profeta serán arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 19:19-20). Apocalipsis 14:11 no dice que arderán por toda la eternidad, dice que el humo de su tormento sube por “los siglos de los siglos”. El humo sigue subiendo mientras que el fuego arde. La palabra traducida del griego “por los siglos de los siglos” significa un espacio de tiempo o una época (Nueva concordancia exhaustiva americana estándar). La interpretación es mejor si el significado es que el fuego va a continuar ardiendo mientras que las condiciones lo permitan. Por ejemplo, el fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra se conoce como “el castigo del fuego eterno” (Judas 1:7), pero ese fuego no sigue ardiendo. Este pasaje no dice que estas personas estén siendo atormentadas para siempre en un fuego ardiente del infierno.
¿Cuál es el destino final de los impíos?
La Biblia enseña claramente que los humanos, al ser hechos de carne y sangre significa que son mortales, compuestos de substancias degradables. A no ser que ocurra un cambio sobrenatural, el cuerpo humano es “corruptible” según 1 Corintios 15.
El apóstol Pablo fue inspirado a explicar que es imposible que los seres humanos físicos vivan en el Reino de Dios: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:50). El Reino de Dios es espiritual, permanente, mientras que los seres humanos son temporales. Estamos sujetos al envejecimiento, a las enfermedades y a las lesiones. La carne y la sangre siempre perecen.
La esperanza de vida de un ser humano es limitada. La esperanza de vida de alguien que hereda el Reino de Dios es ilimitada.
Pablo continuó explicando: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria" (1 Corintios 15:53-54). Claramente, si este cambio no se lleva a cabo, el humano perecerá o dejará de existir.
El destino final de los impíos será arder en el lago de fuego al final de los tiempos. Sus cuerpos físicos serán convertidos en cenizas. Malaquías 4:3 dice que al final las cenizas de los impíos estarán bajo los pies de los justos. Salmos 37:20 dice: “Mas los impíos perecerán, Y los enemigos del Eterno como la grasa de los carneros serán consumidos; se disiparán como el humo”. No quedará nada excepto humo y cenizas.
Apocalipsis 20:6 y 14 hablan de una “muerte segunda”. Todos vamos a morir una vez (Hebreos 9:27), y todo aquel que muera será resucitado (Juan 5:28-29). Pero la muerte segunda es el destino final de los impíos que no se arrepientan —ser destruidos y morir en aquella muerte de la cual no se resucita jamás.
No, nuestro amoroso Dios no está planeando torturar a los impíos por siempre en un ardiente infierno. Al contrario, Dios “quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4). Aparte de los miles de millones que vivieron, aquellos que no se arrepientan y rechacen el plan de salvación de Dios, simplemente morirán —dejarán de existir— en lugar de ser atormentados para siempre.
¿Qué es el infierno?
Es probable que muchos de nuestros lectores vean confrontadas sus ideas anteriores por causa de esta información, porque han oído que un fuego ardiente del infierno atormenta a los malos sin cesar. Sin embargo, como se habrá dado cuenta, la Biblia dice algo completamente diferente. Usted se preguntará, ¿no hablaron del infierno Jesús y otros más? ¡Si, así fue! ¿Qué significan estas escrituras? Vea el artículo “¿Qué es el infierno?” para que vea las sorprendentes respuestas.